25.06.09 | 08:17. Archivado en Italia
Cuenta María Paz López en La Vanguardia que existe una voz en Italia que suele presentarse puntual a todo debate político y social sobre cuestiones éticas y morales: la Iglesia católica. Estos días sin embargo, los obispos italianos y el Vaticano están siendo poco locuaces. En pleno escándalo por la agitada vida privada del primer ministro del centroderecha, Silvio Berlusconi, y por su supuesto trato sexual con prostitutas de lujo, muchos católicos italianos echan de menos una declaración contundente de las jerarquías eclesiales sobre la conducta privada de un cargo público que se proclama además defensor de la familia tradicional.
"Todo tiene un límite. Y el límite de la decencia ha sido superado. Que cada cual extraiga las debidas consecuencias", escribe del primer ministro en un editorial el sacerdote Antonio Sciortino, director de Famiglia Cristiana,semanario católico paulino que tira 800.000 ejemplares. Pero en su crítica a Berlusconi, Sciortino toca de rebote a los prelados por su silencio mayoritario al respecto.
El semanario ha recibido un alud de cartas de lectores decepcionados por esa actitud eclesial. "Sobre el primer ministro dan que pensar ciertos pesados silencios en el seno de su partido -escribe el director de Famiglia Cristiana-. Pero la Iglesia no puede abdicar de su misión e ignorar la emergencia moral en la vida pública del país". Y añade que el gobernante "no puede mercadear con la moral a cambio de prometer leyes favorables a la Iglesia".
A decir verdad, eso parece, pues no puede afirmarse que haya habido un coro de críticas de la Iglesia católica ante las últimas revelaciones sobre la vida privada de Berlusconi. Sólo han hablado dos prelados, ambos de diócesis poco prominentes: Carlo Ghidelli, arzobispo de Lanciano-Ortona (Abruzos), y Domenico Mogavero, obispo de Mazara del Vallo (Sicilia). Ghidelli dijo que "el primer ministro no debe esperar que la Iglesia calle"; y Mogavero afirmó que "ciertos comportamientos pueden minar la confianza hasta la deslegitimación".
A primeros de mayo, cuando trascendió la amistad de il Cavaliere con una chica llamada Noemi Letizia, Avvenire, el diario de los obispos, pidió sobriedad al primer ministro. Y la semana pasada Avvenire -que tira 150.000 ejemplares- le sugirió que aclarara el asunto de las invitadas de pago a sus fiestas, pero este martes dio un giro a sus reflexiones.
"No debe olvidarse que la primera regla de la democracia es que el voto popular sea respetado, y no trastocado por grupos que no tienen legitimidad para ello", escribió el editorialista. El diario episcopal suscribe así veladamente la tesis berlusconiana del "complot" de grupos políticos y periodísticos para quitarle las riendas del país. El Vaticano, experto en prudencias y cautelas, se mantiene al margen.
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