Redes Cristianas escribe una carta al Papa con motivo de su visita a Compostela y Barcelona
"Contrariamente a lo deseado por el Concilio, la voz de nuestras comunidades ha sido secuestrada por la única voz de una Conferencia Episcopal, que de ninguna manera refleja la riqueza de la diversidad de las iglesias locales ni el pluralismo en los creyentes".
Con motivo de la próxima visita de Benedicto XVI a Compostela y Barcelona, Redes Cristianas ha escrito una carta abierta al Papa, en la que denuncian cómo "el divorcio entre la cúpula de los obispos y las iglesias de base es alarmante", hasta el punto de que la institución "ha dejado de ser el referente moral de la sociedad y a nuestro mismo colectivo en ocasiones le ha hecho sentir extranjero, en exilio en nuestra propia casa".
"Usted se verá envuelto en masas, sólo se tratará de un fenómeno fugaz y muy mediático, de muy dudosa repercusión en un cambio del comportamiento religioso", afirma la carta. De ahí, la necesidad de escribir al Pontífice para explicarle, "desde nuestra fe, desde el sentirnos plenamente Iglesia y en coherencia con las enseñanzas que de la misma Iglesia hemos recibido", la situación de la Iglesia en España.
Desde un doble referente: "el seguimiento de Jesús de Nazaret y la preocupación por los pobres". En este sentido, Redes Cristianas insiste a Ratzinger que "Galicia y Catalunya, a pesar de formar parte del mismo Estado, tienen identidades muy singulares, forjadas a lo largo de los siglos, que se expresan en una lengua y con cultura propias; con tradiciones y santuarios propios -como los que visitará en estos días-, que configuran personalidades colectivas muy ricas y diferentes, con derechos históricos todavía no plenamente reconocidos que siempre hemos pedido a la jerarquía de la Iglesia que reconozca en todas las dimensiones de la vida religiosa, pastoral, litúrgica e institucional".
Dos comunidades, al igual que el resto del Estado español, azotadas por "el profundo proceso de secularización y la crisis económica". "En el pasado, el cristianismo fue un elemento esencial en la configuración de nuestras identidades en lo personal y familiar y dentro la sociedad civil. Pero hoy ya no es así", constata la carta, que incide en que la sociedad actual se ve capaz de "construir la historia sin acudir a la religión".
En cuanto a la crisis económica, los firmantes denuncian "la debilidad e injusticia de nuestras sociedades y la perversidad del sistema". Una bases que quisieran se reflejara en el viaje papal, que estuviera marcado por "unos límites de austeridad económica y no diera el más mínimo motivo de crítica. Y al mismo tiempo desearíamos de Usted una palabra de impulso para aquellos colectivos que trabajan por conseguir unas estructuras sociales más justas. Es hora ya de que la Iglesia de un paso en la dirección de su reconciliación con nuestras sociedades".
Cincuenta años después del Vaticano II, desde Redes Cristianas se constata que, "contrariamente a lo deseado por el Concilio, la voz de nuestras comunidades ha sido secuestrada por la única voz de una Conferencia Episcopal, que de ninguna manera refleja la riqueza de la diversidad de las iglesias locales ni el pluralismo en los creyentes. En nuestras sociedades, hoy, el divorcio entre la cúpula de los obispos y las iglesias de base es alarmante". Y de nada sirve "el trabajo sacrificado y silencioso de miles y miles de cristianos y cristianas de base", cuya voz "va quedando progresivamente ahogada ante el continuado ruido de los obispos en la calle".
El escrito también se refiere a términos como laicidad y multiculturalidad, advirtiendo cómo, en muchas ocasiones, los criterios de actuación se convierten "en inquisición y terror", signos de etapas muy alejadas del postconcilio. "Hemos visto cómo -añade Redes Cristianas-, alejada progresivamente de la gente y refugiada en las seguridades del propio grupo, la Iglesia corría el riesgo de convertirse en gueto. Para muchas personas ha dejado de ser el referente moral de la sociedad y a nuestro mismo colectivo en ocasiones le ha hecho sentir extranjero, en exilio en nuestra propia casa".
La carta culmina con algunas reflexiones en torno a la crisis económica, sus causas y consecuencias. En este punto, el colectivo asegura que "vivimos dentro de unas estructuras económicas perversas y de pecado, que para subsistir necesitan pobreza y de las mayorías: crisis alimentarias provocadas por el aumento abusivo de los precios, la deuda externa de los países pobres, el comercio de armas, la imposición de ventajas comerciales desiguales, paraísos fiscales, el negocio de la droga, la explotación infantil, tráficos de seres humanos, especialmente en mujeres, niños y niñas, el despilfarro de los recursos de la naturaleza, etc. en un sistema que lo convierte todo -necesidades básicas y relaciones personales- en objeto de negocio o de compra-venta".
Ante esta estructura de pecado, afirman, "no bastan las apelaciones a la conversión individual. Como cristianos y cristianas compartimos este trabajo por unas estructuras más justas con amplios sectores no creyentes de la sociedad", y lamentan que "nos encontramos todos sin referentes institucionales, políticos, éticos, organizativos". "Echamos en falta la voz profética de la Iglesia, una voz fuerte contra la injusticia en la que los desheredados y desheredadas se sientan comprendidos y comprendidas".
"La apreciación creciente es que le falta sensibilidad y que ha dejado de ser aquel lugar profético de encuentro y acogida de los pobres. Al contrario, la única voz de Iglesia que se escucha gira casi siempre alrededor de los mismos temas: presión política para alcanzar mayores cotas de poder económico o cultural y en temas de moral, se reduce el necesario discurso de la ética y de los valores al monotema de sexualidad", culmina la carta.
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