Un tercio de todos los teólogos alemanes exige además el fin del celibato y el sacerdocio de la mujer.
Revolución en la patria de Ratzinger. Un tercio de los teólogos católicos de habla alemana residentes en Alemania, Suiza y Austria (144 profesores de Teología católica), han suscrito un manifiesto en el que exigen profundas reformas de la Iglesia Católica, que incluyen, entre otras, el fin del celibato, el sacerdocio femenino y la participación popular en la elección de obispos.


Los firmantes suponen más de un tercio de los 400 teólogos del área de habla alemana, según revela hoy el rotativo "Süddeutsche Zeitung", en el que se afirma que su cifra sería mayor si muchos no hubiesen negado su rúbrica por miedo a represalias.
La iniciativa supone además el mas importante alzamiento contra la cúpula de la Iglesia Católica desde hace 22 años, cuando 220 teólogos suscribieron en 1989 la llamada Declaración de Colonia, crítica con el gobierno de la iglesia ejercido por Juan Pablo II.
La profesora de Teología de Münster Judith Könemann, una de las ocho personas redactoras del manifiesto, reconoce que se hubiesen conformado con 50 firmas, pero subraya que el amplio eco demuestra que han "tocado un nervio", en declaraciones el citado rotativo.
Entre los firmantes destacan prestigiosos profesores eméritos como Peter Hünermann y Dietmar Mieth, viejos luchadores por las reformas como Heinrich Missalla y Friedhelm Hengsbach, progresistas como Otto Hermann Pesch o Hille Haker, pero también conservadores como Eberhard Schockenhoff.
Redactado con los escándalos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica como trasfondo, el texto es prudente y alaba también el llamamiento de los obispos a un diálogo abierto.
Tras explicar que se ven "en la responsabilidad de hacer una aportación a un nuevo comienzo real", la tesis central del memorando subraya que la Iglesia Católica solo "puede anunciar al liberador y amante Dios Jesucristo", cuando ella misma "es un lugar y un testigo creíble del mensaje de liberación del Evangelio".
Debe reconocer y fomentar "la libertad del hombre como criatura de Dios", respetar la conciencia libre, defender el derecho y la justicia y criticar las manifestaciones que "desprecian la dignidad humana".
Sus exigencias, que prudentemente califican de "retos", incluyen "mayores estructuras sinodales en todos los niveles de la iglesia" y la participación de los fieles en la elección de sus obispos y párrocos.
El manifiesto subraya que la Iglesia Católica necesita "también sacerdotes casados y mujeres en el oficio eclesiástico", señala que la falta de sacerdotes fuerza la existencia de parroquias cada vez mayores y lamenta que los sacerdotes sean "quemados" ante estas circunstancias.
Igualmente destaca que "la defensa legal y la cultura del derecho" en la Iglesia deben "mejorar urgentemente" y comenta que la elevada valoración del matrimonio y el celibato suponen "excluir a personas que viven el amor, la fidelidad y la preocupación mutua" en una relación estable de pareja del mismo sexo o como divorciados casados en segundas nupcias.
El manifiesto critica además el "rigorismo" de la Iglesia Católica y subraya que no se puede predicar la reconciliación con Dios sin crear las condiciones para una reconciliación con aquellos "ante los que es culpable: por violencia, por negar el derecho, por convertir el mensaje bíblico de libertad en una moral rigurosa sin misericordia".

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El adiós a Alejandro Mayol

El 3 de febrero murió Alejandro Mayol, sacerdote, poeta y músico. Tenía 78 años.
Siendo cura de San Telmo, conoció a Beatriz Braga, que comulgaba diariamente, y como, él también tocaba la guitarra. Por aquellos años Mayol era muy conocido por sus canciones infantiles y sus apariciones en un programa de televisión que hoy puede verse a través de You tube. "La Creación", "Hay fiesta en la casa del padre", "La milonga de David y Goliat", "Zaqueo", "La Caravana", "O Trompeteiro", "La Creación", "La zamba del grano de trigo". "No hay mayor amor", "Pajarito de rastrojo", "Llaga", "Tú", "El trencito del oeste", “Los indios pirulines” y "La resurrección", fueron algunos de los temas que brotaron de su fértil creatividad.

Mayol estuvo muy ligado al padre Carlos Mugica, con quien habían compartido un viaje a Roma en barco en 1950. A ambos los unía su inquietud por conocer las enseñanzas de Theilard de Chardin y su actitud de servicio hacia los pobres.
Por aquellos años fue convocado por el sacerdote Osvaldo Catena, a quien Ariel Ramirez –ambos santafesinos y músicos- le había sugerido la posibilidad de crear una Misa Criolla. Años antes, la Misa Luba nacida en el Congo, asombró al mundo de la música. Junto con otro sacerdote y músico, Jesús Gabriel Segade, que tuvo a su cargo los coros, armaron el esquema religioso para darle sustento a la música que luego compuso Ramirez, expresada a través de ritmos populares como baguala, vidalita, etc.
Mayol y Beatriz se enamoraron y se casaron en 1969. Tuvieron cuatro hijos: Ramiro, María, Emanuel y Lorena. Como padre de familia debió afrontar su sostén y eligió entonces el ámbito artístico.
A partir de allí incursionó en distintos lugares, pero la impronta religiosa estuvo siempre presente en su tarea. En 1983, junto al grupo Lafuente escribió La pasión según san Juan –la llamó ópera canchera-, que se presentó en el estadio de Velez Sarsfield ante unas tribunas repletas de público. Lo acompañaron en ese instante otros dos exsacerdotes que tuvieron una actuación muy generosa entre los jóvenes que buscaban escaparle a la drogadicción: Pajarito y Trulo. En esta ocasión utilizó también ritmos folklóricos como cuecas, chacareras, candombes y vidalitas. La Pasión se siguió representado durante más de dos décadas en General Madariaga, con artistas que eran gente del lugar.
Fue la época en que se vinculó con otros músicos de la talla de Lito Vitale, Pablo Sbaraglia y Fernando Lupano. También con José Luis Castiñeira de Dios y Piero; con este último grabó "Sinfonía inconclusa en la mar" y “La creación”.
Se desempeñó asimismo como secretario de Cultura en la Municipalidad de Florencio Varela y por esos años escribió la obra teatral “La patriada”, en donde hizo una reseña histórica del país que fue elogiada por Alberto Ure. Luego incursionó en el cine para realizar la producción de “Las aventuras de Cepillo”.
Mayol fue siempre un tipo alegre, divertido, empeñoso y positivo. Amigo de muchos y dispuesto siempre a iniciar un nuevos proyecto. Sus legados más importantes han sido La creación –Dios hizo la vaca que nos da la leche..-, donde hace una catequesis sobre las bondades de Dios, que quedan imborrables en la mente de los niños. Y su Zamba del grano de trigo que se sigue cantando en los templos, sin conocerse a su autor.
Entre los avisos fúnebres publicados en la prensa, algunos lamentaban y se sentían dolidos por su partida, mientras que uno prefirió escribir: “Por eso hay que cantar aleluya”.


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Finalmente, El Vaticano procesa a Pagola por su libro

El sitio Religión Digital acaba de publicar esta información, que demuestra la feroz interna que sufre la Iglesia española, y las diferentes posturas que adoptan las autoridades de la Santa Sede, en esta puja que viene disputándose desde hace varios años y que parece no encontrar una salida pastoral, razonable y pacificadora. En última instancia, esta división es la que se observa en gran medida en casi toda la Iglesia europea, que después de haber gobernado durante dos siglos, le cuesta aceptar que está perdiendo el respaldo en la conducción del pensamiento teológico y en la pastoral eclesiástica.

Finalmente la Congregación para la Doctrina de la Fe ha abierto un proceso contra el libro 'Jesús. Aproximación histórica', del teólogo vasco José Antonio Pagola, para establecer si es conforme con la doctrina de la Iglesia, pese a que la edición revisada lleva el 'nihil obstat' (nada que oponer) y el Imprimatur del exobispo de San Sebastián, Juan María Uriarte.
La iniciativa de Roma tiene su origen en las presiones del núcleo más integrista de la Conferencia Episcopal Española, que en su día publicó una nota contra los contenidos del libro.


Roma no anuncia de manera pública la apertura de un proceso de estas características, que se rige por el secreto pontificio. Lo sabe el propio interesado, Pagola; lo sabe el obispo de su diócesis, José Ignacio Munilla, y lo saben el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Rouco Varela, y, por supuesto, el nuncio de la Santa Sede en España, Renzo Fratini, que ha reclamado ya nueva información.
Ahora se abre un periodo largo y lento durante el cual el antiguo Tribunal del Santo Oficio hablará con sus consultores -cuenta con un colegio de 33 expertos-, pedirá nuevos informes y trasladará al afectado un cuestionario para contestar a un rosario de preguntas y acusaciones.


«Aunque ha cambiado tres veces el nombre el dicasterio, los procesos siguen siendo inquisitoriales», sostienen las mismas fuentes, porque los afectados ni siquiera saben de qué se les acusa, no saben quiénes son sus censores y no pueden preparar su defensa.
Roma empieza de cero, ya de una manera formal. De hecho, el Vaticano ya ha conocido informes previos sobre la obra. La comisión episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Española emitió una nota en junio de 2008 en la que descalificaba el libro de Pagola aunque no lo condenaba.


Sin embargo, otro informe del 'número dos' de la congregación vaticana, el mallorquín Luis Francisco Ladaria, era favorable a la publicación. Ahora, el grupo contrario a Pagola habría puenteado a Ladaria para que el propio presidente del potente y temido dicasterio, el cardenal americano Willian Joseph Levada, se implique directamente en el asunto.
Lo cierto es que en la curia vaticana la obra no ha pasado desapercibida. El 'Jesús...' de Pagola se puede comprar en los mismos aledaños de la Plaza de San Pedro, en las librerías de la Via de la Conziliazone, donde pasean a diario los miembros de la Santa Sede y de las conferencias episcopales e institutos religiosos que visitan Roma. Y el libro cuenta con sus detractores y sus valedores.


En este cuadro, no ha pasado desapercibido el significativo apoyo que ha proporcionado a la obra el cardenal Gianfranco Ravasi, un peso pesado del Vaticano. El influyente purpurado, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, acaba de recomendar el libro de Pagola en la revista italiana 'Il Sole 44 Hore', en la que escribe de manera habitual.
Renombrado biblista, Ravasi considera la obra como un estudio muy valioso para guiar a los lectores no iniciados en el conocimiento de la historia de Jesús. El ministro de Cultura del Papa habla literalmente en su artículo de «il modo piu trasparente per guidare il lettore non técnico».


El artículo de Ravasi no ha sentado bien en el sanedrín de la jerarquía española que persigue el libro de Pagola, en el que se sitúa a Demetrio Fernández, hoy obispo de Córdoba, que en su día inició la cruzada contra el libro desde el palacio episcopal de Tarazona, y al propio portavoz de la Conferencia, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino. De hecho, una iniciativa de diálogo con los no creyentes -conocida como 'Patio de los Gentiles'- que iba a tener como protagonista a Ravasi en Madrid de la mano de una publicación religiosa, ha sido congelada por instancias eclesiales de alto nivel.
Ajeno al proceso inquisitorial, el libro se sigue vendiendo. Una vez retirada de las librerías la novena edición, la que llevaba el Imprimatur de monseñor Uriarte, aún quedan ejemplares, aunque cada vez es más difícil encontrarlo en España, cuando antes era un pozo sin fondo. La librería diocesana de Bilbao, Jakimbide, tiene en lista de espera medio centenar de peticiones del libro.


La persecución del libro de Pagola se ha producido en un momento especial de la Iglesia española, que vigila desde grandes atalayas la doctrina oficial y persigue a los autores más críticos y libres, en un acoso sin precedentes al pluralismo teológico. Tres años después de la publicación del libro, en septiembre de 2007, la mayoría de las editoriales católicas han cedido a las presiones y admiten la censura previa para evitar males mayores. Hasta las obras más inocentes llevan ya el 'nihil obstat' de un obispo, de un vicario general o de un canciller diocesano.


Los ataques contra Pagola están apadrinados por un sector fuerte e influyente de la Conferencia Episcopal Española, que arremetió contra el libro apenas tres meses después de salir a las librerías y comprobar que tenía un éxito sin precedentes. El primero que abrió el fuego fue Demetrio Fernández, obispo de Tarazona entonces. El prelado calificó de «arriana» la obra y acusó al teólogo vasco de desfigurar a Jesús.

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