La frase pertenece a Alejandro Olmos Gaona, uno de los que más ha investigado acerca de la Deuda Externa ilegítima de nuestro país. Deuda que venimos pagando desde hace ya más de treinta años, ininterrumpidamente. Una deuda que comienza su historia con la dictadura militar y que –en gran medida- es probablemente fraudulenta e ilegítima (un fallo del año 2000 del Juez Federal Jorge Ballestero lo certifica con claridad) y que ha sido ratificada y aumentada por todos los gobiernos democráticos subsiguientes hasta el actual. Una deuda que asciende –actualmente- al 40 % de nuestro PBI.
Un slogan indiscutible
En estos días, dado el ajetreado debate acerca de los decretos de necesidad y urgencia, que mandan cancelar vencimientos con reservas del banco central, el tema del pago de la deuda está sobre el tapete. Y es preocupante que desde los ámbitos de decisión se esté discutiendo sobre como pagar, pero no se discute algo fundamental: la legitimidad o ilegitimidad de la deuda.
Bajo el slogan “debemos honrar la deuda” o “las deudas hay que pagarlas” se esconde en realidad la legitimación de una estafa. Gran parte de esta deuda que se dice querer “honrar” es deuda ilegítima y fraudulenta, fruto de acuerdos vergonzosos, en los que Argentina renuncia a su soberanía e incluso renuncia a litigar judicialmente si se probara que esos acuerdos son ilegales. Una deuda que en muchos casos es sobre dinero que ni siquiera entró al país, o que apenas fue ingresado, las mismas empresas que se endeudaron lo hicieron salir a bancos del exterior. Y se trata de empresas que siguen operando en el país.
Si se mira en el presupuesto para el 2010, mientras se tiene previstos 28.000 millones de pesos para pagar vencimientos de deuda, se prevén solo 5.800 millones para salud y 14.000 millones para ayuda social. Indudablemente hay un desbalance muy importante. Llama la atención, entonces, que un gobierno que dice querer redistribuir la riqueza, esté empeñado en seguir enviando a manos de acreedores extranjeros las riquezas que se hicieron con el ahorro y el trabajo del pueblo argentino y son imprescindibles para un crecimiento más justo y equitativo.
Un problema ético
El problema de la deuda externa argentina no es ya un problema económico: es un problema ético. Los contratos vergonzosos – que están siendo investigados en juzgados federales – reflejan grietas muy serias en las conductas de funcionarios públicos, políticos y medios de comunicación (que han invisibilizado el tema). Capitales que nunca ingresaron al país y por los que sin embargo seguimos pagando a unas tasas exorbitantes, préstamos usurarios, aumento unilateral de tasas de interés, todo esto revela rapiña y usura por una parte, pero por otro, venalidad, incuria y - cuando menos – graves descuidos en los deberes de funcionarios públicos.
Argentina, se ha dicho, es un país al margen de la ley. Cada vez se ve con más claridad. La fachada de institucionalidad no logra tapar el cáncer de corrupción que desde arriba hacia abajo corrompe el tejido social. Corrupción de la que no somos inocentes los ciudadanos y las instituciones con nuestras acciones u omisiones
Particularmente – también respecto de este tema – las universidades tenemos nuestra responsabilidad: hemos formado en nuestros grados y postgrados a la mayoría de los técnicos y funcionarios que han entregado al país en una deuda externa vergonzosa e ilegítima, que ha significado y significa una expoliación de recursos nacidos del trabajo de los argentinos y que van a engrosar las arcas de los fondos de inversión, bancos y gobiernos, pasando por funcionarios corruptos y la mirada cómplice de quienes deben poner el tema en la agenda pública, pero lo silencian.
Pagan los de siempre
Pero como siempre los más perjudicados son los más pobres. Esta deuda pesa como una losa invisible sobre los salarios y sobre las posibilidades de crecimiento, pero en particular pesa sobre la ausencia de recursos para educación, salud, vivienda digna. La deuda no es solo una gran estafa a la sociedad argentina, sino que es un acto de injusticia para con los más pobres. Las previsiones presupuestarias para 2010 hablan a las claras.
El ejemplo de Ecuador
Lo que aquí estamos proponiendo no es “defaultear” alegremente la deuda, sino que antes de pagar se ordene una auditoria para establecer que parte de la deuda es ilegítima y que parte es legítima.
De esta forma se pagará solo lo legítimo y se dejaría de esquilmar el presupuesto nacional, que debería ser utilizado para crear mayores posibilidades de empleo, de equidad y desarrollo, en lugar de pagar una deuda que no es para nada “honrada” sino bastante deshonrosa.
Rafael Velasco, sj
Rector de la Universidad Católica de Córdoba
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Más información sobre el tema, se puede leer en: “Deuda externa ilegítima argentina: la estafa” ; autores: Miguel Espeche Gil, Hector Giuliano, Alejandro Olmos Gaona, Juan Pedro Schaad, Miguel Rodríguez Villafañe y otros; EDUCC, Córdoba 2008
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