Por José Manuel Vidal
Jueves, 21 de mayo 2009


Que el Papa aplique con los divorciados vueltos a casar la misma vara de medir que la que utilizó con los lefebvrianos a los que revocó la excomunión. Lo pide el cardenal Carlo María Martini, el Papa soñado por muchos en la Iglesia. En un libro de conversaciones con el sacerdote Luigi Verzé, que anticipó el Corriere Della Sera, el eterno papable va aún más lejos y vuelve a pedir también que se abra en la Iglesia el debate sobre el celibato opcional y sobre la forma actual de elegir obispos.


“Me alegré por la bondad de la que hizo gala el Santo Padre, al revocar la excomunión a los cuatros obispos lefebvrianos”, asegura el arzobispo emérito de Milán. Y saca una conclusión de ello: “Pienso, sin embargo, que hay muchísimas personas en la Iglesia que están sufriendo, porque se sienten marginadas, y en las que también habría que pensar. Me refiero, especialmente, a los divorciados vueltos a casar. No a todos, porque no debemos favorecer la ligereza y la superficialidad, sino promover la fidelidad y la perseverancia. Pero hay algunos que se encuentran en una situación irreversible y sin culpa por su parte”.

Según Martini, “se trata de casos en los que sus protagonistas han adquirido nuevos deberes para con los hijos habidos en el segundo matrimonio, mientras no tienen motivo alguno de volver atrás; más aún, este comportamiento no sería adecuado. Creo que la Iglesia debería encontrar soluciones para estas personas”.

El purpurado reconoce que mostrar entrañas de misericordia en estos casos es algo que no puede hacer un simple sacerdote. “Ni siquiera un obispo”, precisa. Y añade: “Es necesario que toda la Iglesia se ponga a reflexionar sobre estos casos y, guiada por el Papa, encuentre una salida”.

En el libro, titulado “Estamos todos en la misma barca” (Editrice San Raffaele), el cardenal jesuita aborda también el tema del celibato. “Creo que el celibato es un gran valor, que siempre se mantendrá en la Iglesia, porque se trata de una gran signo evangélico. Pero no por eso hay que imponérselo a todos. De hecho, en las iglesias orientales ya no se le exige a todos los sacerdotes”.

Recuerda Martini que “algunos obispos proponen ordenar a hombres casados con cierta experiencia y madurez (viri probati). Creo, sin embargo, que no sería oportuno que se les concediese la responsabilidad de una parroquia, para evitar un ulterior aumento del clericalismo. Me parece más oportuno constituir a estos sacerdotes vinculados a las parroquias en un grupo que opere rotativamente. En cualquier caso, se trata de un problema grave”.

A su juicio, “habrá siempre muchos que optarán por la vía celibataria. Porque los jóvenes son idealistas y generosos. Pero hay muchas situaciones especialmente complicadas, sobre todo en determinados continentes. Creo que les corresponde a los obispos de esos países presentar estas situaciones y encontrarle soluciones”.

El cardenal jesuita se asoma también a otro tema espinoso: la elección de obispos. Y, tras reconocer que “siempre fue un problema en la Iglesia”, recuerda que “en épocas pasadas, cuando el pueblo participaba en la elección de obispos, se producían divisiones y conflictos. Pero hoy, la elección episcopal quizás se haya elevado demasiado”. Y concluye el prelado con rotundidad: “Hay que mejorar la actual forma de elegir obispos”. 


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