Sandro Magister, periodista italiano del diario La Repubblica dio a conocer este artículo
Se le critica que oculte la divinidad de Cristo, para hacerlo más accesible al mundo. En el corazón de la disputa está la Compañía de Jesús. Y también un miembro conocidísimo de ella, el cardenal Carlo Maria Martini.

ROMA, 22 de enero de 2009 – Roger Haight, de 72 años, teólogo, pertenece a la Compañía de Jesús. Pero a juicio de las autoridades vaticanas que velan sobre la recta doctrina, el Jesús de sus escritos está demasiado lejos del que se profesa en el Credo.

Ya en el 2004, el 13 de diciembre, la Congregación para la Doctrina de la Fe, presidida en ese entonces por el cardenal Joseph Ratzinger, había emitido una notificación de condena de las tesis expresadas por Haight en su libro editado cinco años antes: "Jesus Symbol of God [Jesús, símbolo de Dios]". Y había concluido prohibiendo al jesuita "la enseñanza de la teología católica".

Es por este motivo que Haight abandonó la cátedra que tenía en la Weston School of Theology de Cambridge, Massachusetts, dirigida por los jesuitas. Pero no dejó de enseñar teología. Pasó al Union Theological Seminary de Nueva York, un instituto no católico, fundado por los presbiterianos en 1836, en el que enseñaron teólogos protestantes de primer nivel, como Reinhold Niebuhr y Paul Tillich, hoy independiente del control por parte de denominaciones cristianas particulares.

Siguió publicando libros de teología que vuelven a proponer sus tesis de fondo. Publicó dos libros en particular: "Christian Community in History [La comunidad cristiana en la historia]", en tres volúmenes, y "The Future of Christology [El futuro de la cristología]".

Pero ahora las autoridades vaticanas han intervenido nuevamente contra él. Le han ordenado que deje de enseñar teología en cualquier lugar, inclusive en institutos no católicos, y que no publique libros ni ensayos de temática teológica. Esto – al igual que en la notificación anterior – "hasta que no rectifique sus posiciones de modo que sean plenamente conformes con la doctrina de la Iglesia".

La nueva medida fue emitida en el verano pasado, pero sólo en los primeros días de enero de 2009 se ha dado a conocer públicamente. Haight no la ha comentado.

El examen de las posturas de Haight, tanto esta vez como antes de la notificación del 2004, se ha llevado a cabo siguiendo los procedimientos habituales. La Congregación vaticana para la Doctrina de la Fe ha confiado el caso al prepósito general de la Compañía de Jesús, y ésta a su vez ha activado a la provincia americana de la Compañía, a la que pertenece el investigado. Se le pedido a Haight que envíe aclaraciones y rectificaciones sobre los puntos indicados como erróneos, y él lo ha hecho, pero sin convencer a sus jueces para que lo absuelvan. En el año 2002 hubo también un curioso contratiempo. La respuesta de Haight, arribado al Vaticano con retraso respecto a los tiempos establecidos, generó dudas sobre su autenticidad: no había certeza que hubiese sido escrita por él. Por eso le fue devuelta, exigiéndole que volviese firmada en cada una de sus páginas.

Las razones esgrimidas para sostener la condena de Haight no son de poco valor. La notificación del año 2004 las detalla meticulosamente. A juicio de las autoridades vaticanas, Haight utiliza un método teológico que subordina los contenidos de la fe a su aceptación por parte de la cultura postmoderna. Y sustituye con símbolos las realidades objetivas definidas por los artículos del Credo.

En consecuencia, se vacían de contenido verdades capitales de la fe cristiana, como la pre-existencia del Verbo, la divinidad de Jesús, la Trinidad, el valor salvífico de la muerte de Jesús, la unicidad y universalidad de la mediación salvífica de Jesús y de la Iglesia, la resurrección de Jesús. Sobre cada uno de estos puntos la notificación vaticana dice cómo y por qué Haight contradice a la doctrina católica.

Haight se ha atenido siempre a las sanciones recibidas, aunque dilatando un poco los tiempos. Abandonó rápidamente también la cátedra en el Union Theological Seminary de Nueva York. Y está preparando una nueva respuesta escrita, para enviarla a la Santa Sede.

En el Vaticano están seriamente preocupados por este caso. No lo consideran en absoluto circunscrito a los ambientes académicos. Haight es un teólogo de reconocida capacidad comunicativa, es apreciado por la cultura "liberal" tan presente en los medios de comunicación, y goza de conocidos apoyos dentro de la Iglesia, en particular en la Compañía de Jesús.

De los últimos siete teólogos investigados por la Congregación para la Doctrina de la Fe, cuatro son jesuitas. Además de Haight, los otros han sido Anthony De Mello, Jacques Dupuis y Jon Sobrino, éste último exponente de relieve de la teología de la liberación.

No sorprende que un año atrás, mientras la Compañía de Jesús se reunía para elegir a su nuevo prepósito general, las autoridades vaticanas reclamaran a sus numerosos teólogos y exégetas una mayor fidelidad doctrinal y un más efectivo "sentire cum Ecclesia".

Naturalmente, no todos los teólogos jesuitas están bajo sospecha. Para convencer a Haight que corrija sus posturas, la provincia americana de la Compañía de Jesús pidió ayuda también al cardenal jesuita Avery Dulles, teólogo de reconocida grandeza y de indudable ortodoxia, a pesar de su avanzada edad y su precaria salud. El cardenal Dulles falleció en Nueva York el pasado 12 de diciembre.

Pero es indudable que la teología de Haight encontró dentro de la Compañía de Jesús un ambiente en general hospitalario. Él vive en Nueva York, en la casa de los jesuitas que publican "America", revista de vanguardia del catolicismo progresista. En marzo de 2008, cuando ya le habían prohibido enseñar y estaban por llegar sobre él las nuevas sanciones, publicó en "America" un amplio reconocimiento de la teología católica de fines del siglo XIX, con los principales teólogos clasificados en siete corrientes eficazmente descriptas y evaluadas. Todo esto para mostrar que el futuro de la teología católica se juega en su capacidad para representar los artículos del Credo en una forma comprensible para la cultura dominante en Occidente.

Otra revista católica americana dispuesta en apoyo de Haight es "Commonweal". En enero de 2007 publicó una apasionada apología de su pensamiento, bajo el titulo: "Not So Heterodox. In Defense of Roger Haight [No tan heterodoxo. En defensa de Roger Haight]". El autor fue un teólogo muy citado, Paul Lakeland, docente en la Fairfield University, en Connecticut, una de las 28 universidades gestionadas por los jesuitas en Estados Unidos, y primer titular de la cátedra de estudios católicos, a cargo en esta universidad del teólogo jesuita Aloysius P. Kelley.

A su vez, otros teólogos americanos han expresado severas críticas respecto a Haight, quien durante algunos años fue también presidente de la Catholic Theological Society of America. Entre los críticos se cuentan William Loewe, de la Catholic University of America, en Washington, D. C., y John Cavadini, de la Notre Dame University de South Bend, Indiana, también consejero de la comisión doctrinal de la Conferencia de Obispos de Estados Unidos.

Otro crítico de las posturas de Haight es también jesuita y también enseña en una universidad de la Compañía de Jesús, la más importante del mundo. Es Gerald O'Collins, profesor de teología sistemática en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, especialista en cristología.

De O'Collins se recuerda esta embestida, luego de la primera condena de Haight: "Por el Jesús de Roger Haight no daría jamás la vida. Es un triunfo del conformismo sobre la ortodoxia".

En síntesis, Haight preocupa tanto más a la cúpula de la Iglesia en tanto expresa la difundida tendencia a someter la figura de Jesús a los cánones interpretativos de la cultura secular, exaltándolo como un hombre insigne y ejecutor de la justicia, pero eclipsando su divinidad.

Una expresión eficaz de esta tendencia – menos teológica, más discursiva – se ve en el último libro de otro jesuita famoso, el cardenal Carlo Maria Martini: "Conversazioni notturne a Gerusalemme. Sul rischio della fede [Conversaciones nocturnas en Jerusalén. Sobre el riesgo de la fe]".

El Jesús trazado por el cardenal Martini tiene el éxito asegurado, de acuerdo con las ventas de su libro. En todo caso, está muy lejos del Jesús verdadero Dios y verdadero hombre del libro "Jesús de Nazaret" de Benedicto XVI.

Una vez más, Jesús salvador es el gran signo de contradicción a partir del cual se mide la fe católica. Y es llamativo que un epicentro de esta disputa sea precisamente la Compañía de Jesús.

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Morir en Gaza

La sociedad israelí ha sufrido un proceso de derechización radical y una progresiva pérdida de la moral en la vida política. Esto le ha llevado a pensar que no hay acuerdo posible con los palestinos
MARIO VARGAS LLOSA 11/01/2009

De el diario El País, de España
Hay alguna posibilidad de que la invasión militar de Israel a Gaza "destroce la infraestructura terrorista" de Hamás -objetivo oficial de la operación- y ponga fin al lanzamiento de cohetes artesanales de los integristas palestinos que controlan la Franja sobre las ciudades israelíes de la frontera? Yo creo que ninguna y que, más bien, esta operación militar en la que, hasta el momento de escribir estas líneas, han muerto ya más de 600 palestinos, entre ellos gran número de niños y civiles inocentes, y causado millares de heridos, tendrá el efecto de una poda en la comunidad palestina de la que Hamás saldrá reforzada y muy disminuido el sector moderado, es decir, la Autoridad Nacional Palestina liderada por Mahmud Abbas.
Para que la razón esgrimida como justificación del ataque por Ehud Olmert y sus ministros tuviera visos de realidad, Israel debería volver a ocupar Gaza con un enorme despliegue militar permanente o perpetrar un genocidio que ni siquiera los más fanatizados de sus halcones se atreverían a asumir, ni, esperemos, el resto del mundo toleraría, aunque la opinión pública internacional ha mostrado ya más de una vez una supina indiferencia en lo que respecta a la suerte de los palestinos. La verdad de los hechos es que, por más feroz que haya sido el castigo infligido por el Ejército de Israel a Gaza, y precisamente debido al sentimiento de impotencia y odio por lo ocurrido del millón y medio de palestinos que viven hambreados y medio asfixiados en esa ratonera, lo probable es que, una vez que el Tsahal se retire de la Franja y se restablezca "la paz", las acciones terroristas se renueven con nuevos bríos y un deseo de venganza atizado por los sufrimientos de estos días.
Los defensores de los bombardeos y la invasión responden a sus críticos con esta pregunta: "¿Hasta cuándo puede resistir un país que sus ciudades sean víctimas de cohetes terroristas lanzados desde sus fronteras a lo largo de días y meses por una organización como Hamás que no reconoce la existencia de Israel ni oculta su propósito de acabar con él?". La pregunta es muy pertinente, desde luego, y nadie que no sea un fanático o un terrorista puede justificar el acoso criminal constante de Hamás contra las poblaciones civiles de Israel. Ahora bien, si se trata de buscar las causas del conflicto es, a mi juicio, deshonesto quedarse sólo allí, en los cohetes artesanales de Hamás, y no retroceder un poco más en el tiempo para entender -lo que no quiere decir justificar, claro está- lo que sucede en ese explosivo rincón del mundo.
La victoria electoral que llevó a Hamás al poder en la Franja no fue un acto de adhesión masivo de los palestinos de Gaza al fanatismo integrista ni a las acciones terroristas sino un rechazo perfectamente legítimo de los ciudadanos a la ineficiencia y, sobre todo, a la descarada corrupción de los dirigentes de la Autoridad Nacional Palestina. Y, también, un típico acto autodestructivo al que los seres humanos, individuos o colectividades, son propensos cuando llegan a situaciones límite, de indefensión y desesperación totales.
Desde luego que la retirada de Israel de Gaza y el abandono de los 21 asentamientos de colonos que allí había, en el verano de 2005, despertó grandes esperanzas de que este gesto impulsara el proceso de paz que debería conducir a la creación de un Estado Palestino que coexistiera con Israel y le garantizase su seguridad en el futuro. No sólo no ocurrió así. Hamás se alzó con el poder y sus disputas con Al Fatah -con tiroteos y asesinatos de por medio-, por una parte, y, por otra, la política de Israel de incomunicar a Gaza y mantenerla en una suerte de cuarentena implacable, impidiéndole exportar e importar, cerrándole el uso del aire y del mar, permitiendo que sus pobladores salieran de ese gueto sólo a cuentagotas y después de trámites abrumadores y humillantes, contribuyeron al gran "fracaso económico" que hoy día los halcones de Israel exhiben como prueba de la incompetencia de los palestinos para gobernarse a sí mismos.
Me pregunto si algún país en el mundo hubiera podido progresar y modernizarse en las condiciones atroces de existencia de la gente de Gaza. Nadie me lo ha contado, no soy víctima de ningún prejuicio contra Israel, un país que siempre defendí, y sobre todo cuando era víctima de una campaña internacional orquestada por Moscú que apoyaba toda la izquierda latinoamericana. Yo lo he visto con mis propios ojos. Y me he sentido asqueado y sublevado por la miseria atroz, indescriptible, en que languidecen, sin trabajo, sin futuro, sin espacio vital, en las cuevas estrechas e inmundas de los campos de refugiados o en esas ciudades atestadas y cubiertas por las basuras, donde se pasean las ratas a la vista y paciencia de los transeúntes, esas familias palestinas condenadas sólo a vegetar, a esperar que la muerte venga a poner fin a esa existencia sin esperanza, de absoluta inhumanidad, que es la suya. Son esos pobres infelices, niños y viejos y jóvenes, privados ya de todo lo que hace humana la vida, condenados a una agonía tan injusta y tan larval como la de los judíos en los guetos de la Europa nazi, los que ahora están siendo masacrados por los cazas y los tanques de Israel, sin que ello sirva para acercar un milímetro la ansiada paz. Por el contrario, los cadáveres y ríos de sangre de estos días sólo servirán para alejarla y levantar nuevos obstáculos y sembrar más resentimiento y rabia en el camino de la negociación.
Todo esto lo saben, mucho mejor que yo o que cualquier observador, los dirigentes de Israel, que pueden haber perdido los sentimientos y la moral, pero no la inteligencia. La clase dirigente israelí es de muy alto nivel, bastante más culta y preparada que la del promedio occidental. Y, si es así, ¿para qué desatar una operación militar que no va a acabar con el terrorismo de los fanáticos de Hamás y que, en cambio, va a servir para desprestigiar a un Estado que con acciones punitivas como ésta ha perdido ya esa superioridad moral que tuvo sobre sus enemigos en el pasado, por ejemplo cuando Yitzhak Rabin firmó los Acuerdos de Oslo de 1993?
Creo que la respuesta es la siguiente: desde el fracaso de las negociaciones de Camp David y de Taba del año 2000-2001, en las que el Gobierno israelí presidido por Ehud Barak estuvo dispuesto a hacer unas importantes concesiones que Arafat cometió la insensatez de rechazar, la sociedad israelí, profundamente decepcionada, ha vivido un proceso de derechización radical y, en su gran mayoría, llegado a la conclusión de que no hay acuerdo razonable posible con los palestinos. Y que, por lo tanto, sólo una política de fuerza, de represión y castigo sistemáticos, los doblegará, haciéndoles aceptar, al final, una paz impuesta según las condiciones de Israel. Esto explica la popularidad que tuvo Ariel Sharon y el crecimiento del apoyo al movimiento de los colonos que siguen instalando asentamientos por doquier en Cisjordania y a la construcción del Muro que aísla, cuartea y reduce como una piel de zapa a la Cisjordania palestina. Y esto explica, también, que, desde que empezaron a llover las bombas sobre Gaza, haya subido como flecha la popularidad de los laboristas de Ehud Barak, el actual ministro de Defensa, y de la líder de Kadima, la canciller Tzipi Livni, quienes, gracias a la operación militar contra Gaza, han recortado la ventaja que les llevaba, cara a las próximas elecciones, el conservador Benjamín Netanyahu. No hay que olvidar que, según las encuestas, más de dos tercios de los israelíes aprueban la acción militar contra Gaza.
"Nuestros corazones se han endurecido y nuestros ojos se han nublado", dice el periodista israelí Gideon Levy, en un artículo aparecido en el diario Haaretz el 4 de enero de 2009, comentando la incursión del Tsahal en Gaza. Como todo lo que escribe, su texto transpira decencia, lucidez y coraje. Es un lamento por esa progresiva desaparición de la moral en la vida política de su país, aquel fenómeno que, según Albert Camus, precede siempre los cataclismos históricos, y una crítica a esos intelectuales progresistas como Amos Oz y David Grossman que, antes, solían protestar con energía contra hechos como el bombardeo de Gaza y ahora, tímidamente, reflejando la involución generalizada de la vida política israelí, sólo se animan a reclamar la paz. Gracias por demostrarnos que todavía quedan justos en Israel, amigo Gideon Levy.

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Cardenal Martino: "condiciones en Gaza son contrarias a la dignidad humana"

El Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz reiteró su rechazo a la ofensiva israelí. "¿Qué se puede decir cuando matan tantos niños?", se preguntó el Cardenal Martino en entrevista al diario italiano La República.

Las condiciones de vida en Gaza son "contrarias a la dignidad humana", dijo el Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, cardenal Renato Martino, en una entrevista que publica este jueves el diario La Repubblica.

La autoridad vaticana reafirmó así las declaraciones del pasado miércoles en las que aseguró al diario electrónico Il Sussidiario que la franja de Gaza cada vez se parece más a un "gran campo de concentración" y que suscitaron las críticas de Israel.

Los medios de comunicación italianos se hacen eco este jueves de las declaraciones de un portavoz del Ministerio israelí de Asuntos Exteriores que acusó al cardenal de usar "las mismas palabras de Hamas".

"Qué piensen lo que quieran", dijo este jueves Martino al diario La Repubblica y añadió que "sólo hay que mirar las condiciones en las que vive la gente de allí. Rodeadas de un muro que no pueden atravesar y en condiciones contrarias a la dignidad humana (...) lo que está sucediendo en estos días es un horror".

El cardenal Martino aseguró al responder a las críticas que no hay nada en sus declaraciones de estos días que se pueda tachar de antiisraelí. Junto con condenar la violencia por ambas partes, añadió: "¿Qué se puede decir cuando se mata a tantos niños o se bombardean las escuelas de las Naciones Unidas, a pesar de tener tecnologías que permiten localizar hasta una hormiga?".

El cardenal añadió que ahora "ambas partes tienen que volver atrás. Israel tiene el derecho a vivir en paz y los palestinos a tener su propio Estado".

Para resolver el actual conflicto, Martino indicó la posibilidad de enviar "una fuerza internacional de interposición" a la franja de Gaza.

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Hacia nuevos lenguajes pastorales

Ana Donini

El documento conclusivo de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, 2007) emplea un lenguaje y un estilo cordial y de diálogo que, según el testimonio de los participantes, refleja el clima de esos días.

Sin embargo, si lo comparamos con los de Medellín y Puebla, resulta menos profético y convocante. Medellín supo integrar el entusiasmo y el impulso del Concilio con los urgentes problemas de la realidad latinoamericana; Puebla amplió el horizonte de Medellín y superó la denuncia de las desigualdades con un discurso más propositivo, uniendo el mensaje liberador a una evangelización inculturada y comprometida. Aparecida, si bien hace un diagnóstico abarcativo y general de los principales problemas del continente, no profundiza en las causas estructurales de muchos de estos problemas, ni orienta en las mediaciones para abordarlos. El documento no parece asumir en profundidad la crisis institucional de la propia Iglesia, ni adoptar una agenda teológica renovada ante los nuevos desafíos que surgen de su papel en sociedades pluralistas, ni ante los diálogos pendientes en cuestiones de bioética, ética sexual y ética social. Los debates más actuales en estos campos parecen ausentes, o planteados en forma negativa, como la mención a “la ideología de género” (40) sin ningún matiz que reconozca, al menos, la complejidad del tema. Sin embargo, las ausencias o limitaciones señaladas no niegan los aportes muy positivos del documento. Su carácter pastoral y propositivo se dirige a toda la Iglesia de América Latina y convoca a la misión evangelizadora.

Ahora bien, ¿cuántos laicos se sienten convocados? ¿A cuántos llega la invitación de los pastores? ¿Qué entienden por “misión” los distintos y bien heterogéneos grupos que pertenecen a la Iglesia? ¿Cuántos están preparados y dispuestos para esta tarea? ¿Cuán significativo y duradero será su impacto? Tal vez lo cuantitativo no sea el punto más importante, pero es una realidad que hablar del “laico” es apelar a una categoría eclesial en la cual cada vez menos se sienten incluidos. Cuando el Concilio Vaticano II habló de “los gozos y esperanzas” de la humanidad, muchos se sintieron representados. Medellín y Puebla tomaron “la voz de los sin voz” y hubo una vibración en el Pueblo de Dios, desde las comunidades de base hacia sus pastores y viceversa, que tuvo eco a lo largo y a lo ancho de América Latina. Hoy, los signos de los tiempos se han complejizado, y la fragmentación está dentro y fuera de la institución. Aparecida es un intento valioso de volver a las fuentes bíblicas, de privilegiar el encuentro con Jesucristo y la espiritualidad y renovar el compromiso evangélico y el servicio en la construcción del Reino. Sin embargo, además de las desigualdades y la concentración del poder y la riqueza, que son heridas presentes en las sociedades latinoamericanas, con los legítimos reclamos de derechos sociales y políticos que la Iglesia acompaña, aparecen otros cambios culturales profundos que afectan a la hegemonía de las instituciones religiosas y sus códigos morales. La centralidad de los derechos culturales, de la libertad y creatividad del sujeto ante todo tipo de imposición heterónoma, cuestiona fuertemente el estilo de comunicación y el lenguaje de la Iglesia. Como afirma certeramente el cardenal Martini “el nuestro es un mundo en el que son prioritarios la sensibilidad, la emoción y el instante presente”. En este clima cultural de reacción contra una mentalidad excesivamente racional y la resistencia a valores universales impuestos en cuanto verdaderos, se dificulta la acogida, aún la lectura atenta, de declaraciones y documentos que apelan, con un lenguaje muy abstracto, a propuestas éticas, religiosas y humanas fuertes. Estamos inmersos en una modernidad líquida con un pensamiento frágil y una sensibilidad esteticista de muchos y pequeños valores.

Tal vez habría que comenzar a repensar la comunicación desde los paradigmas de la imagen y de la belleza; pensar la Buena Nueva desde los “pequeños relatos” y las “historia mínimas”, esas que conmueven y transforman la vida de los hombres y las mujeres; crear comunidades cristianas que contagien vida, compasión y compromisos concretos con la libertad y la justicia; horizontalizar, democratizar y fraternizar las estructuras eclesiales; promover la autonomía de laicos y laicas con estatura de sujetos y de ciudadanos en la Iglesia y en la sociedad; ayudar a discernir en el mundo globalizado posmoderno no solamente lo errado, injusto o antihumano sino también los gérmenes de una mayor humanización que posibiliten un diálogo más rico entre la Iglesia y la sociedad. Paulo VI, el Papa que mejor nos enseñó el valor y la importancia de las preguntas, y que concebía la evangelización como un diálogo de salvación entre la Iglesia y la humanidad en Ecclesiam suam en 1964, se preguntaba al inicio de su exhortación Evangelii nuntiandi (1975): ¿Qué eficacia tiene en nuestros días la energía escondida en la Buena Nueva, capaz de sacudir profundamente la conciencia del hombre? ¿Hasta dónde y cómo esta fuerza evangélica puede transformar verdaderamente al hombre de hoy? ¿Con qué métodos hay que proclamar el evangelio para que su poder sea eficaz? (...) La Iglesia ¿es más o menos apta para anunciar el evangelio y para inserirlo en el corazón del hombre con convicción, libertad de espíritu y eficacia? (EN 4) Y más adelante, ¿a quién enviar para anunciar el misterio de Jesús? ¿en qué lenguaje anunciar este misterio? ¿cómo lograr que resuene y llegue a todos aquellos que lo deben escuchar? (EN 22). Estas preguntas, formuladas hace más de 30 años, adquieren centralidad y urgencia en un momento en que el diálogo entre la Iglesia y la sociedad parece débil, y un intento esperanzador, como fue la V Conferencia plantea, sin embargo, interrogantes acerca de la fuerza, el alcance y la capacidad institucional de responder a su convocatoria.

No dejan de ser un llamado de atención los resultados de la encuesta sobre creencias y actitudes religiosas en la Argentina: un estudio dirigido por el doctor Fortunato Mallimaci y realizado en enero-febrero de 2008. Los datos relevados muestran por un lado, que 9 de cada 10 entrevistados, creen en Dios (91,1%); un 76% se define católico, con un alto porcentaje de bautizados; y por otro lado, se constata una baja asistencia a los lugares de culto, y gran diversidad de opiniones en temas controversiales que revelan una amplia autonomía y discrepancia respecto de la posición oficial. Por otra parte, dentro de niveles bajos de credibilidad en las instituciones (menos del 60%) la Iglesia católica es la que despierta mayor confianza.

Los datos no son inesperados ni sorprendentes. Pero nos muestran nuevamente la crisis institucional, y cuestionan la posible respuesta de los laicos a una convocatoria como la realizada por el episcopado latinoamericano en Aparecida.

De la revista Criterio

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¡Israel, no oprimas a tu hermano!

…y juzgará entre las naciones y reprenderá a muchos pueblos;
y volverán sus espadas en rejas de arado,
y sus lanzas en hoces;
no alzará espada
nación contra nación,
ni se adiestrarán
más para la guerra”
(Isaías 1,4)

Sonó el teléfono a las 3.45 de la noche. La voz de un amigo preocupado y dolorido se preguntaba qué podía hacer la comunidad internacional frente a los bombardeos de Israel, el 27 de diciembre del 2008 sobre la Franja de Gaza y la posterior invasión terrestre provocando muertes y graves daños a la población palestina, con los llamados “daños colaterales”,utilizado para ocultar las masacres.
Israel trata de justificar los ataques por la escalada de violencia de los misiles lanzados por las milicias de Hamas contra poblados de colonos israelíes en territorio palestino ocupado.
Tras largas décadas, el conflicto entre Israel y Palestina no tiene perspectivas de solución, a pesar de los intentos de diálogo y treguas que terminaron fracasando en el tiempo. El problema es que no quieren llegar a una solución del conflicto.
Los intereses económicos, políticos y militares de Israel y de los EEUU desconocen las reiteradas resoluciones de la ONU para poner fin al conflicto y buscar una salida política y que se aplique la resolución del año 1948 sobre la constitución de dos Estados, el de Israel y Palestina.
En el tiempo transcurrido se ha constituido únicamente el Estado de Israel, país que en alianza con los EEUU se oponen por las armas a la constitución del Estado Palestino, invadiendo su territorio y asentando colonias judías, expulsando y marginando al pueblo palestino y utilizando métodos aberrantes como la tortura, el trato cruel y degradante y violando los derechos humanos; levantando un “muro infame” que divide a los pueblos sometiendo a los palestinos a la marginalidad, la pobreza y el terror.
Todo esto se hace en nombre de la “seguridad y contra el terrorismo”.
Hace varios meses publiqué una nota titulada “Israel, un Estado terrorista”; fue durante la invasión al Líbano, violando su soberanía y provocando muerte y destrucción. Algunos pretendieron tildarme de “antisemita”. Es una forma fácil de querer justificar lo injustificable. Siempre afirmé que Israel tiene derecho a su existencia, a su identidad, cultura y religión. El pueblo palestino tiene los mismos derechos que le son negados por Israel.
Los hechos están a la vista y son incuestionables; si un Estado comete atrocidades contra otros pueblos o contra su propio pueblo, viola el derecho internacional y sus propias leyes, transformándose en un Estado terrorista.
En América Latina sabemos de qué hablamos; somos sobrevivientes del terrorismo de Estado impuesto por las dictaduras militares; tenemos abierta la herida en el alma, en el corazón y en la memoria. Luchamos para recuperar la libertad y el derecho como pueblos y para que no vuelva a ocurrir nunca más en ningún lugar del mundo.
Ningún imperialismo, dictadura o actos terroristas, provenga de quien provenga, es bueno para ningún pueblo.
Los Estados Unidos y sus aliados, en su lucha por el poder y hegemonía mundial, ejercen el terrorismo de Estado. Los hechos son contundentes y hablan por sí mismos, como es la guerra contra Irak, Afganistán y Colombia, violan el derecho internacional y utilizan prácticas aberrantes como fueron los vuelos secretos de la CIA en Europa, los secuestros y desaparición de personas, producidos con el consentimiento de gobiernos europeos contra ciudadanos musulmanes, quienes fueron apresados y acusados de terroristas, enviados y torturados en las cárceles de Guantánamo en la base militar que los EEUU tiene en territorio cubano y en la de Abuh Grhaib, en Irak.
Lugares transformados en centros de torturas que son una ofensa a la humanidad y pone en evidencia la degradación humana en la que han caído.
Debemos reclamar al pueblo de Israel que suspenda inmediatamente la invasión a la Franja de Gaza; reclamar a Hamas la suspensión inmediata de los ataques con misiles a las colonias israelíes.
Israel, ¿hasta cuándo continuarás oprimiendo a tus hermanos? ¿Hasta cuándo continuarás sembrando la muerte, torturas y justificando lo injustificable para destruir al pueblo palestino? ¿Tienes la respuesta, o sólo escuchas la sordera de tu propia voz?
Los pueblos no olvidan, guardan en su mente y corazón a sus seres queridos, el sufrimiento los fortalece en la resistencia, no se resignan a vivir sometidos y humillados y reclaman su derecho a existir, a ser libres y soberanos.
Israel, ¿olvidas tu propia historia de sufrimiento y resistencia? ¿Olvidas el horror del Holocausto y el dolor de tu pueblo? ¿Olvidas a quienes dieron su vida por la libertad?
No hagas a tu hermano lo que hicieron contigo.
Es urgente “desarmar la razón armada”, pero la razón no se desarma a ella misma, ni con otra razón más poderosa aún.
R. Panikkar señala que hay una dialéctica entre lo urgente y lo importante. Quizá sea más urgente afrontar la situación que vive el Medio Oriente, o ver lo que se hace con la razón armada; ya se trate de una decisión personal o política. Se debe compaginar lo urgente con lo importante, sin sacrificar lo uno ni lo otro. Tal vez lo más importante es darse cuenta de que con mera buena voluntad no se va muy lejos. Lo urgente es desarmar a la razón, pero lo importante es comprender que no se trata de vencerla con otra razón superior. La carrera armamentista, la violencia y ataques no conducen a ninguna solución. Tendríamos otra razón más armada. La razón no se desarma a sí misma. Hay que encontrar la función del espíritu.
Israel, escucha el clamor de tus hijos, de quienes vienen luchando por alcanzar la Paz como Daniel Barenboim, quien da testimonio de que la Paz es posible y acercar a palestinos e israelitas a través de la música. Muchas organizaciones judías, comunidades religiosas de diversos credos, en Israel y el mundo, llaman al diálogo y al entendimiento entre los dos pueblos. Son voces que debieras escuchar.
Aún recuerdo los intentos y esfuerzos por la paz realizados por Shimon Peres, actual Presidente de Israel y Premio Nobel de la Paz. ¿Esos gestos e intenciones fueron vacíos de contenido, o fue todo una farsa para continuar la destrucción y muerte del pueblo palestino? ¿Qué respuesta tienes?
Generaciones de israelitas y palestinos nacieron y se formaron en sociedades violentas, no saben de la Paz y del diálogo entre los pueblos, no quieren aceptar la diversidad en la unidad, de otras culturas y creencias y se han transformado en esclavos de la violencia. Necesitan liberarse de sí mismos.
Israel, has provocado una profunda herida a la humanidad marcada en tiempos de odio, de guerra, de dolor y muerte, donde el terror es el común denominador y contamina a las nuevas generaciones ¿Olvidas que lo que siembras recoges?
Hay que desarmar la razón armada para romper el círculo que los atrapa de la violencia, la destrucción y la muerte.
Se necesita mucho más coraje y decisión para construir la Paz que continuar con la guerra que es un signo de debilidad y miedo.
Necesitas transformar las espadas en arados, escucha al Profeta Isaías. Necesitas voluntad política y decisión clarea del espíritu para actuar con dignidad y sabiduría.

Adolfo Pérez Esquivel

Buenos Aires, enero del 2009

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En Gaza, el Vaticano alza bandera blanca

Hamas niega a Israel el derecho de existir. Pero para la diplomacia pontificia el Estado judío se equivoca al defender con las armas su propia subsistencia. El Custodio de Tierra Santa hace públicas las razones que sustentan la política de la Iglesia en el Cercano Oriente.

por Sandro Magister
periodista del diario italiano La Repubblica



ROMA, 4 de enero de 2009 – En los días de las festividades navideñas, Benedicto XVI se ha pronunciado muchas veces contra la guerra que tiene por epicentro la Franja de Gaza.
Pero sus palabras han caído en el vacío. Fracaso no nuevo para las autoridades de la Santa Sede, cada vez que afrontan la cuestión de Israel.
En más de tres años de pontificado, Benedicto XVI ha innovado en lo que se refiere a las relaciones entre las dos confesiones de fe: la cristiana y la judía. Ha innovado también, arriesgándose a caer en la incomprensión y en la contrariedad, tanto entre los católicos como entre los judíos.
Pero en el interín poco o nada parece haber cambiado en la política vaticana respecto a Israel.
La única variante, marginal, está en los acentos. Hasta un par de años atrás, con el cardenal Angelo Sodano como secretario de Estado y con Mario Agnes como director del "Osservatore Romano", las críticas a Israel eran incesantes, pesadas, con rasgos descarados. Hoy ya no es más así. Con el cardenal Tarcisio Bertone, la secretaría de Estado ha suavizado los tonos, y bajo la dirección de Giovanni Maria Vian "L'Osservatore Romano" ha dejado de lanzar invectivas y ha ampliado los espacios del debate religioso y cultural.
Pero se ha mantenido la misma política general. Por cierto, las autoridades de la Iglesia Católica no defienden la existencia de Israel – que sus enemigos quieren negar y es la verdadera y última puesta en juego del conflicto – con la misma explícita y fortísima determinación con la que alzan su voz en defensa de los principios “innegociables” respecto a la vida humana.
Se lo ha visto durante los días pasados. Las autoridades de la Iglesia y el mismo Benedicto XVI han elevado sus voces de condena contra "la dura violencia que ha estallado en la Franja de Gaza en respuesta a otra violencia", sólo luego que Israel comenzó a bombardear en ese territorio los reductos del movimiento terrorista Hamas, no antes. No lo han hecho cuando Hamas consolidaba su dominio feroz sobre Gaza, masacraba a los musulmanes fieles al presidente Abu Mazen, humillaba a las minúsculas comunidades cristianas y lanzaba diariamente misiles contra las poblaciones israelitas del área circundante.

Respecto a Hamas y a su ostensible "misión" de eliminar el Estado judío de la faz de la tierra, y respecto a Hamas como avanzada de las miras expansionistas de Irán en el Cercano Oriente, y respecto a Hamas como aliado de Hezbollah y de Siria, las autoridades vaticanas jamás han accedido a encender alarmas rojas. Jamás han mostrado que juzgaban a Hamas como un riesgo mortal para Israel, como un obstáculo para el nacimiento de un Estado palestino, además de constituir una pesadilla para los regímenes árabes de la región, desde Egipto hasta Jordania y Arabia Saudita.
En el "L'Osservatore Romano" del 29-30 de diciembre, en un comentario en primera página, firmado por Luca M. Possati y controlado palabra por palabra por la secretaría de Estado vaticana, se sostenía que "para el Estado judío, la sola idea de seguridad posible debe pasar a través del diálogo con todos, inclusive con quienes no lo reconocen". Léase: Hamas.
Y en el mismo número del diario vaticano – en una declaración también acorde con la secretaria de Estado – el patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, luego de haber deplorado la "desproporcionada" reacción militar de Israel, repetía el mismo concepto: "Debemos tener la humildad de sentarnos en torno a una mesa y de escucharnos unos a otros". Ni una palabra sobre Hamas y sobre el rechazo prejuicioso de aceptar la misma existencia de Israel.
Por el contrario, ningún relieve ha otorgado "L'Osservatore Romano" a las contemporáneas declaraciones de la Jjefa de gobierno de Alemania, Angela Merkel, según las cuales "es un derecho legítimo de Israel proteger a su propia población civil y su propio territorio" y la responsabilidad del ataque israelita a Gaza es "clara y exclusivamente" de Hamas.
Al afirmar esto, la canciller alemana ha roto el coro de condenas que se ha elevado puntualmente también esta vez por parte de muchas cancillerías – y desde el Vaticano –, luego que Israel ejerciera con las armas su derecho a la autodefensa. En Italia, el experto en geopolítica que más ha resaltado la toma de posición de Angela Merkel, en el diario "La Stampa", ha sido Vittorio E. Parsi, profesor de política internacional en la Universidad Católica de Milán y hasta hace pocos meses comentarista de "Avvenire", el diario de la conferencia episcopal italiana. En "Avvenire", Parsi había escrito dos años atrás, en la época de la guerra en El Líbano, un editorial con el título "Las razones de Israel", en el cual afirmaba:

"La amarga realidad es que, en la región medioriental, la presencia de Israel es considerada como 'provisoria', y la garantía de la supervivencia del Estado judío se basa – por más que sea amargo decirlo – en su superioridad militar".

El problema es que la "provisoriedad" del Estado de Israel es un pensamiento compartido por una parte significativa de la Iglesia Católica. Y es este pensamiento el que influye sobre la política vaticana en Cercano Oriente, el que se encierra en viejas opciones privadas de eficacia y el que le impide captar las novedades que también se han tornado evidentes en estos días, entre las cuales se cuenta la creciente y fortísima aversión contra Hamas por parte de los principales regímenes árabes y por los mismos palestinos que habitan en los Territorios, objetivamente más próximos hoy a las razones de Israel como no lo está el Vaticano.


* * *

Sobre el concepto de la "provisoriedad" de Israel y sobre su influencia en la Iglesia Católica, es iluminador un libro-entrevista que salió a la venta en estos días en Italia, con el Custodio de Tierra Santa, el franciscano Pierbattista Pizzaballa.
El Padre Pizzaballa, a cargo desde 2004, junto al nuncio y al patriarca latino de Jerusalén es uno de los más notables representantes de la Iglesia Católica en Israel. Es también el que se expresa con mayor libertad.
Ahora bien, reconociendo previamente que los cristianos en Tierra Santa son hoy solamente el 1% de la población y que son casi todos palestinos, el Padre Pizzaballa recuerda que "los cristianos han sido protagonistas hasta hace pocas décadas de las denominadas luchas por el resurgimiento árabe" en Palestina, El Líbano y Siria. Hoy ellos "no cuentan para nada, políticamente, en el conflicto israelí-palestino", donde tienen mucho más peso los componentes islámicos. Pero los cristianos han conservado ese "rehusarse a aceptar a Israel" que persiste en una gran parte del mundo árabe.
Una prueba de este rechazo, agrega Pizzaballa, ha sido la oposición a los acuerdos fundamentales y al intercambio de representaciones diplomáticas establecidas en 1993 entre la Santa Sede y el Estado de Israel:

"No ha sido fácil para la Iglesia local aceptar este momento crucial [svolta]. El mundo cristiano de Tierra Santa es prevalentemente árabe-palestino, en consecuencia no se descontaba el consenso. Esto es lo que hace que el gesto de la Santa Sede sea todavía más valiente. Recuerdo muy bien los problemas que padecimos, los temores, los comentarios que no eran para nada entusiastas. Parecía casi una traición a las razones de los palestinos, porque la historia de Israel ha sido vista por ellos como la negación de las propias razones".

Y más aún:

"En febrero de 2000 se celebró el acuerdo de la Santa Sede también con la Autoridad Palestina, lo cual calmó un poco ese temor".

Pero se ha mantenido firme una idea de fondo:

"Cuando se dice que si Israel no existiese no habría todos estos problemas, casi parece que Israel es la fuente de todos los males de Medio Oriente. No creo que sea así. De todos modos, es un dato de hecho que Israel no ha sido aceptado todavía por la enorme mayoría de los países árabes".

* * *

Si Israel no existiese, o si de todos modos no actuase como actúa... Hay que tener en cuenta que pensamientos similares corren no sólo entre los cristianos árabes, sino también entre los exponentes de relieve de la Iglesia Católica que viven fuera de Tierra Santa y en Roma.
Uno de éstos, por ejemplo, es el jesuita Samir Khalil Samir, egipcio de nacimiento, islamólogo entre los más escuchados en el Vaticano, quien en un "decálogo" de su autoría, presentado hace dos años a favor de la paz en Medio Oriente, ha escrito lo siguiente:

"La raíz del problema israelí-palestino no es religiosa ni étnica, es puramente política. El problema surge cuando se crea el Estado de Israel y se divide Palestina en 1948 – a continuación de la persecución organizada sistemáticamente contra los judíos –, decidido por las grandes potencias sin tener en cuenta a las poblaciones presentes en Tierra Santa. Ésta es la causa real de todas las guerras que han tenido lugar. Para poner remedio a una grave injusticia cometida en Europa contra un tercio de la población judía mundial, la misma Europa, apoyada por las otras naciones más poderosas, ha decidido y ha cometido una nueva injusticia contra la población palestina, inocente respecto al martirio de los judíos".
Dicho esto, el Padre Samir sostiene de todos modos que la existencia de Israel es hoy un dato de hecho que no puede ser ignorado, independientemente de su pecado de origen. Ésta es también la posición oficial de la Santa Sede, desde hace tiempo favorable a los dos Estados, el israelita y el palestino.
Sin embargo, subordinada a la aceptación de Israel queda en pie en el Vaticano una ulterior reserva, la cual no se refiere a la existencia del Estado, sino a sus actos. Tal reserva se expresa en las formas y en las ocasiones más variadas, y consiste en repetir, cada vez que se desata un conflicto, la frase que los árabes son víctimas y los israelitas opresores. También el terrorismo islámico está llevado nuevamente a esta causa de fondo:


"Muchos problemas, atribuidos hoy casi exclusivamente a las diferencias culturales y religiosas, encuentran su origen en innumerables injusticias económicas y sociales. Esto es verdad también en la experiencia compleja del pueblo palestino. En la Franja de Gaza, la dignidad del hombre está pisoteada desde hace décadas; el odio y el fundamentalismo homicida encuentran su alimento allí".

Quien se ha expresado así – el último entre las autoridades vaticanas – ha sido el cardenal Renato Martino, presidente del pontificio consejo de justicia y paz, en una entrevista publicada en "L'Osservatore Romano" el 1º de enero de 2009.

Ni una palabra sobre el hecho que Israel se ha retirado de Gaza en el verano de 2005 y que Hamas ha tomado el poder por la fuerza en junio de 2007.

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El amor a los enemigos no es una idea original de Jesús
Por José Manuel Vidal




Nació en Buenos Aires en 1966 y es descendiente de los judíos españoles expulsados en 1492. Mario Saban es teólogo, abogado y secretario de la Entesa judeocristiana de Cataluña. Autor de numerosos libros, en su última y quizás el más polémica obra, “El judaísmo de Jesús”, asegura que el Nazareno “no vino a fundar religión alguna”, que era “un fariseo” y que no hay nada en su ética que sea original. Ni siquiera “el amor a los enemigos”.

¿Por qué elige un tema y un título tan significativo para su libro?
Hace muchos años comencé a estudiar los orígenes judíos del cristianismo, pero la verdad es que nunca me atreví con la figura de Jesús. Le tenía una especie de temor reverencial. Por supuesto, lo leía profundamente en el Nuevo Testamento, pero a mí me interesaba ver el desarrollo del cristianismo posterior a la desaparición de Jesús. De ahí mi primera obra del año 94, Las raíces judías del cristianismo, donde hago un análisis desde la desaparición de Jesús hasta el siglo II. Después hice otra parte de la investigación sobre el judaísmo de Pablo, y finalmente otra obra sobre el sábado en el cristianismo. ¿Por qué el cristianismo cambió el sabbat, el día del descanso sabático, por el domingo?.

¿Y quedaba el judaísmo de Jesús?
Efectivamente, y hace 3 o 4 años me tomé el atrevimiento de abordar por fin a Jesús. Supe que sería difícil, pues es un personaje bastante inclasificable desde el punto de vista intelectual. Para conseguirlo, trabajé de dos formas el Nuevo Testamento: literalmente, leyendo de forma directa, y equilibrando las ideas a través de los autores y las diversas teologías. Pero no quise entrar en el terreno cristológico, con el problema del Mesías, pues siendo yo judío, advertí que lo que justamente nos divide a cristianos y judíos, es el problema de si Jesús es o fue el Mesías, es o no Dios. Me salté esa problemática para centrarme en la ética. En si la ética que Jesús postuló era una originalidad o era la misma que los judíos sustentábamos antiguamente.

Porque lo que queda claro desde el principio, es que Jesús fue un judío. ¿Esencialmente, esa es su tesis, junto con la ética de Jesús? ¿Son ésas las ideas fundamentales de su obra?
Sí. Jesús nació y vivió como judío, por lo tanto, alguien podría erróneamente pensar que reformó la religión judía. Pero, justamente, lo que defiendo en mi obra es que Jesús no vino a fundar ninguna religión, ni pensó que iba a originar el cristianismo. Independientemente de si tenía o no autoconciencia mesiánica. El Antiguo Testamento y la Torá, prácticamente coincide con todas las enseñanzas de Jesús. La originalidad es que las enseñanzas de 400 rabinos juntos, se encuentran todas en Jesús. Tenía un conocimiento sensacional y una memoria prodigiosa de todas las escuelas judías de la época. Y de cada una tomaba lo mejor. Por eso se vuelve inclasificable.

Muchas veces decimos desde la vertiente teológica católica que en Jesús hay especificidades, originalidades concretas. Por ejemplo: el amor a los enemigos. ¿Eso era algo habitual en la ética común de aquella época?
Sí. El amor a los enemigos está en los textos de la tradición judía. No es una postura original. En Jesús podemos encontrar enseñanzas que lleguen a radicalizar la ética de la Torá. Su ética es más utópica, exige más. El sanedrín permitía a cualquier rabino radicalizar la Torá, no rebajarla, aunque algunos lo hiciesen. Con lo cual, los rabinos pudieron corregir, para arriba o para abajo, los textos de la Torá.

¿Jesús siempre hacia arriba?
No, a veces también flexibilizando. La mayoría sí, hacia arriba, radicalmente.

En el sabbat, por ejemplo, rebaja, ¿no es así?
Sí, y esto permite ver con qué escuelas fariseas estaba conectado Jesús. Por ejemplo, la escuela de Hillel, pedía flexibilidad en las instituciones, las ceremonias, la ética… Cuando Jesús dice “el hombre no ha sido hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”, está repitiendo las palabras de Hillel en el Talmud. También utilizó Jesús un texto de un rabino que vivió 100 años antes.

¿O sea que no hay nada de lo que conocemos de Jesús que no haya sido dicho antes por los rabinos judíos?

O lo dicen los rabinos o la tradición escrita, y por lo tanto, Jesús no sólo fue judío de nacimiento, sino que todas sus fuentes eran puramente judías.

¿Por ejemplo?
Por ejemplo, el tema del divorcio Jesús lo aborda desde el punto de vista de otra de las escuelas fariseas, la de Shamai, muy dura. Y admite, entonces, el divorcio, sólo en caso de adulterio. ¿Por qué la Iglesia lo prohíbe, si Jesús lo permite por adulterio? En cambio, el judaísmo no heredó la postura de Jesús y de Shamai, sino la de Hillel: flexibilidad total. Y de hecho, en el mundo judío, el divorcio está instituido religiosamente y una persona divorciada puede volver a casarse en la sinagoga. Esto mucha gente católica no lo sabe, pero es así desde la época de Moisés.

Pero Jesús dice “Moisés dijo, la Torá dice, Yo os digo…”. Afirmaciones que, en la teología católica, se aducen como una superación, como un paso más allá de la ética…
Bueno, yo demuestro en una obra sobre la tradición oral hebrea que hay muchos rabinos que dicen “Yo os digo”. Y nadie se inmutó, nadie creó una nueva religión por esto. Todas las excusas de originalidad que el cristianismo necesitó para la independencia de la religión madre, que era la judía, se analizan en el siglo II, pero hasta entonces, los seguidores de Cristo no eran conscientes de estar formando una nueva religión. Seguían a un rabino radical, excelente, que incluso da luz a la interpretación de la Torá de los judíos actuales… pero esto no quiere decir que se formara una “ley de Cristo”, independiente de la Ley de Moisés. Sólo en el siglo II se plantearon: ¿Cómo hacemos para independizarnos de Jerusalén?

¿El que “inventa” el cristianismo es Pablo?
No lo inventa totalmente, pero permite crear un movimiento diferente del mundo judío. Es decir, no es su propia teología, sino las consecuencias de su teología, las que dan lugar a la desvinculación de Jerusalén de los gentiles seguidores de Jesús.

En contra de lo que quería Pedro.
Sí, y también seguramente en contra de lo que quería Jesús. Jesús criticó a los fariseos que van a buscar un prosélito por mar y tierra, y Pablo, que era fariseo hijo de fariseos, justamente hizo esto que Jesús criticó: buscar prosélitos por mar y tierra.

¿Qué diferencias hay entre la ética de Jesús y la de Pablo?
Creo que la ética de Jesús es la misma que la de Pablo. Sólo que Pablo incorpora diferencias culturales del mundo helénico. Pablo hablaba griego, estudió, podría decirse que había ido a la universidad…Su auditorio era la élite judía del Imperio Romano, no los pobres galileos que andaban por ahí. Jesús iba al pueblo. Por eso a Pablo le cuesta más convencer al auditorio de Atenas de la idea de la resurrección. Cuando intenta desde el Areópago convencer a los griegos de esto, lo toman por loco. ¿Quiénes son, entonces, los primeros que lo entienden? Los judíos que vivían en Grecia. Por eso son los que dicen ¡Jesús resucito! Porque existía ya en el marco de la teología judía la idea de la resurrección. Por lo tanto, si estos judíos pudieron convencer a los paganos, fue trasladando esta idea.

En su libro aborda el tema de Jesús como un simple rabino, no como el Hijo de Dios y de María la Virgen.
Yo sólo trato el tema ético, porque en cuestiones de fe cada uno tiene su verdad. No existe una verdad absoluta científica sobre si fue el Mesías o no. Los teólogos alemanes están discutiendo si tuvo autoconciencia o no… Pero mi libro, al llegar a ese límite, se para. Como judío, yo puedo acercarme sólo a que Jesús fue un rabino y un profeta. También entro en las parábolas del Reino, que son casi mesianología obligada. Es decir, cómo un judío del siglo I entendía lo que es el Reino de Dios. Y es tan complejo el tema, que ningún cristiano de a pie, es más, ni de la jerarquía, ni tampoco del ámbito de la Teología, puede descifrar conceptualmente qué es el Reino. Te dirían que es un reino espiritual, para lavarse las manos del problema de si los primeros seguidores vieron a Jesús como un Mesías nacional. Pues, en ese caso, habría que formular al grupo de Jesús con tendencias políticas. De hecho, la única pregunta que le hacen a Jesús después de resucitado, en los Hechos de los Apóstoles, es: ¿Cuándo restaurarás el reino de Israel? Es decir, sus primeros seguidores no le dicen “¿Cuándo vas a crear un mundo de paz y amor?”. Y a oídos de Roma, “¿Cuándo restaurarás el reino de Israel?”, es una rebelión político-militar contra el imperio.

Un Mesías revolucionario.
Para el mundo judío del siglo I, Mesías es revolución. De ahí se puede entender por qué lo matan en la cruz. En cambio, para Pablo, se sacrifica por los pecados del mundo. Pero esto es una concepción post-pascual, post-Jesús. Así que si nadie define el Reino desde el punto de vista material, sólo desde el espiritual, tenemos un problema en la teología tanto judía como cristiana, que es saber a qué se refería Jesús al hablar del Reino.

¿Quién mata a Jesús?
Los romanos, con la alianza de la élite judío-saducea del templo de Jerusalén. Con los colaboracionistas de Roma. Judíos corruptos.

Sé que en tu libro no entras en cuestiones históricas, pero no me resisto a preguntarte. ¿Existió realmente Jesús? ¿Hay pruebas de su existencia real?
Yo te diría que sí. Estoy convencido 100%, después de haber estudiado tanto a Jesús. Porque si su ética ya preexistía, es obvio que Jesús conocía las tradiciones anteriores. Si se llamaba así o de otra manera, es secundario. Pero lo que sí es seguro es que sus enseñanzas son claramente de un rabino del siglo I. Y por ahí es por donde se puede ver su historicidad, desde sus discusiones, propias de un rabino que conocía la teología de la época. Decir que Jesús no existió es ridículo. Un rabino como él tuvo que haber existido, se llamase como se llamara. Porque todas sus enseñanzas están enganchadas con la época.

¿Historiográficamente no existe nada?
Si se plantea la historicidad de Jesús, entramos en un problema más gordo: el de la historicidad de la Biblia entera. ¿Qué prueba tenemos de que existió Moisés, o David, o Pablo? Ninguna. ¿Necesitamos fuentes paralelas para saber que la Biblia es real? En ese caso, tenemos los rollos del Mar Muerto, que nos dan una perspectiva de una historicidad manifiesta de ciertos personajes.

¿Está probado que Jesús estuvo conectado con el mundo esenio?
Estoy convencido de que tuvo que tener contacto. Por sus enseñanzas, que conectan directamente con los esenios. Por ejemplo, el encuentro con el joven rico que quiere ser perfecto, al que dice que entregue todos sus bienes a los pobres. Esto lo pedían los esenios. Los fariseos solo exigían el diezmo, que los judíos siguen exigiendo hoy, que pasó a la Iglesia y también al mundo protestante. Además, los esenios eran apocalípticos inminentes, decían “viene la redención”. Y Jesús dijo que el Reino estaba cada vez más cerca. Los fariseos no tenían esa idea de que el Reino estaba tan presente. _Y la tercera prueba que lo conecta con los esenios es Juan el Bautista, su propio primo. Y él, indudablemente, era esenio, pues existe un paralelismo entre los alimentos que el Nuevo Testamento dice que comía Juan el Bautista y los alimentos que dicen los rollos del Mar Muerto que comían los esenios. _Por tanto, hay conexión entre Jesús y los movimientos esenios. Aunque no les sigue, por ejemplo, en la postura de meterse en una cueva a orar a Dios, sino que, por el contrario, sale a campo político, a predicar. Y no en el Mar Muerto, sino en Galilea. Así que el _área de acción de Juan y de los esenios es diferente de la de Jesús.

¿Cómo definiría, pues, a Jesús?
Si tuviera que definirlo diría que Jesús es un fariseo, pues lo llaman “rabí”, como llamaban a los maestros fariseos, y además cree en la resurrección.

¿Y por qué discute tanto con los fariseos?

Porque en general se discute siempre con la familia, con los más cercanos. Entre los fariseos el gran debate era cómo interpretar mejor la Torá. Querían llegar al núcleo, y cuanto más discutieran, más se acercarían. En cambio, en la cristología del siglo II se desmonta toda la historia para el debate del libre pensamiento judío del siglo I, y se dice que los fariseos fueron los enemigos de Jesús que prácticamente lo llevaron a la muerte. Pero esto no tiene sentido, porque los fariseos no tenían poder ni ante Roma ni ante el sanedrín. Está claro que Jesús estaba fundando una escuela farisea diferente a las demás, pero muchos fariseos lo apoyaban.

¿Cómo ve en este momento la relación del Vaticano, Benedicto XVI, con el rabino Neusner? ¿Qué opina de la eventual beatificación de Pío XII?
En primer lugar, el eje central es Juan XXIII. Con él se produce en la Iglesia un cambio radical con respecto al tema judío. Aunque lo que él aprobó en el Concilio Vaticano II no ha llegado todavía a España. En cambio, en Roma sí hay un espíritu mucho más abierto al diálogo, más liberal. Juan pablo II indudablemente también dio muchísima fuerza al diálogo.

Su visita a Israel, su rezo ante el muro…

Y el reconocimiento del holocausto judío en Europa. Sí, Juan pablo II avanzó mucho en este sentido, aunque yo entiendo que para muchos católicos fuera un Papa conservador internamente. Pero en diálogo interreligioso avanzó muchísimo. Como dices, incluso pidió perdón ante el Muro de los Lamentos por los errores de la Iglesia: Inqusición, cruzadas…Esto fue un acercamiento muy grande.
Del lado judío el acercamiento se complica puesto que no tenemos jerarquías. Pero sí que hay cada vez más autores judíos como yo, que nos acercamos a la figura de Jesús y al cristianismo primitivo. Y ese acercamiento intelectual es también apertura al diálogo.

¿Cómo se siente un sefardí en España? ¿Es España antisemita?
Hay problemas, resquemores, muchos siglos de incomprensión. Esto no se termina de un día para otro. La imagen en España del judío usurero, del judío que tiene dos cuernos y un rabo, que sólo sigue en España, por otra parte. Y esta imagen, que no se tiene, por ejemplo, en Italia, hay que combatirla. Es una especificidad antijudía de España, que muchas veces se hace por inercia, sin intención.

¿Es un tópico?
Sí. Por ejemplo, muchas personas dicen “judiada” en su vocabulario. Y seguramente no lo hagan adrede, porque hay siglos tras este tópico. A lo que se añade la falta de existencia física de judíos en España, pues tras la expulsión de 1492 y hasta el siglo XX, los judíos no volvimos a mostrarnos libremente en España. Francia, Alemania… hasta la propia Roma, con su papado, tuvo judíos durante toda su historia. No fue así en España.

¿La beatificación de Pío XII puede ser un obstáculo en el acercamiento?
Yo creo que sí, porque no queda clara cuál fue su posición.

¿Interpretáis que, al menos, fue el Papa que guardó silencio?
La problemática es si hubiera podido hacer más o no. Si los nazis lo hubieran matado. Si él no habló para sobrevivir como institución, o si, como dice la Iglesia, hizo mucho, pero por debajo de la mesa.

Desde Roma dicen que no hizo más, porque podía haber represalias más fuertes por parte del Tercer Reich contra los judíos.
Más de lo que pasó ya era prácticamente inimaginable. Además, no me queda clara la posición que tenía él dentro de la Iglesia. La Iglesia es una institución y muchas veces no se sabe bien hasta dónde llega la autonomía del Papa. Y en la Segunda Guerra Mundial todavía hay una Iglesia antisemita dentro de Europa. Hay que ver a Pío XII desde la Iglesia de los años 30, donde quedaban restos del antijudaísmo medieval, donde todavía no existía dialogo.

Tras analizar en profundidad a Jesús como un rabino, ¿le seduce su figura?

Sí, a mi Yoshua me seduce muchísimo. Como judío del siglo I, yo le hubiera seguido. A un cristianismo del siglo II, paganizado, no hubiera entrado, pues mi judaísmo me lo impediría, pero como judío del siglo I me queda muy claro que ese nivel de oratoria, de entrar en la ética de forma directa, me hubiera seducido. Claro que sí.

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Carta de un profesor de la Universidad de Gaza

Acabamos de recibir esta carta que nos parece importante que se conozca y difunda.
CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) :Como muestra de solidaridad con todos los profesores, alumnos y alumnas de la Universidad Islámica de Gaza, publicamos la presente carta del Dr. Akram Habeeb, profesor de Literatura Norteamericana en dicha institución.
¿Por qué Israel bombardea una universidad?
Soy becario de la Fundación Fulbright y profesor de literatura norteamericana en la Universidad Islámica de Gaza. En tal condición, siempre preferí mantenerme al margen del conflicto entre Israel y Palestina, ya que siempre entendí que mi deber es enseñar los valores de la convivencia pacífica.
Pero el ataque masivo de Israel contra la Franja de Gaza me obliga a una manifestación.
Ayer por la noche, durante la segunda jornada consecutiva de ataques de Israel a Gaza, los más violentos que se han vivido por aquí, fui despertado por el ruido estremecedor de un bombardeo continuado, cerrado. Cuando me di cuenda de que el blanco era mi universidad, destruida por aviones F-16 fabricados en los Estados Unidos, percibí que los supuestos “ataques selectivos” ya no tenían nada de selectivos.
Políticos y generales israelíes habían afirmado que la Universidad Islámica de Gaza sería un “aparato” de Hamás para formar terroristas. Esto es mentira.
Como profesor independiente, sin afiliación partidaria, afirmo que la Universidad Islámica de Gaza, así como las universidades católicas y las pontificias en todo el mundo, es una institución académica que abarca un amplio espectro de tendencias políticas. La conozco bien, como una prestigiosa universidad que estimula la libre expresión y la circulación de ideas.
Si mi declaración les resulta excesivamente personal y comprometida, los invito a visitar la página web de la UIG (www.iugaza.edu.ps/eng) y a conocer su historia, sus departamentos, los estudios que allí se desarrollan. Podrán enterarse de su presencia en numerosas redes y centros académicos de todo el mundo. Podrán conocer el trabajo de sus profesores, estudiantes e investigadores, los premios y becas de estudio que cotidianamente reciben por parte de reconocidas instituciones en todo el mundo.
¿Por qué Israel bombardea una universidad? No lo sé.
Pero Israel ayer no bombardeó apenas mi universidad. Bombardeó mezquitas, farmacias y casas de familia. En el campo de refugiados en Jabaliya, los ataques mataron a cuatro niñas pequeñas, todas de la familia Balousha. En Rafah, murieron tres hermanos: de seis, doce y catorce años. También perdieron la vida una madre y su hijo de un año, de la familia Kishko, en la ciudad de Gaza.
Son actos que nada puede justificar. Dios ordenó al pueblo elegido: “No matarás. No invadirás la casa de tu vecino”. Dios no elegiría a su pueblo, ni a pueblo alguno, para matar a sus vecinos y robar la tierra en que todos plantan y todos comen. Los blancos que Israel está adoptando son decisiones de su gobierno. Un gobierno que ha elegido deliberadamente matar palestinos. Lleva a cabo en Gaza un genocidio semejante al que otros imperios invasores ya practicaron en otras partes del mundo contra poblaciones originarias. Ningún genocidio es admisible.

Akram Habeeb
Franja de Gaza, Palestina
29/12/2008

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Tomarse la religión en serio

Roberto Di Stefano

La radio reloj que me despierta cada mañana a veces lo hace con noticias referidas a la Iglesia católica. El anuncio suele ser que la Iglesia “rechazó” un proyecto de ley, que “cuestionó” la política del gobierno, que “aprobó” una medida oficial. Por supuesto, entre los obispos y mi dormitorio media el filtro de los periodistas, interesados en destacar aquello que puede ser de interés para un mayor número de personas y por lo tanto atentos a las intervenciones episcopales en temas de debate público. Pero ese filtro acentúa, no crea artificiosamente la imagen de un episcopado dispuesto a invertir mucho tiempo y energía en tratar temas tan dispares como la pobreza, el federalismo, las economías regionales, la salud reproductiva, el medioambiente, el desempleo, la democracia y otros muchos.

No creo que la Iglesia deba encerrarse en las sacristías, como querían muchos de los liberales anticlericales del siglo XIX. Me parece, por el contrario, que tiene el deber de contribuir a mejorar, en la medida de lo posible –medida que a esta altura de mi vida concibo más bien corta–, el atribulado mundo en el que transcurren nuestras existencias. O sea que me parece muy bien que los obispos se preocupen por los temas que aquejan a sus ovejas e intenten ayudar a resolverlos. Pero me da la impresión de que la energía que ponen en ese aspecto particular de su compromiso pastoral es excesiva y que el tono con el que lo hacen es demasiado a menudo incorrecto.

La religión hay que tomársela en serio. Es curioso que obispos tan preocupados por el aumento del “secularismo” en la sociedad tengan una noción tan secular de su tarea pastoral y de la misión de la Iglesia. En nuestra sociedad hay una gran sed de espiritualidad. Hombres y mujeres buscan en distintas tradiciones y experiencias religiosas o filosóficas una respuesta a sus necesidades de sentido y de plenitud. Los libros de espiritualidad se venden más que los de doctrina social de la Iglesia. Pareciera que lo que los creyentes necesitan y buscan en sus pastores, más que la imposible resolución de los problemas económicos, políticos y sociales, es que estén a su lado, que les proporcionen lo que antiguamente se llamaba “pasto espiritual”, que los escuchen y les presten atención, que esperen y recen junto a ellos. No cabe duda de que la Iglesia cumple con eficacia importantes funciones sociales, caritativas, educacionales, sanitarias, etc. Y hace muy bien, por cierto. Pero la tarea fundamental de los pastores es hacer que los hombres y las mujeres se encuentren con Dios.

“Los desdichados no tienen en este mundo mayor necesidad que la presencia de alguien que les preste atención”, decía Simone Weil. La atención, la “com-pasión”, el “sufrir-junto” al que sufre es la actitud previa a la ayuda material, y es lo propio de la religión cristiana. Julio Cortázar dijo alguna vez que su voluntad era “seguir estando ahí, esperando, ayudando a la esperanza con todo lo que se tiene”. “Ahí” significaba su tierra lejana, la Argentina, o más en general América Latina. Bello propósito que nuestros obispos, creo, harían bien en hacer suyo. Muchas veces oigo decir que la Iglesia “no tiene respuestas para los problemas de la sociedad”. ¿Por qué debería tenerlas? Es la sociedad la que tiene que encontrar soluciones a sus problemas. Las religiones –no sólo la Iglesia católica– pueden contribuir de manera importante a esa tarea, pero ella no es, sin embargo, su razón de ser.

Cuestión de tonos

Si consideramos las intervenciones episcopales en materia económica, política y social como modo de contribución a esa tarea, debo decir que el tono con que se formulan me parece inapropiado. De manera frecuente la Conferencia Episcopal se pronuncia más bien como un parlamento paralelo que como un colegio de pastores de almas. Los obispos aceptan, apoyan, rechazan, condenan. El tono de los documentos episcopales es el de una suerte de institución tutelar de la sociedad con derecho a despacharse en orden a todo tipo de cuestiones. Los obispos se erigen en jueces morales de sus rebaños y de la sociedad entera, dos categorías que por otra parte confunden recurrentemente. Pero la sociedad es cosa distinta de la Iglesia. Que la mayor parte de los ciudadanos sean católicos no hace del país una nación católica, ni autoriza a los obispos a cogobernar o a pretender hacerlo.

La Iglesia argentina, por complejas razones históricas que no es el caso explicar aquí, está más habituada a actuar en la sociedad política, en el plano de las relaciones Iglesia-Estado-Partidos- Sindicatos, que a elevar su voz desde la sociedad civil, como una parte más de un orden colectivo altamente secularizado y complejo.

Si los obispos diesen más lugar en sus discursos al mensaje religioso –no a la defensa de los intereses corporativos eclesiásticos, que son cosa muy distinta–, si apuntaran a alimentar la fe y la esperanza de los hombres, a acompañarlos en sus sufrimientos, a reflexionar y a rezar con ellos; si dejaran un poco de lado su obsesión por la normatividad de las conductas, por lo que se puede hacer y lo que está prohibido (porque la religión es mucho más que eso); si empezaran a distinguir con mayor claridad sus rebaños de la sociedad toda, aceptando que no por el mero hecho de ser bautizados los hombres y mujeres integran sus feligresías y están sujetos a su autoridad; si pensaran la Iglesia como parte de la sociedad civil en lugar de apostar tantas fichas a ocupar un espacio en la sociedad política; en fin, si cambiaran de tono, adoptando el de pastores que reflexionan en lugar del de políticos o sindicalistas que aprueban o rechazan, creo que el episcopado –no la Iglesia, que es otra cosa– ganaría respeto y credibilidad.

Este artículo fue publicado en el ultimo número de la revista Criterio

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