Revolución en la patria de Ratzinger. Un tercio de los teólogos católicos de habla alemana residentes en Alemania, Suiza y Austria (144 profesores de Teología católica), han suscrito un manifiesto en el que exigen profundas reformas de la Iglesia Católica, que incluyen, entre otras, el fin del celibato, el sacerdocio femenino y la participación popular en la elección de obispos.
Los firmantes suponen más de un tercio de los 400 teólogos del área de habla alemana, según revela hoy el rotativo "Süddeutsche Zeitung", en el que se afirma que su cifra sería mayor si muchos no hubiesen negado su rúbrica por miedo a represalias.
La iniciativa supone además el mas importante alzamiento contra la cúpula de la Iglesia Católica desde hace 22 años, cuando 220 teólogos suscribieron en 1989 la llamada Declaración de Colonia, crítica con el gobierno de la iglesia ejercido por Juan Pablo II.
La profesora de Teología de Münster Judith Könemann, una de las ocho personas redactoras del manifiesto, reconoce que se hubiesen conformado con 50 firmas, pero subraya que el amplio eco demuestra que han "tocado un nervio", en declaraciones el citado rotativo.
Entre los firmantes destacan prestigiosos profesores eméritos como Peter Hünermann y Dietmar Mieth, viejos luchadores por las reformas como Heinrich Missalla y Friedhelm Hengsbach, progresistas como Otto Hermann Pesch o Hille Haker, pero también conservadores como Eberhard Schockenhoff.
Redactado con los escándalos de pederastia en el seno de la Iglesia Católica como trasfondo, el texto es prudente y alaba también el llamamiento de los obispos a un diálogo abierto.
Tras explicar que se ven "en la responsabilidad de hacer una aportación a un nuevo comienzo real", la tesis central del memorando subraya que la Iglesia Católica solo "puede anunciar al liberador y amante Dios Jesucristo", cuando ella misma "es un lugar y un testigo creíble del mensaje de liberación del Evangelio".
Debe reconocer y fomentar "la libertad del hombre como criatura de Dios", respetar la conciencia libre, defender el derecho y la justicia y criticar las manifestaciones que "desprecian la dignidad humana".
Sus exigencias, que prudentemente califican de "retos", incluyen "mayores estructuras sinodales en todos los niveles de la iglesia" y la participación de los fieles en la elección de sus obispos y párrocos.
El manifiesto subraya que la Iglesia Católica necesita "también sacerdotes casados y mujeres en el oficio eclesiástico", señala que la falta de sacerdotes fuerza la existencia de parroquias cada vez mayores y lamenta que los sacerdotes sean "quemados" ante estas circunstancias.
Igualmente destaca que "la defensa legal y la cultura del derecho" en la Iglesia deben "mejorar urgentemente" y comenta que la elevada valoración del matrimonio y el celibato suponen "excluir a personas que viven el amor, la fidelidad y la preocupación mutua" en una relación estable de pareja del mismo sexo o como divorciados casados en segundas nupcias.
El manifiesto critica además el "rigorismo" de la Iglesia Católica y subraya que no se puede predicar la reconciliación con Dios sin crear las condiciones para una reconciliación con aquellos "ante los que es culpable: por violencia, por negar el derecho, por convertir el mensaje bíblico de libertad en una moral rigurosa sin misericordia".
Siendo cura de San Telmo, conoció a Beatriz Braga, que comulgaba diariamente, y como, él también tocaba la guitarra. Por aquellos años Mayol era muy conocido por sus canciones infantiles y sus apariciones en un programa de televisión que hoy puede verse a través de You tube. "La Creación", "Hay fiesta en la casa del padre", "La milonga de David y Goliat", "Zaqueo", "La Caravana", "O Trompeteiro", "La Creación", "La zamba del grano de trigo". "No hay mayor amor", "Pajarito de rastrojo", "Llaga", "Tú", "El trencito del oeste", “Los indios pirulines” y "La resurrección", fueron algunos de los temas que brotaron de su fértil creatividad.
Mayol estuvo muy ligado al padre Carlos Mugica, con quien habían compartido un viaje a Roma en barco en 1950. A ambos los unía su inquietud por conocer las enseñanzas de Theilard de Chardin y su actitud de servicio hacia los pobres.
Por aquellos años fue convocado por el sacerdote Osvaldo Catena, a quien Ariel Ramirez –ambos santafesinos y músicos- le había sugerido la posibilidad de crear una Misa Criolla. Años antes, la Misa Luba nacida en el Congo, asombró al mundo de la música. Junto con otro sacerdote y músico, Jesús Gabriel Segade, que tuvo a su cargo los coros, armaron el esquema religioso para darle sustento a la música que luego compuso Ramirez, expresada a través de ritmos populares como baguala, vidalita, etc.
Mayol y Beatriz se enamoraron y se casaron en 1969. Tuvieron cuatro hijos: Ramiro, María, Emanuel y Lorena. Como padre de familia debió afrontar su sostén y eligió entonces el ámbito artístico.
A partir de allí incursionó en distintos lugares, pero la impronta religiosa estuvo siempre presente en su tarea. En 1983, junto al grupo Lafuente escribió La pasión según san Juan –la llamó ópera canchera-, que se presentó en el estadio de Velez Sarsfield ante unas tribunas repletas de público. Lo acompañaron en ese instante otros dos exsacerdotes que tuvieron una actuación muy generosa entre los jóvenes que buscaban escaparle a la drogadicción: Pajarito y Trulo. En esta ocasión utilizó también ritmos folklóricos como cuecas, chacareras, candombes y vidalitas. La Pasión se siguió representado durante más de dos décadas en General Madariaga, con artistas que eran gente del lugar.
Fue la época en que se vinculó con otros músicos de la talla de Lito Vitale, Pablo Sbaraglia y Fernando Lupano. También con José Luis Castiñeira de Dios y Piero; con este último grabó "Sinfonía inconclusa en la mar" y “La creación”.
Se desempeñó asimismo como secretario de Cultura en la Municipalidad de Florencio Varela y por esos años escribió la obra teatral “La patriada”, en donde hizo una reseña histórica del país que fue elogiada por Alberto Ure. Luego incursionó en el cine para realizar la producción de “Las aventuras de Cepillo”.
Mayol fue siempre un tipo alegre, divertido, empeñoso y positivo. Amigo de muchos y dispuesto siempre a iniciar un nuevos proyecto. Sus legados más importantes han sido La creación –Dios hizo la vaca que nos da la leche..-, donde hace una catequesis sobre las bondades de Dios, que quedan imborrables en la mente de los niños. Y su Zamba del grano de trigo que se sigue cantando en los templos, sin conocerse a su autor.
Entre los avisos fúnebres publicados en la prensa, algunos lamentaban y se sentían dolidos por su partida, mientras que uno prefirió escribir: “Por eso hay que cantar aleluya”.
El sitio Religión Digital acaba de publicar esta información, que demuestra la feroz interna que sufre la Iglesia española, y las diferentes posturas que adoptan las autoridades de la Santa Sede, en esta puja que viene disputándose desde hace varios años y que parece no encontrar una salida pastoral, razonable y pacificadora. En última instancia, esta división es la que se observa en gran medida en casi toda la Iglesia europea, que después de haber gobernado durante dos siglos, le cuesta aceptar que está perdiendo el respaldo en la conducción del pensamiento teológico y en la pastoral eclesiástica.
Finalmente la Congregación para la Doctrina de la Fe ha abierto un proceso contra el libro 'Jesús. Aproximación histórica', del teólogo vasco José Antonio Pagola, para establecer si es conforme con la doctrina de la Iglesia, pese a que la edición revisada lleva el 'nihil obstat' (nada que oponer) y el Imprimatur del exobispo de San Sebastián, Juan María Uriarte.
La iniciativa de Roma tiene su origen en las presiones del núcleo más integrista de la Conferencia Episcopal Española, que en su día publicó una nota contra los contenidos del libro.
Roma no anuncia de manera pública la apertura de un proceso de estas características, que se rige por el secreto pontificio. Lo sabe el propio interesado, Pagola; lo sabe el obispo de su diócesis, José Ignacio Munilla, y lo saben el presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal Rouco Varela, y, por supuesto, el nuncio de la Santa Sede en España, Renzo Fratini, que ha reclamado ya nueva información.
Ahora se abre un periodo largo y lento durante el cual el antiguo Tribunal del Santo Oficio hablará con sus consultores -cuenta con un colegio de 33 expertos-, pedirá nuevos informes y trasladará al afectado un cuestionario para contestar a un rosario de preguntas y acusaciones.
«Aunque ha cambiado tres veces el nombre el dicasterio, los procesos siguen siendo inquisitoriales», sostienen las mismas fuentes, porque los afectados ni siquiera saben de qué se les acusa, no saben quiénes son sus censores y no pueden preparar su defensa.
Roma empieza de cero, ya de una manera formal. De hecho, el Vaticano ya ha conocido informes previos sobre la obra. La comisión episcopal para la Doctrina de la Fe de la Conferencia Española emitió una nota en junio de 2008 en la que descalificaba el libro de Pagola aunque no lo condenaba.
Sin embargo, otro informe del 'número dos' de la congregación vaticana, el mallorquín Luis Francisco Ladaria, era favorable a la publicación. Ahora, el grupo contrario a Pagola habría puenteado a Ladaria para que el propio presidente del potente y temido dicasterio, el cardenal americano Willian Joseph Levada, se implique directamente en el asunto.
Lo cierto es que en la curia vaticana la obra no ha pasado desapercibida. El 'Jesús...' de Pagola se puede comprar en los mismos aledaños de la Plaza de San Pedro, en las librerías de la Via de la Conziliazone, donde pasean a diario los miembros de la Santa Sede y de las conferencias episcopales e institutos religiosos que visitan Roma. Y el libro cuenta con sus detractores y sus valedores.
En este cuadro, no ha pasado desapercibido el significativo apoyo que ha proporcionado a la obra el cardenal Gianfranco Ravasi, un peso pesado del Vaticano. El influyente purpurado, presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, acaba de recomendar el libro de Pagola en la revista italiana 'Il Sole 44 Hore', en la que escribe de manera habitual.
Renombrado biblista, Ravasi considera la obra como un estudio muy valioso para guiar a los lectores no iniciados en el conocimiento de la historia de Jesús. El ministro de Cultura del Papa habla literalmente en su artículo de «il modo piu trasparente per guidare il lettore non técnico».
El artículo de Ravasi no ha sentado bien en el sanedrín de la jerarquía española que persigue el libro de Pagola, en el que se sitúa a Demetrio Fernández, hoy obispo de Córdoba, que en su día inició la cruzada contra el libro desde el palacio episcopal de Tarazona, y al propio portavoz de la Conferencia, el jesuita Juan Antonio Martínez Camino. De hecho, una iniciativa de diálogo con los no creyentes -conocida como 'Patio de los Gentiles'- que iba a tener como protagonista a Ravasi en Madrid de la mano de una publicación religiosa, ha sido congelada por instancias eclesiales de alto nivel.
Ajeno al proceso inquisitorial, el libro se sigue vendiendo. Una vez retirada de las librerías la novena edición, la que llevaba el Imprimatur de monseñor Uriarte, aún quedan ejemplares, aunque cada vez es más difícil encontrarlo en España, cuando antes era un pozo sin fondo. La librería diocesana de Bilbao, Jakimbide, tiene en lista de espera medio centenar de peticiones del libro.
La persecución del libro de Pagola se ha producido en un momento especial de la Iglesia española, que vigila desde grandes atalayas la doctrina oficial y persigue a los autores más críticos y libres, en un acoso sin precedentes al pluralismo teológico. Tres años después de la publicación del libro, en septiembre de 2007, la mayoría de las editoriales católicas han cedido a las presiones y admiten la censura previa para evitar males mayores. Hasta las obras más inocentes llevan ya el 'nihil obstat' de un obispo, de un vicario general o de un canciller diocesano.
Los ataques contra Pagola están apadrinados por un sector fuerte e influyente de la Conferencia Episcopal Española, que arremetió contra el libro apenas tres meses después de salir a las librerías y comprobar que tenía un éxito sin precedentes. El primero que abrió el fuego fue Demetrio Fernández, obispo de Tarazona entonces. El prelado calificó de «arriana» la obra y acusó al teólogo vasco de desfigurar a Jesús.
DECLARACIONES DE CHICO BUARQUE
, MINISTRO DE EDUCACIÓN DE BRASIL.
Durante un debate en una universidad de Estados Unidos, le
preguntaron al ex gobernador del Distrito Federal y actual
Ministro de Educación de Brasil, CRISTOVÃO CHICO
BUARQUE, qué pensaba sobre la internacionalización de la
Amazonia.
Un estadounidense en las Naciones Unidas introdujo
su pregunta, diciendo que esperaba la respuesta de un
humanista y no de un brasileño.
Ésta fue la respuesta del Sr. Cristóvão Buarque:
Realmente, como brasileño, sólo hablaría en contra
de la internacionalización de la Amazonia. Por más que
nuestros gobiernos no cuiden debidamente ese patrimonio,
él es nuestro.
Como humanista, sintiendo el riesgo de la degradación
ambiental que sufre la Amazonia, puedo imaginar su
internacionalización, como también de todo lo demás, que
es de suma importancia para la humanidad.
Si la Amazonia, desde una ética humanista, debe ser
internacionalizada, internacionalicemos también las
reservas de petróleo del mundo entero.
El petróleo es tan importante para el bienestar de la
humanidad como la Amazonia para nuestro futuro. A pesar de
eso, los dueños de las reservas creen tener el derecho de
aumentar o disminuir la extracción de petróleo y subir o no su precio.
De la misma forma, el capital financiero de los países
ricos debería ser internacionalizado. Si la Amazonia es una
reserva para todos los seres humanos, no se debería quemar
solamente por la voluntad de un dueño o de un país. Quemar
la Amazonia es tan grave como el desempleo provocado por las
decisiones arbitrarias de los especuladores globales.
No podemos permitir que las reservas financieras sirvan para
quemar países enteros en la voluptuosidad de la especulación.
También, antes que la Amazonia, me gustaría ver la
internacionalización de los grandes museos del mundo.
El Louvre no debe pertenecer solo a Francia.
Cada museo del mundo es el guardián de las piezas más bellas producidas por el genio humano. No se puede dejar que ese patrimonio cultural, como es el patrimonio natural amazónico, sea
manipulado y destruido por el sólo placer de un propietario o de un país.
No hace mucho tiempo, un millonario japonés decidió
enterrar, junto con él, un cuadro de un gran maestro.
Por el contrario, ese cuadro tendría que haber sido
internacionalizado.
Durante este encuentro, las Naciones Unidas están
realizando el Foro Del Milenio, pero algunos presidentes de
países tuvieron dificultades para participar, debido a
situaciones desagradables surgidas en la frontera de los
EE.UU. Por eso, creo que Nueva York, como sede de las
Naciones Unidas, debe ser internacionalizada. Por lo menos
Manhatan debería pertenecer a toda la humanidad.
De la misma forma que París, Venecia, Roma, Londres, Río de
Janeiro, Brasilia... cada ciudad, con su belleza
específica, su historia del mundo, debería pertenecer al mundo entero.
Si EEUU quiere internacionalizar la Amazonia, para no
correr el riesgo de dejarla en manos de los
brasileños, internacionalicemos todos los arsenales
nucleares. Basta pensar que ellos ya demostraron que son
capaces de usar esas armas, provocando una destrucción
miles de veces mayor que las lamentables quemas realizadas
en los bosques de Brasil.
En sus discursos, los actuales candidatos a la presidencia
de los Estados Unidos han defendido la idea de
internacionalizar las reservas forestales del mundo a cambio de la deuda.
Comencemos usando esa deuda para garantizar que cada niño
del mundo tenga la posibilidad de comer y de ir a la
escuela. Internacionalicemos a los niños, tratándolos a
todos ellos sin importar el país donde nacieron, como
patrimonio que merecen los cuidados del mundo entero. Mucho
más de lo que se merece la Amazonia. Cuando los dirigentes
traten a los niños pobres del mundo como Patrimonio de la
Humanidad, no permitirán que trabajen cuando deberían
estudiar; que mueran cuando deberían vivir.
Como humanista, acepto defender la internacionalización
del mundo; pero, mientras el mundo me trate como brasileño,
lucharé para que la Amazonia, sea nuestra. ¡Solamente
nuestra!
NOTA: Este artículo fue publicado en el NEW YORK
TIMES, WASHINGTON POST, USA TODAY y en los diarios de mayor tirada de EUROPA y JAPÓN.
La semana pasada escribí en este blog una entrada en la que recordé cómo la Iglesia del primer milenio tuvo un concepto de la vocación sacerdotal muy distinto del que tenemos ahora. Hoy se piensa que la vocación es la “llamada de Dios” para que un cristiano, con la aprobación del obispo, pueda ser ordenado sacerdote. En los primeros diez siglos de la Iglesia, se pensaba que la vocación es la “llamada de la comunidad” para que un cristiano fuese ordenado sacerdote. Pero ocurre que, en este momento, la escasez de vocaciones es un hecho tan notable que hasta los políticos cristianodemócratas de Alemania han hecho pública una carta en la que piden al episcopado que puedan ser ordenados de sacerdotes hombres casados. Hasta los hombres de la política andan preocupados de lo mal que van las cosas en la Iglesia, entre otros motivos, por la alarmante falta de sacerdotes para atender las necesidades espirituales de los católicos.
Así están las cosas en este momento. Los obispos - ya lo han dicho los alemanes - no están dispuestos a suprimir la ley del celibato. Y menos aún estarían dispuestos a tomar decisiones más radicales en cuanto se refiere al clero, especialmente por lo que respecta a la necesidad de que en la Iglesia haya sacerdotes para administrar los sacramentos. Yo no sé si los obispos van a ceder en este delicado asunto. Y si ceden, cuándo lo harán. Sea lo que sea de todo esto, me parece que ha llegado el momento de afrontar esta pregunta: ¿y si llega el día en que nos quedemos prácticamente sin sacerdotes? ¿sería eso el derrumbe total de la Iglesia?
El cristianismo tiene su origen en Jesús de Nazaret. Pero Jesús no fue sacerdote. Jesús fue un laico, que vivió y enseñó su mensaje como laico. Jesús reunió un grupo de discípulos y nombró doce apóstoles. Pero aquel grupo estaba compuesto por hombres y mujeres que iban con él de pueblo en pueblo (Lc 8, 1-3; Mc 15, 40-41). La muerte de Jesús en la cruz no fue un ritual religioso, sino la ejecución civil de un subversivo. Por eso la carta a los hebreos dice que Cristo fue sacerdote. Pero este escrito es el más radicalmente laico de todo el Nuevo Testamento. Porque el sacerdocio de Cristo no fue “ritual”, sino “existencial”. Es decir, lo que Cristo ofreció, no fue un rito ceremonial en un templo, sino su existencia entera, en el trabajo, en la vida con los demás y sobre todo en la horrible muerte que sufrió.
Para los cristianos, no hay más sacerdocio que el de Cristo, que consiste en que cada uno viva para los demás. Ni más ni menos que eso. El sacerdocio cristiano, tal como se vive en la Iglesia, no tiene fundamento bíblico ninguno. Por eso en la Iglesia no tiene que haber hombres “consagrados”. Lo que tiene que haber es hombres y mujeres “ejemplares”. El “sacerdocio santo” y el “sacerdocio real” del que habla la 1ª carta de Pedro (1, 5. 9) es una mera denominación “espiritual” de todos los cristianos.
Además, en todo el Nuevo Testamento jamás se habla de “sacerdotes” en la Iglesia. Es más, está bien demostrado que los autores del Nuevo Testamento, desde san Pablo hasta el Apocalipsis, evitan cuidadosamente aplicar la palabra o el concepto de “sacerdote” a los que presidían en las comunidades que se iban formando. Esta situación se mantuvo hasta el siglo III. O sea, la Iglesia vivió durante casi doscientos años sin sacerdotes. La comunidad celebraba la eucaristía, pero nunca se dice que la presidiera un “sacerdote”. En las comunidades cristianas había responsables o encargados de diversas tareas, pero no se les consideraba hombres “sagrados” o “consagrados”. En el s. III, Tertuliano informa de que cualquier cristiano presidía la eucaristía (“De exhort. cast. VII, 3).
¿Qué pasaría si se acabaran los sacerdotes en la Iglesia? Simplemente que la Iglesia recuperaría, en la práctica, el modelo original que Jesús quiso. Lo que pasaría, por tanto, es que la Iglesia sería más auténtica. Una Iglesia más presente en el pueblo y entre los ciudadanos. Una Iglesia sin clero, sin funcionarios, sin dignidades que dividen y separan. Sólo así retomaríamos el camino que siguió el movimiento de Jesús: un movimiento profético, carismático, secular. El clericalismo, los hombres sagrados y los consagrados han alejado a la Iglesia del Evangelio y del pueblo. Así lo ve y lo dice la gente. La Iglesia se pensó que, teniendo un clero abundante y con prestigio, sería una Iglesia fuerte, con influencia en la cultura y en la sociedad. Pero a los hechos me remito. Ese modelo de Iglesia se está agotando. No podemos ignorar todo el bien que los sacerdotes y los religiosos han hecho. Y el que siguen haciendo. Pero tampoco podemos olvidar los escándalos y violencias que en la Iglesia se han vivido y de los que el clero, en gran medida, ha sido responsable.
Pero lo peor no es nada de eso. Lo más negativo, que ha dado de sí el modelo clerical de la Iglesia, es que quienes han tenido el “poder sagrado”, se han erigido en los responsables y, de las “comunidades de creyentes”, han hecho “súbditos obedientes”. La Iglesia se ha partido, se ha dividido, unos pocos mandando y los demás obedeciendo. En la Iglesia debe haber, como en toda institución humana, personas encargadas de la gestión de los asuntos, de la coordinación, de la enseñanza del mensaje de Jesús... Pero, una de dos: o Jesús vivió equivocado o los que andamos equivocados somos nosotros.
Por supuesto, el final del clero no se puede improvisar. Probablemente el cambio se va a producir, no por decisiones que vengan de Roma, sino porque la vida y el giro que ha tomado la historia nos van a llevar a eso: a una Iglesia compuesta por comunidades de fieles, conscientes de su responsabilidad, unidos a sus obispos (presididos por el obispo de Roma), respetando los diversos pueblos, naciones y culturas. Y preocupados sobre todo por hacer visible y patente la memoria de Jesús. Ya son muchas las comunidades que, por todo el mundo, a falta de clérigos, son los laicos los que celebran ellos solos la eucaristía. Porque son muchos los cristianos que están persuadidos de que la celebración de la eucaristía no es un privilegio de los sacerdotes, sino un derecho de la comunidad. El proceso está en marcha. Y mi convicción es que nadie lo va a detener. Termino afirmando que, si digo estas cosas, no es porque me importe poco la Iglesia o porque no la quiera ver ni en pintura. Todo lo contrario. Precisamente porque le debo tanto y me importa tanto, por eso, lo que más deseo es que sea fiel a Jesús y al Evangelio.
José María Castillo
Teólogo español
Desde hace ya más de sesenta años en que comencé a frecuentar ambientes parroquiales, muchos años de Acción Católica, sermones, retiros, cursillos, etc. vengo oyendo hablar de “la madurez del laicado”.
A veces como una aspiración de la Iglesia, otras como la constatación de una supuesta realidad. Yo aceptaba la frase sin cuestionarme demasiado su real significado. Sin tratar de analizar qué es un laicado maduro y qué uno inmaduro. Raramente se explicitaba el sentido de la afirmación. Por otra parte se nos inculcaba que “el que obedece no se equivoca”. Era deseable ser maduro y también ser obediente. La conclusión era clara. El más obediente era el más maduro y viceversa. ¿Pero “obediente” a quién? Al evangelio, claro, siempre transmitido, interpretado y mediatizado por nuestro sacerdote. En otras palabras, obediente al sacerdote. Felizmente, el tiempo pasó y pude ir viviendo y comprendiendo. Fui descubriendo que “la Iglesia” es una realidad mucho más compleja y misteriosa. La simple obediencia ciega a nuestros clérigos no es lo que Dios nos pide. Me animo a decir que ni siquiera se lo pide a los niños pequeños respecto de sus padres. Estos deben buscar que sus niños crezcan, desarrollen un criterio propio, es decir que “maduren”. La metáfora del pastor y las ovejas es muy rica, siempre que no la tomemos al pie de la letra, por lo menos respecto a nuestros pastores terrenales. El único pastor que aceptamos, y que se nos manifiesta de infinitas maneras, incluso pero no exclusivamente a través de directivas de obispos y autoridades religiosas, es Cristo.
Mientras tanto: ¿Qué es lo que tenemos? Me voy a permitir ser esquemático para poder transmitir mi idea. Existe una feligresía madura, que consigue distinguir lo esencial de lo accidental, que respeta y sabe escuchar a sus obispos y sacerdotes, pero acepta que ellos, aunque asistidos por una gracia especial de Dios, siguen siendo hombres sujetos a las debilidades y limitaciones de los hombres. Una feligresía que toma la iniciativa cuando entiende que es necesario aún a riesgo de equivocarse, y que al mismo tiempo acepta con humildad la corrección que eventualmente pueda recibir de los que deben cumplir esa función.
También existe un laicado “infantil”, apegado a devociones que muchas veces buscan, a través de diversas intercesiones, obtener alguna ventaja para su vida terrenal, que acepta rápidamente una proliferación de milagros y apariciones de la Virgen, que incluso practica abiertas supersticiones. Una feligresía que concentra sus energías en homenajear al cura párroco o al obispo, en fiestas patronales, en novenas, triduos, meses de María, etc. Que busca rodear al sacerdote (que se deja rodear) aislándolo de “los de afuera”. Y que al mismo tiempo parecería haber olvidado que su única misión, el mensaje a transmitir, es que Dios es Amor, que ama a su creación y muy especialmente ama al hombre, a todos los hombres, y que la única “metodología” de los cristianos es el amor recíproco. Y no es que corresponda descalificar las devociones o actos de piedad mencionados, sólo que estos deberían servir para ayudarnos a cumplir con lo esencial. Que los hombres puedan decir de nosotros como de las primeras comunidades cristianas: “Miren cómo se aman”. Y que a través de ese amor vivido puedan encontrar a Dios.
Pero también, y quizá esto sea un paso hacia la madurez, existe una feligresía adolescente, que cuestiona todo lo que proceda de la jerarquía eclesiástica. Que no admite, que casi se asombra por la existencia del pecado. Como si éste fuera una novedad en la vida de la Iglesia jerárquica y no jerárquica y en la misma vida nuestra y como si nuestro cristianismo dependiera del de los clérigos. Que descubre que los padres no son perfectos, y entonces se escandaliza y se revela. Pidamos al Padre que nos haga avanzar rápidamente hacia la verdadera madurez. La que Él espera de nosotros, los laicos.
Leonardo J. Salgado
Es el ministro de Cultura del Papa. Y uno de los mejores biblistas de la Iglesia católica. Se llama Gianfraco Ravasi y algunos lo colocan en la rosa de los papables con garantías. Pues bien, esta autoridad curial y de prestigio teológico resulta que acaba de publicar un artículo en el periódico italiano "Il Sole 24 Ore", en el que reivindica al "Jesús" de Pagola en términos muy elogiosos. Tanto es así que el purpurado asegura que "la mejor forma para guiar al lector no técnico en medio de esta selva (de interpretaciones cristológicas) me parece la narrativa realizada en España por dos teologos, Armand Puig i Tarrech (Jesús. Respuesta a los enigmas. San Pablo) y José Antonio Pagola (Jesús. Una aproximación histórica. PPC)". Se puede decir más alto, pero no más claro.
¿Qué va a hacer, ahora, el actual obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que difundió en la página web de la diócesis de Tarazona, de la que entonces era titular, un informe, en el que desacreditaba por completo la obra y la teología de Pagola, a la que llegaba a acusar de herejías? ¿Qué va hacer, ahora, el secretario técnico de la comisión episopal para la Doctrina de la Fe y obispable, José Rico Pavés, que firmaba dicho estudio?
¿Qué va hacer, ahora, Martínez Camino, con las presiones que ejerció contra PPC y su matriz SM, obligándo a la editorial de los marianistas a no volver a imprimir el libro de Pagola?
¿Quién va a reivindicar, ahora, la figura del anterior obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte, que dio siempe la cara por su teólogo y, más aún, colocó su nihil obstat en el libro?
¿Qué van a hacer los "talibanes" que quemaron en la hoguera de sus insultos primero al libro, a Pagola, a la editorial PPC y a SM, Euskadi, teología y hasta a monseñor Setién por extensión? ¿Quién les va a resarcir por los daños causados? Daños y perjuicios económicos, pero sobre todo morales.
Demetrio Fernández, José Rico Pavés y Juan Antonio Martinez Camino deberían salir a la palestra pública y pedir perdón humildemente, reconocer su error, rehabilitar el honor pisoteado del teólogo y de monseñor Uriarte, resarcir a la editorial y...retirarse, los tres en comandita, a un monasterio a rezar. Con saco y sayal durante una larga temporada. O quedarse allí.
Nos alegramos por Pagola, nuestro colaborador, por SM, la empresa que tanto sufrió en este envite, por monseñor Uriarte, que siempre dio la cara por su teólogo, y, sobre todo, por tanta gente que encontró en el libro de Pagola, ahora refrendado por el Vaticano, una fuente de encuentro con el verdedero rostro de Jesús.
Este es el párrafo del artículo del cardenal Ravasi en "Il Sole 24 Ore" del pasado dia 5 de diciembre:
Siamo giunti, così, alla Third Quest, il terzo sentiero aperto nel 1985 e ancora in cantiere: è «il paradigma giudaico postmoderno», come lo definisce Segalla, inaugurato da Ed Parish col suo Gesù e il giudaismo, tradotto da Marietti nel 1992. Alla base c’era la fiducia di conoscere il Gesù storico collocandolo all’interno dell’alveo del giudaismo in cui egli era sorto e vissuto, ma col quale aveva anche segnato discontinuità e originalità. Questo nuovo modello storiografico e teologico, accuratamente presentato da Segalla, ha subito alcune ramificazioni interessanti attraverso il «Gesù ricordato» nella tradizione orale (James D. G. Dunn) e il «Gesù testimoniato» (Richard Bauckham). Ma fermiamoci qui per non disperdere i nostri lettori che comunque rimangono avvertiti della complessità attuale della ricerca, dell’alto livello degli studi storico-critici condotti dagli esegeti, della conseguente volgarità di chi pensa che “cristiano” sia sinonimo di “cretino”, ma anche dei rischi di offuscamento che una simile galassia di analisi può generare. Il modo più trasparente per guidare il lettore non “tecnico” in questa selva rimane forse quello narrativo adottato in Spagna da due studiosi, Armand Puig i Tàrrech (Gesù. Risposta agli enigmi, San Paolo) e José Antonio Pagola (Gesù. Un approccio storico, Borla). Certo è che rimane sempre viva quella domanda che Cristo aveva lasciato serpeggiare nel suo uditorio e che Mario Pomilio aveva posto al centro del suo Quinto Evangelio (1975): «Cristo ci ha collocati di fronte al mistero, ci ha posti definitivamente nella situazione dei suoi discepoli di fronte alla domanda: Ma voi, chi dite che io sia?».
José Manuel Vidal




