Los curas del mañana

Las comunidades de los discípulos de Jesús se reúnen en sus casas.
Con el título “LOS CURAS DEL MAÑANA, una propuesta para comunidades sin Eucaristía”, el obispo Dom Federico Lobinger (foto), nacido en Alemania, pero que ejerce su ministerio desde 1986 en Aliwal Norte, África del Sur, de 78 años, ha escrito un libro que plantea cómo debieran ser los curas del mañana. Está completo en Proconcilio (http://www.proconcil.org/)
Esta es una síntesis realizada por Juan y Gabriel.

LAS COMUNIDADES DE LOS DISCIPULOS DE JESUS DE NAZARETH QUE SE REUNEN EN LAS CASAS DE LA GENTE (Cfr. 1 Co 16, 19)

Existe una convicción de fe profunda de que el liderazgo de la comunidad no solo debe ser apoyado y confirmado por la comunidad sino que, además, la comunidad misma, en el fondo, es la autoridad que fundamenta y legitima este liderazgo. (‘Kerk & Ambt’) Consejo de los Dominicos holandeses en 2007)
Como el documento consta de 104 folios y sería muy extenso un comentario detallado de todo el documento, sólo vamos a subrayar las principales ideas- fuerza que Lobinger aporta y que nos parecen bastante convincentes.
1.- Es evidente que muchísimas parroquias han desaparecido o se han tenido que cerrar por la falta de curas. En ocasiones dos, tres sacerdotes tienen que atender a grupos numerosos de antiguas parroquias. La Eucaristía para muchos fieles es algo a lo que pueden acceder sólo durante 4 ó 5 veces al año.
Lobinger ha visitado personalmente varias de estas parroquias en varias partes del Mundo. De modo genérico, para no señalarlas, las describe así:
1.- Parroquia asiática rural con 69 comunidades desparramadas
2.-En una parroquia urbana de Asia con 86 comunidades
3.-En una parroquia urbana de Brasil, compuesta por 14 comunidades
4.-En una parroquia rural africana con elección de líderes de la liturgia
5.-En una parroquia rural de África, con catequistas de aldeas
6.-En Europa: quince parroquias rurales, con dos curas
7.-En Europa o en América del Norte: un solo cura para cinco parroquias pequeñas
8.-En Europa o en América del Norte: tres comunidades con un solo sacerdote
9.-En Europa o en América del Norte: una sola parroquia grande, urbana
Lobinger apuesta por la ordenación de curas casados, pertenecientes a las mismas comunidades cristianas de esos lugares apartados. Él les llama “curas comunitarios” que coexistirían con los curas diocesanos actuales. Podrían estar casados, estarían vinculados a las mismas comunidades, trabajarían en equipo y se repartirían las tareas entre ellos.
¿Qué decir de esta propuesta?
Para muchos de nosotros que desde hace años nos movemos en las comunidades cristianas de base, podemos decir que esta propuesta nos parece muy interesante para que los responsables de la Iglesia se la vayan planteando con urgencia para llevarla a la práctica de un modo más institucional.
Pero muchos de nosotros ya lo venimos practicando en no pocas partes del Mundo de modo aún más abierto desde hace años y sin esperar la aprobación del Vaticano. Nos parece que la pregunta no debiera ser “Cómo deben ser los curas de Mañana” sino. “Cómo debe ser la Iglesia de mañana”.
Y pensamos que debe ser una iglesia no clerical, donde los curas no tengan protagonismo ninguno. Es la Comunidad la que debe tomar el protagonismo. Es la Comunidad la que organiza y reparte los distintos servicios a realizar entre todos.
Muchas comunidades cristianas hoy celebran la Eucaristía sin ningún protagonismo de los curas. Tenemos conciencia de que es la Comunidad cristiana toda ella la que debe celebrar la Eucaristía, sin protagonismo de ningún cura. Cualquiera de la Comunidad, sea hombre o mujer, soltero o casado, puede asumir la presidencia o coordinación de la Eucaristía donde todos participan en igualdad y donde cada uno de los miembros aporta a los demás lo mejor de ellos mismos.
Hoy las estructuras actuales de tipo parroquial se nos han quedado pequeñas.
Muchas personas nos sentimos hoy muy lejos de una Iglesia que aparece muy jerarquizada, unida a los centros del poder, preocupada en exceso de lo que opine Roma, muy lejos de los problemas reales del Pueblo y excesivamente centrada en los problemas del dinero, del sexo, de la ortodoxia moral y dogmática. Una Iglesia que con frecuencia vemos identificada con las fuerzas conservadoras y que siente cómo se alejan de ellas los jóvenes, los trabajadores, las clases populares…y con presencia casi exclusiva de gente muy mayor en las iglesias, casi todas, mujeres. Con una liturgia aburrida y sosa.
Llevamos muchos años buscando espacios alternativos donde todos podamos expresarnos, participar, convivir humanamente como amigos, no como extraños, y buscar respuesta a nuestras inquietudes de vivir un Evangelio vivo, dando prioridad a la Palabra y a los gestos de Jesús con aplicaciones para nuestra vida concreta y sus implicaciones en la vida social o cívica. Vivimos unas celebraciones festivas, alegres, creativas… Nuestros lugares de encuentro no son los templos, son nuestras casas acogedoras y abiertas para toda la Comunidad o el campo abierto donde podamos sentirnos todos de un modo más familiar.
Sin lugar a dudas la Iglesia del futuro será comunitaria, carismática (en el mejor sentido del concepto- iglesia abierta al Espíritu) y será misionera, porque hablará el lenguaje del pueblo, llorará con sus tristezas y gozará con sus alegrías y será parte de sus luchas. Un presbítero casado, que viva de su trabajo… es la imagen de una Iglesia capaz de trasmitir a la gente de hoy, en su lenguaje, la Buena Nueva de Jesús Resucitado y del Reino ya presente aunque no en plenitud, sobre todo porque como conceptualizaba Pablo Freire en su educación liberadora, al querer liberar somos liberados, al tratar de trasmitirlo, descubrirá junto a todos los hombres, su presencia obrante, en medio de nuestra historia más cotidiana.-
A nivel institucional la Iglesia debería dejar libertad de acción a cada obispo para que cada uno de ellos permitiera este tipo de comunidades con las características que apunta el obispo Lobinger: curas que podrían estar casados, fueran hombres o mujeres, vinculados a las comunidades que los acepten como uno más entre todos.
Sería positivo que las comunidades supieran que su obispo las apoya. Y podrían ir coexistiendo formas plurales de vivir los ministerios en la Iglesia. Presbíteros que ya se han casado y laicos elegidos por la comunidad deben ir abriendo las experiencias ministeriales… destacando el protagonismo de la Asamblea comunitaria, como lugar de discernimiento de aquello que impulsa el Espíritu Santo y destacando la coordinación de las comunidades en red, como lugar de la presencia multicultural de la experiencia eclesial…
La falta de presbíteros es un signo del Espíritu y un llamarnos a volver a las ferméntales comunidades de la primera hora, donde Él suscitaba ministerios llenos de riquezas y novedad. Necesitamos iniciar este proceso del que algunas comunidades ya han marcado camino, un proceso que deberá aprender a respetar el paso de los más lentos y sin embargo no atar la capacidad creativa de los más progresistas.-
Estas nuevas experiencias enriquecerían sin duda la vida de las comunidades en la Iglesia. Y son especialmente necesarias en países del Tercer Mundo y en las comunidades populares de España y en las experiencias nuevas e incluso ecuménicas que se extienden por Europa…y EE.UU. donde participan de la Eucaristía una rica diversidad comunitaria…
La Iglesia del III milenio deberá ser una Iglesia que sepa sufrir, luchar, reír y llorar con los pueblos en los que esta inserta…que al verla actuar en medio de la realidad, puedan evocar el pan que se parte y comparte…

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