Renunció al obispado de Palencia en 1991 para ser misionero en Suramérica Ganó el premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1998
Nicolás Castellanos se nacionalizará boliviano
El obispo católico español Nicolás Castellanos, que renunció hace dos décadas a la diócesis de Palencia para ayudar a los pobres en Santa Cruz de la Sierra, en el este de Bolivia, se confiesa enamorado de este país y anuncia que se nacionalizará boliviano.
A sus 76 años, el ganador del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia de 1998 alista maletas para viajar a España este viernes en busca de financiación para nuevos proyectos, con la promesa de seguir trabajando por Bolivia "mientras el cuerpo aguante", asegura en entrevista con Efe.
Llegar a su casa en el barrio Plan 3.000 es sencillo, ya que no hay una sola persona que no conozca a Castellanos y sus obras en Santa Cruz, donde "el 60 % son pobres y el 40 % vive en la miseria", agrega el religioso.
Su vivienda es tan modesta como las que le rodean, en una calle de tierra, como cuando llegó a vivir a ese barrio hace dos décadas.
La población de Santa Cruz es conocida por su vocación religiosa, incluso ahora que la relación entre la Iglesia Católica y el presidente boliviano, Evo Morales, se ha deteriorado por constantes ataques del mandatario nacionalista e indigenista.
Castellanos cree innecesarios esos ataques porque su Iglesia es la institución "de mayor credibilidad en Bolivia" por su trabajo a favor de los pobres, a diferencia de éste y anteriores gobiernos que, según dice, no han hecho nada por ellos.
Si tuviera la oportunidad de conocer personalmente a Morales, dice que le pediría un diálogo sincero entre todos para buscar "juntos solución al único problema que tiene Bolivia: la pobreza".
Castellanos recuerda que sus padres, humildes labradores, lograron "con mucho esfuerzo y trabajo" darle carrera a él y a sus hermanos, Hermógenes y Demetrio, aunque a diferencia de ellos, que fueron médicos, optó por la vida religiosa.
"Yo siempre tuve la opción por los pobres; creo que para todo seguidor de Jesús de Nazaret, los pobres son fundamentales", explica Castellanos a Efe, al justificar su renuncia al obispado en 1991 para ser misionero en Suramérica.
El religioso tenía claro dónde quería realizar su apostolado desde que llegó a Bolivia por primera vez en 1988, siendo aún obispo de Palencia, para dar una conferencia.
Luego de que el papa Juan Pablo II aceptase su renuncia, Castellanos se estableció en 1992 en el deprimido Plan 3.000, llamado así porque acogió a ese número de familias que se habían quedado sin casa por una crecida en 1983 del río Piraí, que bordea Santa Cruz.
Hoy, el Plan tiene ya 300.000 habitantes, y aunque Santa Cruz sea la región más próspera de Bolivia, en ese barrio "se masca, se palpa el hambre, la penuria y la necesidad", asegura Castellanos.
Movido por las necesidades de la zona, fundó el Proyecto Hombres Nuevos, para "devolver la dignidad y el protagonismo a los pobres".
Quince colegios, un complejo cultural y deportivo, un hospital, 65 canchas, un centro para niños trabajadores, 500 jóvenes becarios en la universidad y decenas de iglesias, son algunas de las obras del religioso.
Quienes requieren ayuda de Hombres Nuevos simplemente se acercan y se la piden a Castellanos, confiados en que no les decepcionará.
Y están en lo correcto, ya que los recursos para cada obra los consigue en persona, viajando en busca de financiación a Suiza, Italia, Alemania y, sobre todo, a su natal España.
En el tiempo que lleva en Bolivia, le ha tocado ver de todo, aunque el momento más duro fue en 2009, cuando cuatro hombres irrumpieron en su casa para robarle a punta de pistola.
Pero las satisfacciones fueron más que los pesares: la mayor, ver cómo 25 muchachos cruceños a los que apoyó para ser profesionales hoy son quienes administran Hombres Nuevos, en reciprocidad por lo recibido.
Enamorado de su nueva patria, Castellanos comenzó en mayo a tramitar la nacionalidad boliviana, algo que no se le había ocurrido antes porque en Santa Cruz le consideran más "camba que la yuca"; es decir, más cruceño que cualquiera de ellos.
No deja de sorprenderle que le pidan que construya iglesias, pues cuando llegó al país no pensaba hacerlo, pero cada vez que iba a algún barrio a preguntar sobre sus necesidades, la respuesta siempre era la misma: un templo.
"Entonces cambiamos de chip y hemos hecho seis iglesias maravillosas, sin lujos, pero funcionales donde el pueblo tiene un lugar de encuentro", explica Castellanos.
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