Austria: la Iglesia a un paso de la ruptura

Todavía hay choques entre el cardenal Christoph Schönborn y los disidentes. El arzobispo de Viena denunció públicamente el riesgo de que haya una ruptura en la iglesia austriaca. El líder del episcopado respondió a la fracción interna que violar la regla del celibato eclesiástico y admitir en la comunión a los divorciados que se han vuelto a casar, expulsa a los sacerdotes disidentes de la Iglesia.
Los promotores del manifiesto reformista “Llamado a la desobediencia”, advirtió el cardenal, no lograrán hacer que la arquidiócesis de Viena choque con la Santa Sede. «Todas las posibilidades están abiertas, considerando el diálogo y la cooperación», tiende la mano el arzobispo, que, sin embargo, excluye cualquier ruptura con Roma. Los disidentes, dirigidos por el párroco Helmut Schueller, invocan una serie de reformas radicales en el Vaticano, en estrecha colaboración con el movimiento ultra progresista “Nosotros somos iglesia” de Hans-Peter Hurka.
  “Nosotros somos iglesia” es el verdadero motor de las protestas en Austria. Es un movimiento importante por sus números y por su influencia en el país. El movimiento nació de las cenizas del caso Hans Hermann Groër, el predecesor de Schönborn en Viena.
 Fue tras las acusaciones de pedofilia en contra del cardenal Groër que algunos católicos (de Innsbruck y Viena) quisieron reaccionar e invocar el “Llamado del pueblo de Dios”, una agenda para la jerarquía de la iglesia que indica puntos muy precisos. Incialmente tuvo el apoyo de muchos obispos austriacos. Después, los religiosos recibieron una llamada de atención del Vaticano y retiraron sus adhesiones. Desde aquel día, por lo menos de manera oficial, no hubo ningún contacto con las jerarquías. Y es probable que todavía hoy Roma tema que todo lo que recuerda ese acontecimiento se manifieste ahora con el manifiesto. Es una señal clara la que el cardenal (alumno preferido del Papa) da a Roma y a Austria. El conflicto de las diócesis austriacas es una constante de los últimos años, entre abusos litúrgicos (como el del “Corpus Domini”, que fue izado durante una procesión), irregularidades dsciplinarias, violaciones del celibato eclesiástico...
 
En junio de 2009, Benedicto XVI llamó la atención a la Iglesia austriaca, indicando «la urgencia de profundizar la fe y la fidelidad integral al Concilio Vaticano II y al magisterio post-conciliar de la Iglesia».
 Hace dos años, el Pontífice discutió con los obispos austriacos, quienes protestaron en el Vaticano recientemente por haber retirado las excomuniones de los lefebvrianos y por haber nombrado en Linz al intransigente Gerhard Wagner, que definió como “satánica” la saga de Harry Potter, “castigo divino” el huracán Katrina y “enfermos psiquiátricos” los homosexuales.
 El catolicismo austriaco atraviesa por una crisis grave: se han reducido las vocaciones y los fieles, hay una fuerte polarización entre conservadores y progresistas y crece cada vez más el sentimiento anti-romano. Los ministros del Vaticano han pedido explicaciones a la Iglesia austriaca por diversos escándalos de las diócesis, desde los párrocos que viven en concubinato hasta la falta de medidas por parte de los obispos progresistas contra la fracción de los sacerdotes que habían reivindicado la convivencia con una compañera.
 Durante la primavera de 2009, el nombramiento de Wagner casi provocó una revuelta contra Roma. El Papa tuvo que aceptar su renuncia al cargo, mientras en el Vaticano se iban multiplicando las denuncias por los casos de concubinato de algunos sacerdotes que se opusieron al nombramiento.
 Las tensiones aumentaron con la investigación sobre 40 mil fotos y películas pedopornográficas que fueron encontradas en el seminario de Sankt Pölten, incluidas parodias nazis, bodas falsas entre seminaristas, actos sexuales con menores... El que volvió a sacar el tema de la abolición del celibato eclesiástico hace dos años fue justamente el jefe de la Iglesia austriaca y líder de la asociación de ex estudiantes de Joseph Ratzinger. Según el arzobispo de Viena, Christph Schönborn, el celibato de los sacerdotes, «peculiaridad de la Iglesia católica», explica en parte los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes.

En mayo de 2010, el cardenal acusó «tanto la educación de los sacerdotes como las consecuencias de la revolución sexual del ’68, así como el celibato en el desarrollo personal», invitando a que hubiera un cambio de mentalidad.
 
Schönborn presentó hace tiempo a la Curia Romana una petición de reconocidos católicos austriacos para abolir la obligación del celibato, para que regresen a la actividad los sacerdotes casados, para que se abra el sacerdocio a las mujeres y para que se puedan ordenar los llamados “viri probati”. El memorandum, acompañado de una nota de Schönborn, fue entregado al ministerio vaticano del Clero, con la súplica de que lo leyeran atentamente, para que «alguien en Roma sepa cómo piensa una parte de nuestros laicos sobre los problemas de la Iglesia».
 
A los promotores de la petición, el cardenal Schönborn les había prometido que habría ilustrado en el Vaticano sus motivos, «a pesar de no compartirlos enteramente», y las relaciones sobre las consecuencias que la falta de sacerdotes está provocando en 46 diferentes parroquias, sobre todo en las zonas rurales.
 
El año pasado, el cardenal Schönborn inauguró la asamblea diocesana de Viena con un “mea culpa” general: «De esta crisis devastadora la Iglesia puede salir tan solo si se purifica mediante un arrepentimiento verdadero, de otro modo, todo habrá sido inútil».
 

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