El cardenal Ravasi "bendice" a Pagola y a su libro

El sitio Religión Digital acaba de publicar este informe que consideramos de interés para nuestros lectores.
Es el ministro de Cultura del Papa. Y uno de los mejores biblistas de la Iglesia católica. Se llama Gianfraco Ravasi y algunos lo colocan en la rosa de los papables con garantías. Pues bien, esta autoridad curial y de prestigio teológico resulta que acaba de publicar un artículo en el periódico italiano "Il Sole 24 Ore", en el que reivindica al "Jesús" de Pagola en términos muy elogiosos. Tanto es así que el purpurado asegura que "la mejor forma para guiar al lector no técnico en medio de esta selva (de interpretaciones cristológicas) me parece la narrativa realizada en España por dos teologos, Armand Puig i Tarrech (Jesús. Respuesta a los enigmas. San Pablo) y José Antonio Pagola (Jesús. Una aproximación histórica. PPC)". Se puede decir más alto, pero no más claro.

¿Qué va a hacer, ahora, el actual obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, que difundió en la página web de la diócesis de Tarazona, de la que entonces era titular, un informe, en el que desacreditaba por completo la obra y la teología de Pagola, a la que llegaba a acusar de herejías? ¿Qué va hacer, ahora, el secretario técnico de la comisión episopal para la Doctrina de la Fe y obispable, José Rico Pavés, que firmaba dicho estudio?
¿Qué va hacer, ahora, Martínez Camino, con las presiones que ejerció contra PPC y su matriz SM, obligándo a la editorial de los marianistas a no volver a imprimir el libro de Pagola?
¿Quién va a reivindicar, ahora, la figura del anterior obispo de San Sebastián, monseñor Uriarte, que dio siempe la cara por su teólogo y, más aún, colocó su nihil obstat en el libro?
¿Qué van a hacer los "talibanes" que quemaron en la hoguera de sus insultos primero al libro, a Pagola, a la editorial PPC y a SM, Euskadi, teología y hasta a monseñor Setién por extensión? ¿Quién les va a resarcir por los daños causados? Daños y perjuicios económicos, pero sobre todo morales.
Demetrio Fernández, José Rico Pavés y Juan Antonio Martinez Camino deberían salir a la palestra pública y pedir perdón humildemente, reconocer su error, rehabilitar el honor pisoteado del teólogo y de monseñor Uriarte, resarcir a la editorial y...retirarse, los tres en comandita, a un monasterio a rezar. Con saco y sayal durante una larga temporada. O quedarse allí.
Nos alegramos por Pagola, nuestro colaborador, por SM, la empresa que tanto sufrió en este envite, por monseñor Uriarte, que siempre dio la cara por su teólogo, y, sobre todo, por tanta gente que encontró en el libro de Pagola, ahora refrendado por el Vaticano, una fuente de encuentro con el verdedero rostro de Jesús.
Este es el párrafo del artículo del cardenal Ravasi en "Il Sole 24 Ore" del pasado dia 5 de diciembre:
Siamo giunti, così, alla Third Quest, il terzo sentiero aperto nel 1985 e ancora in cantiere: è «il paradigma giudaico postmoderno», come lo definisce Segalla, inaugurato da Ed Parish col suo Gesù e il giudaismo, tradotto da Marietti nel 1992. Alla base c’era la fiducia di conoscere il Gesù storico collocandolo all’interno dell’alveo del giudaismo in cui egli era sorto e vissuto, ma col quale aveva anche segnato discontinuità e originalità. Questo nuovo modello storiografico e teologico, accuratamente presentato da Segalla, ha subito alcune ramificazioni interessanti attraverso il «Gesù ricordato» nella tradizione orale (James D. G. Dunn) e il «Gesù testimoniato» (Richard Bauckham). Ma fermiamoci qui per non disperdere i nostri lettori che comunque rimangono avvertiti della complessità attuale della ricerca, dell’alto livello degli studi storico-critici condotti dagli esegeti, della conseguente volgarità di chi pensa che “cristiano” sia sinonimo di “cretino”, ma anche dei rischi di offuscamento che una simile galassia di analisi può generare. Il modo più trasparente per guidare il lettore non “tecnico” in questa selva rimane forse quello narrativo adottato in Spagna da due studiosi, Armand Puig i Tàrrech (Gesù. Risposta agli enigmi, San Paolo) e José Antonio Pagola (Gesù. Un approccio storico, Borla). Certo è che rimane sempre viva quella domanda che Cristo aveva lasciato serpeggiare nel suo uditorio e che Mario Pomilio aveva posto al centro del suo Quinto Evangelio (1975): «Cristo ci ha collocati di fronte al mistero, ci ha posti definitivamente nella situazione dei suoi discepoli di fronte alla domanda: Ma voi, chi dite che io sia?».

José Manuel Vidal

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Lo bueno y lo malo

por Leonardo j. Salgado

Se sabe que las ideas (como las noticias) pueden ser manipuladas. Todos tenemos claro qué es bueno y qué es malo. Por ejemplo: robar está mal, ayudar al que lo necesita está bien. Es bastante simple. Pero hay un problema. En las situaciones concretas de la vida, lo bueno se mezcla generalmente con lo malo. Y en este caso hay que elegir: ¿Me quedo, tolero, soporto, la parte de mal que tiene un movimiento que busca un bien o, como rechazo el mal evito involucrarme? Para dificultar aún más la toma de una decisión, existen otros factores. Por ejemplo: cuál opción me conviene y cual me perjudica, cuál es segura y cuál es peligrosa. Finalmente, influyen también los malditos y casi inevitables prejuicios de clase, de raza, de lo que sea.

Todo este preámbulo está relacionado —y aquí me permito hablar a mis correligionarios católicos— con muchas de las conductas que adoptamos. De las que creo debemos hacer un severo examen de conciencia. Para hacerlo simple, voy a servirme de un ejemplo. El movimiento sindical, tanto argentino como de cualquier parte, suele ser acusado de corrupto, y muchas veces con razón. El movimiento sindical tiene poder, y el poder corrompe. Desde Constantino hasta la fecha, los católicos sabemos de esto bastante. Y como el sindicalismo es corrupto no sólo nos negamos a participar en él, sino que, en principio ya estamos en contra de él. Ahora bien, digamos también que, hace alrededor de cien años el sindicalismo no tenía poder, no era corrupto. Pero eso sí, estaba promovido por socialistas, anarquistas, comunistas y, entre nosotros, casi todos extranjeros. Además era peligroso ser sindicalista. Suponía peligro de cárcel, bastonazos, despidos y hambre. Y como los sindicalistas eran ateos —eso para nosotros era malo— además de extranjeros, los católicos también estábamos en contra. Nos sentíamos nacionalistas, formábamos parte de “Ligas patrióticas” que aportaban carneros para las huelgas, y aplaudíamos o, en el mejor de los casos ignorábamos represiones brutales, fusilamientos arbitrarios, injusticias flagrantes.

De modo que, por una u otra causa, los católicos terminábamos — ¿terminamos?— estando siempre del lado de los patrones, de los poderosos, del “status quo”. Ser católico casi era, o es, sinónimo de reaccionario, conservador. No es para asombrarse la apostasía de la clase obrera. Por supuesto, ésta es una generalización que corre el riesgo de ser injusta. Siempre existieron los Angelelli, los Romero, las Teresa de Calcuta. Son muchos los que viven como algo más que sólo un slogan la “opción preferencial por los pobres”. Pero admitamos que no es lo que más nos distingue. Ya pedimos perdón por el feo asunto de Galileo y por muchas otras barbaridades cometidos en nombre de Dios. Hagámoslo también por nuestra actitud respecto del movimiento sindical. No fuimos los cristianos los que nos arriesgamos para luchar contra el trabajo infantil, por la jornada de ocho horas, las vacaciones pagas, los derechos laborales de las mujeres y tantas otras conquistas que intentan hacer una sociedad más humana y fraterna.

Leonardo j. Salgado

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España. Transición política, transición religiosa

Por José Mª Castillo.

Uno de los problemas más serios que están por resolver en España es que en nuestro país se produjo, hace más de treinta años, la transición política, pero a estas alturas aún no se ha producido la transición religiosa. De ahí, el desfase que existe, en este país, entre lo político y lo religioso. Un hecho más fuerte y de más graves consecuencias de lo que mucha gente se imagina.


Porque, entre otras cosas, este desfase es lo que explica, en gran medida, el malestar que se vive actualmente en la sociedad española. Un malestar que se pone de manifiesto en los continuos roces que existen entre la Iglesia y el Estado, entre la Conferencia Episcopal y el gobierno del PSOE. No voy a recordar aquí los motivos concretos de roce y conflicto, entre la Iglesia y el Estado, ya que son cosas bien conocidas. Lo que quiero es aportar algunos elementos de reflexión que nos puedan ayudar para que mejoren, si es posible, los condicionantes de una convivencia que anda demasiado crispada.

Es un hecho, comprobado por la historia, que las religiones se suelen encontrar más a gusto y encajan mejor en las sociedades autoritarias que en los regímenes democráticos. Porque, en las comunidades pre-democráticas, coexisten los privilegios de los señores con la servidumbre de la gran masa de la población, que se ve obligada a soportar la dominación del poder más o menos totalitario.

Y es un hecho que, en una sociedad, la religión es seguramente el principal aparato que legitima y promueve la sumisión ideológica al poder. Más de una vez se ha dicho que, al Estado autoritario, Dios le resulta más barato que la policía. Pero es claro que, en las sociedades autoritarias, los privilegios y el bienestar de la religión se edifican sobre la privación o mutilación de derechos y libertades de los ciudadanos.

Este lamentable papel de la religión quedaba suficientemente disimulado, en el régimen anterior, cuando los intereses de la Iglesia y el Estado eran coincidentes. Por eso se comprende que, en los cuarenta años de la pasada dictadura, lo primero que hacían los obispos españoles, en cuanto recibían la ordenación episcopal, era ir a visitar a Franco y ante él pronunciaban el siguiente juramento: “Ante Dios y los Santos Evangelios juro y prometo, como corresponde a un obispo, fidelidad al Estado español y al Gobierno establecido según las leyes españolas. Juro y prometo, además, no tomar parte en ningún acuerdo ni asistir a ninguna reunión que pueda perjudicar al Estado español y al orden público, y haré observar a mi clero igual conducta”.

Así quedaron las cosas legalmente al morir el dictador. El problema que hoy tenemos en España, en cuanto se refiere a todo este asunto, radica en que la transición democrática resultó mejor y fue más rápida de lo que cabía esperar, pero, en aquel proceso de cambio, quedó algún cabo suelto, el tema de la religión. Y ahora nos damos cuenta de que no era un “cabo”, sino un “capitán general”.

Es verdad que los obispos apoyaron la instauración de la democracia y aceptaron la nueva Constitución. Además, la Iglesia no intentó formar un “bloque ideológico” católico. Ni jugó la baza de crear un partido político confesional, ni condenó a los partidos de izquierda.

Pero también es cierto que la Iglesia se movió “bajo cuerda” para sacar dos textos legales que han sido determinantes para asegurar sus privilegios: la mención especial al mantenimiento de las “relaciones de cooperación con la Iglesia católica”, en el art. 16, 3 de la Constitución. Y los Acuerdos Iglesia-Estado de 1979, que, en cuestiones muy fundamentales de orden económico y legal, son sencillamente anti-constitucionales.

El hecho es que la sociedad española se ha secularizado a una velocidad de vértigo, mientras que la jerarquía eclesiástica española, planificada desde Roma con criterios excesivamente conservadores, se ha escorado hacia una coincidencia manifiesta con la derecha política, lo que ha tenido como consecuencia que en España coinciden en este momento la creciente progresión democrática con una alarmante regresión religiosa.

Así las cosas, hoy es imposible en España una sociedad verdaderamente laica. Lo cual quiere decir que, en este país, hoy es imposible una sociedad verdaderamente igualitaria. Baste pensar que los ciudadanos confesionalmente católicos gozan de facilidades y privilegios de los que no gozan los ciudadanos que pertenecen a otras confesiones religiosas.

Por otra parte – y esto agrava la situación -, los obispos españoles, amparados en la presunta coincidencia de sus exigencias morales con la sedicente “ley natural”, se empeñan en que el poder legislativo declare como “delitos” cosas que la moral católica enjuicia como “pecados”.

Así las cosas, todos salimos perdiendo. El Gobierno de la nación, que no consigue acallar a los obispos y a la derecha más ultramontana concediendo beneficios económicos. Los muchos ciudadanos españoles, que, como creyentes, no tienen más remedio que estar en contra de determinadas leyes civiles, de la misma manera que muchos ciudadanos no-creyentes están en contra de leyes impuestas por la religión con las que no están de acuerdo.

Y ya, puestos a quedar mal, hasta la Iglesia se ve perseguida, marginada y ofendida en el país de la Unión Europea que más dinero le concede y en el que todavía conserva privilegios que ya no se admiten en ninguna parte. En definitiva, en este país o Iglesia y Estado se ponen cada cual en su sitio. O tendremos pendencias, malestar y fracturas para mucho tiempo. Con detrimento de todos. (PE/Atrio).

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CARTA A UN AMIGO TEOLOGO SOBRE EL ABORTO EN LAS ELECCIONES DE 2010

Por José Comblín

Querido Arnold,
Usted recuerda el golpe electoral que estalló en la víspera de la primera vuelta de las elecciones de 2010 cuando se produjo todo un alboroto con la cuestión del aborto. Ese alboroto se prolongó durante todo el mes de octubre hasta la segunda vuelta. En las iglesias y fuera de las iglesias se distribuyeron millones de panfletos firmados por los obispos del consejo del regional Sur 1 para intimar a los católicos a votar por el candidato José Serra. El motivo era que los candidatos del PT, principalmente la candidata a la presidencia de la república, querían legalizar el aborto en Brasil, y, por consiguiente querían implantar una cultura de la muerte.

Este incidente me hizo reflexionar un poco sobre ese hecho bastante extraño y su significado eclesial. Quiero comunicarle aquí algo de estas reflexiones.

Los obispos denunciadores se decían los defensores de la vida, es decir, personas que luchan contra el aborto y luchan contra todos los políticos que apoyan el aborto despenalizado en Brasil. Su discurso fue el que utilizan los movimientos que dicen ser defensores de la vida, porque condenan el aborto. Era un lenguaje violento, condenatorio. Solamente por distracción los autores se olvidaron de informar que la despenalización del aborto estaba en el programa del PV (partido verde), y que el candidato Serra ya había autorizado el aborto en ciertos casos, cuando era ministro de la salud, que le valió las protestas de la CNBB (Conferencia Nacional de Obispos Brasileños). Seguramente esto fue un olvido por distracción. Por discreción los obispos omitieron lo que sucedió un día en la vida de la pareja de Serra, lo que fue bueno porque la vida privada no debe interferir con la vida pública.

Sucede que la Iglesia siempre ha condenado el aborto, y estableció una pena de excomunión para todos los que tienen participación activa. Logró que en Brasil exista una ley que castigue el aborto. Pero Brasil es uno de los países donde hay más abortos. Algunos dicen que 70.000 al año, otros estudios incluso dicen que uno de cada cinco mujeres en Brasil que ya practicó un aborto. Siempre es un aborto clandestino y naturalmente es hecho en las peores condiciones para los pobres. Pues para quien tiene condiciones hay clínicas privadas bien equipadas, conocidas, pero nunca denunciadas por la Iglesia. Sobre esas clínicas para los ricos el poder judicial cierra los ojos púdicamente. Después de todo, se trata de personas importantes. Las condenaciones de la Iglesia no tienen ningún efecto. La ley de la república no tiene ningún efecto. Los defensores de la vida no consiguen defender nada. Hablan, hablan, pero sin resultado. Condenan, condenan, pero el crimen se comete con la mayor indiferencia a las condenas verbales o legales. Hablan, condenan. y no pasa nada. Ellos se dan buena conciencia creyendo que defienden la vida, pero no defienden nada. Hay un lugar en el Evangelio donde Jesús habla de las personas que hablan y no hacen nada. Impiden la despenalización, pero defienden la situación actual, o sea son los defensores del aborto clandestino, que es la situación actual.

Su argumento podría ser que la despenalización aumentaría el número de abortos. Sin embargo, la experiencia de otros países muestra que, por el contrario, disminuye el número de abortos. Esto se explica fácilmente. Puesto que una vez que una mujer puede hablar abiertamente sobre el aborto, las autoridades pueden con la ayuda de psicólogas, trabajadores sociales, asistentes religiosos dialogar con ella y buscar con ella otra solución, lo que de hecho acontece. Muchas mujeres no habrían hecho aborto si hubieran recibido ayuda moral o material, cuando estaban desamparadas.

Dado que el documento fue firmado por obispos, yo pensé que los obispos iban a explicar lo que están haciendo en la pastoral de su diócesis para combatir el aborto clandestino, e iban a hacer propuestas a los candidatos en las elecciones sobre la base de sus experiencias pastorales. Pero no había nada en el panfleto. Hubiera sido interesante saber qué hacía la pastoral diocesana para evitar que hubiese abortos. Pero no había nada. Los obispos gritaban, asustaban, condenaban, pero no decían lo que hacían. Algunos lectores pensaron: ya que no hablan de su pastoral para evitar el aborto, debe ser porque no existe esa pastoral. Hablan en contra del aborto, pero no hacen nada para evitarlo. Condenan, y nada más.

Ahora bien, podrían hacer mucho. Muchas mujeres que quieren hacerse un aborto, son mujeres angustiadas, perdidas, desesperadas, que se sienten en una situación sin salida. Muchas quieren el aborto porque sus padres no aceptan que tengan un niño. Otras se ven obligados a tener un aborto por el hombre que las forzó, y que puede ser su propio padre, un hermano, un tío, un padrastro. Otras están desesperadas porque la empresa para la que trabajan, no permite que tengan un hijo. Otros son empleadas domésticas y la patrona no acepta que tengan que cuidar un niño. Así que estas chicas o niñas se angustian y no saben qué hacer. No reciben atención, no reciben asesoramiento, no reciben apoyo ni moral ni material, porque todo es clandestino y ni siquiera se atreven a hablar con otras personas, salvo algunas amigas muy íntimas. Al no encontrar alternativas, de mala gana y con mucho sufrimiento recurren al aborto. La Iglesia no las ayudó cuando necesitaban ayuda.

La Iglesia podría tener una pastoral para ver lo que sucede en la calle, en el barrio, ¿cuáles son las niñas o mujeres jóvenes que pueden estar en peligro porque están en esta categoría de riesgo? Podría acoger o dar ayuda moral y material, dialogar, buscar otras soluciones. La experiencia demuestra que a veces un simple abrazo hace desistir de hacer el aborto. El aborto es el resultado de la indiferencia de la comunidad cristiana. Todos somos culpables, todos cómplices por omisión, y, en primer lugar, deberíamos pedir perdón por nuestro descuido en lugar de acusar a estas mujeres. Era lo que se esperaba de un documento firmado por los obispos, que después de todo representan el evangelio y la manera como Jesús trataba a los pecadores.

Jesús no condenó a los pecadores, y es lo que se espera de la Iglesia es que tenga mucha misericordia, mucha comprensión y que ayude efectivamente a esas personas que se encuentren en una situación tan difícil. Podríamos hacer propuestas al poder legislativo para crear las instituciones para responder en tantos casos en que la vida humana está en peligro, y éste es uno de ellos.

No tiene sentido decir que estoy en contra del aborto y estoy defendiendo la vida, si no hago nada. Yo no estoy defendiendo ninguna vida y el aborto está ahí y no hago nada. El gobierno tiene una ley que penaliza el aborto y esa ley no se aplica. Sólo sirve para que el aborto sea clandestino, esto es, que se hace en las peores condiciones morales y físicas, salvo para las personas de buena condición. Esta ley es inaplicable y la Iglesia no se atreve a pedir que ella se aplique. Habría que construir miles de centros penitenciarios y poner en las cárceles tal vez un millón de mujeres. La Iglesia no pide eso y se conforma con el aborto clandestino. En la práctica no hace nada en contra del aborto clandestino.

Existe la alternativa de la despenalización, que es para nuestros defensores de la vida la propuesta de Satanás. El chantaje de los llamados defensores de la vida hizo que todos condenen la despenalización, como lo hace la Iglesia. ¿Quién soy yo para juzgar? Los obispos del Regional Sur 1 creen mejor el aborto clandestino. ¿Quién soy yo para discutir? Sin embargo, tendría el derecho de pedir más discreción y más humildad, porque después de todo, todos somos cómplices por omisión si no hacemos nada para prevenir los abortos tan numerosos en Brasil. La condenación es inoperante. Pero una pastoral de la familia o una pastoral específica para este problema podría evitar que muchas mujeres angustiadas y desesperadas tengan que recurrir al aborto que ninguna mujer pide sin llorar. ¿Por qué esperar antes de desarrollar esta pastoral?

Entonces, ¿cuál fue el testimonio de amor que la Iglesia dio con este panfleto electoral?

José Comblin, gran pecador y cómplice por omisión

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Fundamentos de esperanza

de José Ignacio López para VidaNueva

Pese a que la perplejidad subsiste y a interrogantes sobre lo que nos pasa en la Iglesia, también y preferentemente en América latina se suceden fundados llamados a la esperanza. La celebración de los Bicentenarios parece contribuir a alentar esa perspectiva. Es que la reflexión y el debate cultural que supone revisar la presencia cristiana en la independencia y en el presente de las naciones y, a la vez, intuir cómo debería ser en el futuro, configura una clara invitación a buscar nuevos modos de ser Iglesia. un llamado de igual raigambre y tan imperioso como la convocatoria de Aparecida a la conversión pastoral.

Cierto es que esa convocatoria a pasar de una iglesia de conservación a otra de misión es morosa en su aplicación porque se pretende que sea realizada por las mismas instituciones que no son de misión sino conservadoras, apuntó en estos días José Comblin en una conferencia pronunciada en El Salvador. “La cristiandad se está disolviendo progresivamente; pero el problema es después y de ahí la inseguridad porque no sabemos qué viene” dijo e invocó a Santa Teresa: ¡no nos perturbemos!. “Hay que aprender a resistir, a aguantar, no dejarse desanimar o perder la esperanza por lo que sucede”.

Pensar así el futuro se enhebra esencialmente con una Iglesia que concibe a la Conferencia de Aparecida como un punto de partida, un proceso de búsqueda de nuevos modos de encarnar y de expresar el Evangelio.Ese proceso que vuelve a plantear los fundamentos de la existencia cristiana , obliga a descubrir y poner en juego una y otra vez , los elementos que podrían llamarse permanentes de toda tradición que se pretenda fiel a la novedad radical del Evangedlio de Jesús.

Celebrar así los Bicentenarios , hacer memoria para construir, acuciados y urgidos por esa convocatoria a volver al Evangelio de Jesús, y por tanto a “abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe”, es una oportunidad privilegiada.

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¿Por qué continúa existiendo la Iglesia-poder?

2010-08-20 por Leonardo Boff

Voy a abordar un tema incómodo, pero ineludible: ¿cómo puede la institución-Iglesia, tal como la he descrito en un artículo previo, con características autoritarias, absolutistas y excluyentes, perpetuarse en la historia? La ideología dominante responde: «sólo porque es divina». En realidad, este ejercicio de poder no tiene nada de divino. Es exactamente lo que Jesús no quería. Él quería la hierodulia (servicio sagrado) y no la hierarquia (poder sagrado). Pero ésta última se impuso a través de los tiempos.

Las instituciones autoritarias suelen tener una misma lógica de autorreproducción. Con la Iglesia-institución no es diferente. En primer lugar, ella se juzga la única verdadera y retira el título de «iglesia» a todas las demás. Luego crea un marco riguroso: un pensamiento único, una única dogmática, un único catecismo, un único derecho canónico, una única forma de liturgia. No se tolera la crítica ni la creatividad, consideradas negativas o denunciadas como creadoras de una Iglesia paralela o de otro magisterio.

En segundo lugar, se usa la violencia simbólica del control, de la represión y del castigo, frecuentemente a costa de los derechos humanos. Fácilmente el cuestionado es marginado, se le niega el derecho de predicar, de escribir y de actuar en la comunidad. El entonces cardenal. Joseph Ratzinger, presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, durante su mandato castigó a más de cien teólogos. Con esta misma lógica, los pecados y crímenes de los sacerdotes pedófilos u otros delitos, como los financieros, se mantienen ocultos para no perjudicar el buen nombre de la Iglesia, sin el menor sentido de justicia hacia las víctimas inocentes.

En tercer lugar, se mitifican y casi se idolatran las autoridades eclesiásticas, principalmente el Papa, que es el «dulce Cristo en la Tierra». Pienso para mí mismo: ¿qué dulce Cristo sería el Papa Sergio (904), asesino de sus dos predecesores, o el Papa Juan XII (955), elegido a la edad de 20 años, adúltero y muerto por el marido traicionado, o peor, el Papa Benedicto IX (1033), elegido con 15 años de edad, uno de los más criminales e indignos de la historia del papado, que llegó a vender la dignidad papal por 1000 liras de plata?

En cuarto lugar, se canonizan figuras cuyas virtudes se encuadran en el sistema, como la obediencia ciega, la continua exaltación de las autoridades y el «sentir con la Iglesia (jerarquía)», muy al estilo fascista según el cual «el jefe (Duce, o Führer) siempre tiene razón».

En quinto lugar, hay personas y cristianos de naturaleza autoritaria que aprecian por encima de todo el orden, la ley y el principio de autoridad en detrimento de la lógica compleja de la vida que tiene sorpresas y exige tolerancia y adaptaciones. Ellos secundan este tipo de Iglesia, así como los regímenes políticos autoritarios y dictatoriales. Es más, hay una estrecha afinidad entre los regímenes dictatoriales y la Iglesia-poder, tal como se ha podido ver con los dictadores Franco, Salazar, Mussolini, Pinochet y otros. Los sacerdotes conservadores fácilmente son hechos obispos, y los obispos fidelísimos a Roma son promovidos, fomentando el servilismo. Este bloque histórico-social-religioso cristalizó, garantizando la continuidad de este tipo de Iglesia.

En sexto lugar, la Iglesia-poder conoce el valor de los ritos y símbolos, pues refuerzan la identidad conservadora, pero cuida menos sus contenidos, con tal que se mantengan inalterables y sean estrictamente observados.

En razón de esta rigidez dogmática y canónica, la Iglesia-institución no es vivida como hogar espiritual. Muchos emigran. Dicen sí al cristianismo y no a la Iglesia-poder con la cual no se identifican. Se dan cuenta de las distorsiones hechas a la herencia de Jesús que predicó la libertad y exaltó el amor incondicional.

No obstante estas patologías, tenemos figuras como el Papa Juan XXIII, dom Helder Câmara, don Pedro Casaldáliga, don Luiz Flávio Cappio y otros, que no reproducen el estilo autoritario, ni se presentan como autoridades eclesiásticas sino como pastores en medio del Pueblo de Dios. Pero a pesar de estas contradicciones, hay un mérito que es importante reconocer: este tipo autoritario de Iglesia nunca ha dejado de trasmitir los evangelios, aunque sea negándolos en la práctica, permitiéndonos así el acceso al mensaje revolucionario del Nazareno. Ella predica la liberación, pero generalmente son otros los que liberan.

Leonardo Boff
http://www.servicioskoinonia.org

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ESTAMOS EN EL MUNDO, QUEREMOS HACER IGLESIA

GRUP D’APROFUNDIMENT DE CRISTIANISME I JUSTÍCIA*,

El Grup d’Aprofundiment de Cristianisme i Justícia, siguiendo la línea de estudio y reflexión de los últimos años, durante este curso hemos trabajado cuestiones relacionadas con la presencia pública de la Iglesia. Estas reflexiones comunes, fruto de los encuentros compartidos, no son sólo un resumen, sino también el horizonte del camino que queremos continuar.


¿A qué nos sentimos llamados/as dentro de la Iglesia?
  • A amar siguiendo el ejemplo de Jesús de Nazaret, a hablar con una vida que sea cada vez más fiel a las Bienaventuranzas.
  • A estar al lado de los pobres y de las víctimas y a luchar contra las estructuras que perpetúan la exclusión y la injusticia.
  • A construir el Reino de Dios en nuestra sociedad y en el tiempo en que vivimos, con vocación universal, en aquello en lo que podamos dar lo mejor de nosotros mismos.
  • A proponer sistemas y estructuras alternativas a las actuales, que permitan construir un mundo más fraterno y más justo.
  • A dar testimonio con alegría y esperanza de que la opción por el modelo de vida de Jesús vale la pena.
  • A formarnos y cultivarnos para servir mejor y con más coherencia, para poder dar argumentos de nuestra fe y de lo que conlleva.
  • A dialogar, escuchar y interpelar a la sociedad y a la Iglesia con las formas de actuar del Evangelio.
¿Qué Iglesia nos gustaría?
  • Una Iglesia que como institución hable más con el ejemplo de una forma de vivir más evangélica, que tenga en cuenta la pluralidad de la sociedad, que condene menos y que crea más en los hombres y las mujeres, y que respete su autonomía.
  • Una Iglesia más preocupada por la transformación de los corazones de los seres humanos y por el servicio que por imponer moral y mantener la fachada del templo.
  • Una Iglesia más ocupada en el soporte a la espiritualidad, en desvelar y acompañar corazones y menos preocupada por la liturgia.
  • Una Iglesia más humilde, que no crea ser la única poseedora de la verdad ni tener la exclusividad para la construcción del Reino de Dios.
  • Una Iglesia más prudente con el poder, tanto en lo que se refiere a las relaciones con los poderes establecidos como en lo que se refiere a sus propias aspiraciones de poder.
  • Una Iglesia viva, en continuo proceso de conversión y resurrección, más inculturada en el mundo en que vivimos porque ésta es la arcilla que tenemos para construir el Reino.
  • Una Iglesia con protagonismo real de las mujeres, abierta a ellas por convicción y no por necesidad, donde hombres y mujeres sean reconocidos y valorados en igualdad y su voz reciba la misma consideración en los órganos de servicio y en los de dirección de las instituciones.
  • Una Iglesia donde laicos y religiosos participen del sacerdocio universal en un plano de igualdad, siguiendo la línea marcada por el Concilio Vaticano II (Lumen Gentium, n. 10).
  • Una Iglesia con una forma de funcionar más democrática, con estructuras de responsabilidad y decisión en las cuales todos estemos representados, priorizando la participación de las comunidades de base en la elección de obispos.
¿A qué estamos dispuestos/as?
  • A dedicar el tiempo y el esfuerzo necesario para hacerlo posible.
  • A asumir responsabilidades de servicio, de denuncia y de reflexión.
  • A servir desde el corazón.
  • A compartir nuestra fe y acompañar caminos de fe de otros hermanos.
  • A contribuir a la independencia de la Iglesia del poder del estado.
  • A manifestar nuestra pertenencia a la Iglesia en comunión con los que creen en Jesús con fe genuina y nuestro deseo de permanecer en ella con actitud activa y crítica.
El Grup d’Aprofundiment de Cristianisme i Justícia está formado por: Xavier Fernández i Marín, Mercè Garí, Blanca de Gispert, Arkaitz Imaz, Juan Ignacio Latorre, Maria Loza, Teodor Mellén, Oriol Prado, Helena Roig, Ramon Vallés, Nani Vall-llossera, Horacio Verdún. (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

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Laiconvocados en facebook

Laiconvocados

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“No hay relación entre celibato y homosexualidad con pederastia”
Al sacerdote y director de Vida Nueva, Juan Rubio, le gustan los retos. Quizás, por eso, quiso hincarle el diente a uno de los temas más delicados de la agenda eclesial. Con su libro, ‘Tolerancia cero. La cruzada de Benedicto XVI contra la pederastia en la Iglesia' (Desclée De Brouweer), pretende demostrar que el Papa es "el principio de la solución de este problema" tras "haberse convertido" y a pesar de las "dificultades con las que se encuentra en la propia Curia".

El libro de Rubio, la primera aproximación en español a la gran "herida" de la Iglesia que el propio Papa comparó con las persecuciones de los cristianos en la época romana, constata, en primer lugar que Benedicto XVI sufrió "una conversión en este tema".
Y para probarlo, cita unas declaraciones del entonces cardenal Ratzinger en Murcia, en las que se refirió a los casos de pederastia del clero como algo inventado por los periodistas y pura mentira. Pocos meses después y ante el aluvión de casos sangrantes que comienzan a llegar al dicasterio de Doctrina de la Fe, que presidía, cambia de actitud y se convierte en el mayor fustigador eclesiástico de esta plaga.
Porque lo que está claro, para Juan Rubio, es que "Juan Pablo II no le pone el foco al problema", quizás porque, en su época de sacerdote y obispo en Polonia, fue víctima de "acusaciones falsas" al respecto. Pero "encarga a Ratzinger que lo solucione".
De hecho, el 27 de noviembre de 2004, cuando un Papa Wojtyla ya muy anciano preside una celebración de los Legionarios de Cristo y pone a Marcial Maciel, como "ejemplo para la juventud", ese mismo día el cardenal Ratzinger firmaba el decreto por el que se investigaba al fundador de la Legión. Y eso es algo "paradigmático" en el proceso seguido por el entonces presidente del ex Santo Oficio.
Para Rubio, desde su conversión, Joseph Ratzinger coloca como una de sus prioridades la lucha contra la pederastia, que él define como "la purificación" del clero. Pero se encontró con muchas dificultades. La primera, "las cortapisas de la Curia, especialmente del cardenal Sodano", entonces número dos del Papa Wojtyla y Secretario de Estado vaticano.
El segundo escollo para el Papa barrendero fue "el silencio cómplice". Un silencio que Juan Rubio califica de "gran pecado". Y el tercero, "que no se aplicó el sistema jurídico de la Iglesia, su propio derecho canónico". Es decir, "hubo negligencia y silenciamiento". Entre otras cosas, porque "los obispos actuaban más como padres que como jueces" ante sus curas pederastas. Una dinámica que comenzó a cambiar cuando los casos de abusos sexuales de los sacerdotes pasaron directamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe.
No hay campaña contra la Iglesia
Rubio no cree que "haya habido una campaña organizada" en este tema para perjudicar a la Iglesia católica. A su juicio "no hubo cruzada", aunque sí presiones "del lobby judío" y el hecho de que "Bush quiere vengarse de la oposición de Juan Pablo II a la guerra del Golfo".
Reconoce, sin embargo, que habrá un antes y un después de la pederastia en la Iglesia. Tanto que "el próximo cónclave estará marcado por este tema y será algo decisivo en el perfil del nuevo Papa".
De todas formas, "la pederastia no será la puntilla para la iglesia, que ya ha pasado por cosas peores y, además, la gente saber perfectamente donde está Dios y donde está el diablo y el pueblo español no hace carnaza de la pederastia".
Aunque la pederastia podría traer consecuencias para el proceso de beatificación del propio Juan Pablo II. "Creo que la Iglesia se está replanteando eso de los ‘santos subitos' y la trampa de las beatificaciones".
Para el autor, "no hay relación entre pederastias y celibato", aunque no le parece mal "que se debata el tema del celibato obligatorio en la Iglesia católica". Más aún, cree que "no está lejos el momento en que algunos hombres casados puedan ser curas". Tampoco cree que se pueda relacionar "homosexualidad con pederastia". A su juicio, "un homosexual puede ser un buen sacerdote".
En otro orden de cosas y como director de una revista de información religiosa, Juan Rubio asegura que "la Iglesia española no está preparada para afrontar el reto de la comunicación". Porque, entre otras cosas, "falta estructuración y rigor en la comunicación". De ahí que, a su juicio, necesite "un equipo unificado y con criterio para afrontar la comunicación con verdad y con justicia".

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¿Qué nos está pasando en la Iglesia?

Hay que aprender a resistir, a aguantar, no dejarse desanimar o perder la esperanza
Conferencia pronunciada por José Comblin en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en San Salvador
Buenas tardes a todas y todos. No es la primera vez que hablo en este lugar, pero agradezco mucho la amistad de Jon Sobrino, que nos conocemos desde hace tanto tiempo y yo lo estimo como una de las cabezas más lúcidas de este tiempo que renovó completamente la cristología.
Las preguntas de ayer me han dado la impresión que...bueno en muchas personas hay un cierto desconcierto en la situación actual de la Iglesia. O sea, como una sensación de inseguridad. Como decía Santa Teresa, de "no saber nada al respecto, que nada provoque temor".
Cuando era joven yo conocí algo semejante y, tal vez, peor. Era el pontificado de Pio XII. Él había condenado a todos los teólogos importantes, había condenado todos los movimientos sociales importantes, por ejemplo, la experiencia de los padres obreros en Francia, Bélgica y otros países. Ahí nosotros jóvenes seminaristas y después jóvenes sacerdotes estábamos más que desconcertados, preguntándonos Pero, ¿todavía hay porvenir?
Yo me acuerdo que en aquel tiempo había leído una biografía de un autor austríaco del papa Pio XII. Y ahí contaba algunas palabras que había escrito el P. Liber, jesuita, profesor de Historia de la Iglesia en la Gregoriana. El P. Liber era confesor del papa. Sabía todo lo que pasaba en la cabeza de Pio XII y entonces decía: "Hoy la situación de la iglesia Católica es igual a un castillo medieval, cercado de agua, levantaron el puente y tiraron las llaves al agua. Ya no hay manera de salir (risas). O sea, la Iglesia está cortada del mundo, no tiene más ninguna posibilidad de entrar".Eso dicho por el confesor del papa, que tenía motivos para saber esas cosas.
Después de eso vino Juan XXIII y ahí, todos los que habían sido perseguidos, de repente son las luces en el Concilio y de repente todas las prohibiciones se levantan. Ahí...renació la esperanza. Digo esto para que no se perturben. Algo vendrá algo vendrá que no se sabe qué, pero algo siempre pasa.
¿Cómo explicar esas situaciones que todavía pueden recomenzar?
Porque nos estamos acercando a la fase final de la cristiandad. Ya hace muchos siglos que han anunciado la muerte de la que está agonizando desde hace 200 años, pero todavía puede...cristiandad continuar su agonía durante algunas décadas o algunos años. O sea, ha dejado de ser la conciencia del mundo occidental. Ha dejado de ser la fuerza que anima, estimula, aclara, explica la fuente de la cultura, la economía, de todo lo que fue durante el tiempo de la cristiandad.
Eso se ha destruido progresivamente desde la Revolución Francesa y aquí desde la independencia, desde la separación del imperio español. Entonces, poco a poco, han aparecido muchos profetas que han dicho que se ha hace 200 años ya. Pero la fachada es tan fuerte...La muerte de la cristiandad resiste tanto, que se mantiene una tensión constante. Pero ahora sí creo que la cristiandad está entrando en sus fases finales.
¿Quieren una señal? La encíclica Caritas in Veritate leído la encíclica. Si se ve qué repercusión ha tenido en el mundo: Tal vez silencio respetuoso pero más...impresionante silencio probablemente silencio de indiferencia. A nadie ya le importa la . que también ha dejado de interesarse de...doctrina social de la iglesia lo que sucede en la realidad concreta.
Hace algunos años un sociólogo jesuita muy importante el P. Calvez, que tuvo un papel importantísimo en la creación, manutención de la doctrina social de la iglesia, publicó un libro con el título: "Los silencios de la doctrina social de la iglesia". Todavía está en silencio. Deja de entrar con fuerza en los problemas del mundo actual; la carta...se queda con teorías tan vagas, tan abstractas, tan generales. Caritas in Veritate podría ser firmada por el Fondo Monetario sin ningún problema. O por el banclo Mundial, No hay absolutamente nada que incomode a esa agente. ¿Entonces para qué? Eso es señal.
¿Quieren otra señal? La Conferencia de Aparecida ha dicho muchísimas cosas muy buenas; quiere transformar la iglesia en una misión, pasar de una iglesia de "conservación" a una iglesia de "misión". Sólo que piensa que eso va a ser hecho por las mismas instituciones que no son de misión sino de conservación. Eso va a ser hecho por las diócesis, por la parroquia, por los seminarios, por las congregaciones religiosas. Estos aquí de repente y por milagro van a transformarse en misioneros.
Hace tres años ya y ¿que pasó en su diócesis? ¿Cómo se aplicó la opción por los pobres? No sé cómo es aquí, pero en Brasil no veo mucha transformación. Es decir, la cristiandad se está disolviendo progresivamente; pero el problema es después. Después, ¿cómo? De ahí la inseguridad porque no sabemos lo que viene ¿Qué viene viene después. Pero al fin quedémonos con lo que dice Santa Teresa: no nos perturbemos. Esto sucedió muchas veces en la historia y todavía va a suceder probablemente muchas veces. Hay que aprender a resistir, a aguantar, no dejarse desanimar o perder la esperanza por eso que sucede.
Lo que sucede es que en Roma no se convencen que la cristiandad ha muerto. Creen que las encíclicas iluminan el mundo; creen que las instituciones eclesiásticas iluminan y conducen el mundo. O sea, es un mundo cerrado, que de hecho viven en un castillo medieval, cercado de agua. Y entonces ¿qué pasa? Vamos a ver cómo interpretar, cómo ver lo que está pasando. Y de ahí ver cuál es el "método teológico" que conviene para eso.
EL evangelio viene de Jesucristo. La religión no viene de Jesucristo. Hay que partir de una distinción básica que ahora varios teólogos ya han propuesto entre el evangelio y la religión.
El evangelio viene de Jesucristo. La religión no viene de Jesucristo.
El evangelio no es religioso. Jesús no ha fundado ninguna religión. No ha fundado ritos; no ha enseñado doctrinas; no ha nada de eso. Se dedicó a anunciar, organizado un sistema de gobierno y a promover el reino de Dios. O sea, un cambio radical de toda la humanidad en todos sus aspectos. Un cambio, y un cambio cuyos autores serán los pobres. Se dirige a los pobres pensando que solamente ellos son capaces de actuar con esa sinceridad, con esa autenticidad para promover un mundo nuevo.
¿Eso sería un mensaje político? No es político en el sentido de que propone un plan, una manera humana es suficiente; pero como meta política, porque esto es una orientación dada a toda la humanidad.
¿La religión? ¡Aah! Jesús no ha fundado una religión... Y pero sus discípulos han creado una religión a partir de Él. ¿Por qué? Porque la religión es algo indispensable a los seres humanos. No se puede vivir sin religión. Si la religión actual aquí se desintegra, ¡hay 38.000 religiones registradas en Estados Unidos! O sea, no faltan religiones, aparecen constantemente. El ser humano no puede vivir sin religión, aunque se aparte de las grandes religiones tradicionales.
Entonces, la religión es una creación humana. Entre la religión cristiana y las demás religiones, la estructura es igual. Es una mitología. Tal como hay una mitología cristiana, hay una mitología Eso es parte indispensable para la...hinduista, sintoísta, confucionista humanidad. O sea, cómo interpretar todo lo incomprensible de la humanidad por la intervención de seres con entidades sobrenaturales, fuera de este mundo, que están dirigiendo esta realidad.
En segundo lugar, una religión son ritos; ritos para apartar las amenazas y para acercarse a los beneficios. Todas las religiones tienen ritos. Y todas tienen gente separada, preparada, para administrar los ritos; para enseñar la mitología. Esto es común a todos. Entonces esto debía suceder con los cristianos también. Debía suceder. ¿Cómo podrían vivir sin religión?
¿Cómo empezó esa religión?
Debe haber comenzado cuando Jesús se transformó en objeto de culto. Lo que sucedió bastante temprano, sobre todo entre los discípulos que no lo habían conocido, que no habían vivido con él, que no habían estado cerca. Entonces la generación siguiente o los que vivían más distantes, más lejos, entonces para ellos Jesús se transformó en objeto de culto. Con eso des-humanizó progresivamente. El culto de Jesús va remplazando el seguimiento de Jesús. Jesús nunca había pedido a los discípulos un acto de culto; nunca había pedido que le ofrecieran un rito quería el seguimiento, su seguimiento.
Esa dualidad comienza a aparecer temprano; 30 años, 40 años después de la muerte de Jesús, ya aparece con fuerza suficiente para que Marcos escribiera en su evangelio precisamente para protestar contra esas tendencias de des-humanización, o sea, de hacer de Jesús un objeto de culto. Este evangelio es precisamente para recordar una palabra de profeta: ¡No! Jesús era eso. Jesús ha hecho eso, ¡vivió aquí en este mundo! Vivió aquí en esta tierra.
Con el desarrollo de la religión cristiana que se hizo-aquí problema para los teólogos-entonces, progresivamente esa tentación reapareció. ¡Nació un comienzo de doctrina! El símbolo de los Apóstoles. Y ¿qué dice el símbolo de los Apóstoles sobre Jesús? Aah que nació y murió. Nada más. Como si lo demás no tuviera importancia, como si la revelación de Dios no fuera justamente la misma vida de esa de Jesús, sus actos, sus proyectos, todo su destino terrestre revelación, pero eso ya se va perdiendo de vista. Los símbolos de Nicea y Constantinopla: igual. Cristo nació y murió. El Concilio de Calcedonia define que Jesús tiene una naturaleza divina y una naturaleza humana. Pero, ¿qué es una naturaleza? Un ser humano no es una naturaleza. Un ser humano es una vida, es un proyecto, es un desafío, es una lucha, es una convivencia en medio de muchos otros. Eso es lo fundamental si queremos hacer el seguimiento de Jesús.
La religión: distinción entre lo sagrado y profano
Progresivamente aparece a partir de los primeros concilios un distanciamiento entre la religión que se forma. Con Nicea y Constantinopla ya hay un núcleo de enseñanza y de teología y la iglesia va a dedicarse a defender, promover, aumentar esa teología. Ya se han organizando grandes liturgias de Basilio o de otros, y ya se ha organizado un clero. El clero como clase separada es una invención de Constantino. Hasta Constantino no había distinción entre personas sagradas y personas profanas. Todos laicos. Porque Jesús apartó la clase sacerdotal y no había previsto ninguna manera que apareciera otra clase sacerdotal, porque todos son iguales. Y no hay personas sagradas y personas no sagradas porque para Jesús no hay diferencia entre sagrado y profano. Todo es sagrado o todo es profano.
Ahora, en la religión hay una distinción básica entre sagrado y profano. Todas las religiones. Y hay un clero que se dedica a lo que es sagrado. Y los otros que están en lo profano, en la religión son receptores, no son actores; no tienen ningún papel activo. Para tener un papel activo hay que ser realmente consagrado. Eso comienza al tiempo de Constantino.
Y entonces a partir de aquello van a aparecer dos líneas en la historia cristiana. Los que como el evangelio de Marcos quiere Jesús ha venido para mostrar el camino. Eso es lo básico, lo fundamental. Una línea que va a renovar, a aplicar en diversas épocas históricas lo que fue la vida de Jesús y como él lo enseñó. Y en toda la historia podemos seguir. Claro que no sabemos todo, porque la gran mayoría de los que siguieron el camino de Jesús fueron pobres, de los que nunca se habló en los libros de historia y entonces no han dejado documentos.
Pero hay personas que han dejado documentos y con eso podemos acompañar dónde en la historia de la iglesia cristiana, dónde aparece el evangelio. Dónde se buscó primeramente la vivencia del evangelio. Los que buscaron radicalmente el camino del evangelio fueron siempre minorías, como decía Helder Camera, "minorías abrahánicas".
La mayoría está en el otro polo; en la religión. O sea, dedicándose a la doctrina; enseñando la doctrina, defender la doctrina eso fue una de las grandes tareas; contra los herejes y las herejías practicar los ritos y formar la clase sagrada, la clase sacerdotal. Eso nos lleva a una distinción que va a manifestarse en toda la historia. El polo "evangelio" está en lucha con el polo "religión" y "religión" con el polo "evangelio". En toda la historia cristiana.
Toda la historia cristiana es una contradicción permanente y constante entre los que se dedican a la religión y los que se dedican al evangelio. Claro que hay intermediarios y así no hay polos totales. Pero en la historia hay visiblemente dos historias; dos grupos que se manifiestan. La historia oficial: cuando yo era joven nos daban historia de la iglesia que era "historia de la institución eclesiástica" y entonces allí solo se hablaba de la religión, suponiendo que la religión era la introducción al evangelio. Pero eso es una suposición: que todo lo que ha nacido en el sistema católico viene de Jesús, como se decía en la teología tradicional en tiempos de la cristiandad: que todo lo que hay en la iglesia Católica Romana, al final, viene de Jesús.
Con muchos malabarismos teológicos ahí se logra mostrar que todo tiene finalmente su raíz en Jesús. No tienen su raíz en otras religiones, en otras culturas. Como si los cristianos que se convierten a la iglesia fueran totalmente puros de toda cultura y toda religión. Todos traen su cultura y su religión; e introducen en su vida cristiana, elementos que son de su religión y cultura anterior y por eso resulta una religión que es siempre ambigua, compleja. Es inevitable porque los seres humanos que entran en la iglesia no son ángeles. Ellos están cargados de siglos y siglos de historia y de transmisión cultural y todo eso entra, naturalmente, a la iglesia.
De ahí una oposición que en materia política, por ejemplo, se muestra claramente. Se dice: el evangelio procede de Dios y por lo tanto no puede cambiar. La religión es creación humana, por lo tanto puede y debe cambiar según la evolución de la cultura, las condiciones de vida de los pueblos en general. Si la religión queda apegada a su pasado, ella es poco a poco abandonada en favor de otra religión más adaptada; o más comprensible.
El evangelio se vive en la vida concreta, material, social.
La religión vive en un mundo simbólico: todo es simbólico - todos son entidades simbólicas. Que no¼doctrina, ritos, sacerdotes entran en la realidad material. El evangelio es universal, porque no trae ninguna cultura y no está asociado a ninguna cultura, a ninguna religión. Las religiones están siempre asociadas a una cultura. Por ejemplo, la religión católica actual está ligada a la subcultura clerical romana que la modernidad ha marginalizado, que está en plena decadencia porque sus miembros no quisieron entrar en la cultura moderna.
El evangelio es renuncia al poder y a todos los poderes que existen en la sociedad.
La religión busca el poder y el apoyo del poder en todas las formas de poder Recuerdo que en tiempo de la prisión de los obispos en Riobamba el nuncio decía: "si la iglesia no tiene apoyo de los gobernantes, no puede evangelizar (risas)". Uno podría pensar al revés: que si tiene el apoyo de los poderes será difícil evangelizar.
Pero esa es una mentalidad que está en resto de la cristiandad entre la iglesia fundida en una realidad político-religiosa y entonces, naturalmente, estaban unidas todas las autoridades: el clero y el gobierno; el clero y el ejército-todo unido. Renunciar a eso es muy difícil. Renunciar a la asociación con el poder es muy difícil.
Voy a dar un ejemplo. Mi obispo actual en el Estado de Bahía, Brasil, es un franciscano, se llama Luis Flavio Carpio. Se hizo famoso en Brasil por dos huelgas de hambre que realizó para protestar contra un proyecto faraónico del gobierno, basado en una inmensa mentira. No hay tiempo pero se hizo conocer y fue invitado para contar toda la historia Kirchentag de la Iglesia alemana. Después de la invitación habló en varias ciudades de Alemania. Un grupo se acercó diciendo que venían para una ayuda para sus obras. Y era bastante: entregarle una donación $100.000 dólares. Él preguntó: "¿De dónde viene ese dinero? Le dijeron que son algunas empresas, algunos ejecutivos. Entonces dijo: "No acepto. No quiero aceptar el dinero que fue robado a los trabajadores, a los compradores de material". No aceptó (aplausos). Yo no sé cuántos en el clero no aceptarían. El obispo es un franciscano igual a San Francisco. Toda su vida ha sido así. Por eso me fui para santificarme un poquito a vivir ahí, en contacto con una persona tan evangélica.

¿Cómo nació la Iglesia?

Entonces La Iglesia de la que se habla: esa realidad histórica, concreta de la que tenemos experiencia. Para el pueblo en general la iglesia es el ese conjunto de papa, los obispos, los padres, las religiosas, religiosos institucional de la que se habla y que provoca también tanta incertidumbre como lo hemos visto. ¿Cómo nació la iglesia? Jesús no fundó ninguna iglesia. El mismo Jesús se consideraba como un judío; era el pueblo de Israel renovado y los primeros discípulos también; los doce apóstoles son los patriarcas de la iglesia del Israel renovado. La primera conciencia era que la continuación de Israel, la perfección, la corrección de Israel.
Pero una vez que el evangelio penetró en el mundo griego, ahí Israel no significaba muchas cosas para ellos y allí Pablo inventa otro nombre. Da a las comunidades que funda en las ciudades el nombre de "ekklesía", lo que se tradujo por "iglesia". ¿Qué es la ekklesìa? El único sentido que tiene en griego es "la asamblea del pueblo reunido que gobierna la ciudad"; en la práctica era la gente más poderosa, pero en fin es que en la ciudad griega el pueblo se gobierna a sí mismo y lo hace en reuniones que son "ecclesías".
Pablo no da ningún nombre religioso a las comunidades; los ve como un grupo destinados a ser la animación. El mensaje de transformación de todas las ciudades, de tal manera que están constituyendo el comienzo de una humanidad nueva: y es una humanidad donde todos son iguales; todos gobiernan a todos. Después viene la carta a los Efesios en la que se habla de iglesia como traducción del "kahal" de los judíos, o sea es el nuevo Israel. Y la ekklesía es ahí también el nuevo Israel. O sea, todos los discípulos de Jesús unidos en muchas comunidades, pero no unidos institucionalmente sino unidos por la misma fe. Todos constituyen la "ekklesía", la gran iglesia que es el cuerpo de Cristo. Todavía no existen instituciones.
Pero naturalmente no podía continuar así. Los judíos que aceptaron el cristianismo no así abandonaron todos el judaísmo. Y cuando creció el número de cristianos, el número de comunidades, allí comenzaron a penetrar algunas estructuras. En el tiempo de Pablo aún no hay presbíteros, aunque san Lucas diga lo contrario; pero san Lucas no tiene ningún valor histórico: eso ya todo el mundo lo sabe. Atribuye a Pablo lo que se hacía en su tiempo; entonces imagina que Pablo fundó presbíteros, consejos presbiterales: ¿cómo se justificaría un obispo sin ordenar sacerdotes? Entonces parece evidente un comienzo de separación todavía muy sencilla, porque todavía no hay sacralidad, no hay nada sagrado: los presbíteros no son sagrados, así como los presbíteros de las sinagogas no eran sagrados; tenían una función, una misión de gobierno, de administración, pero no una función ritual, o una función de enseñanza de una doctrina.
Después aparecieron los obispos. Al final del II siglo se estima que el esquema episcopal está generalizado, pero demoró bastante. Clemente de Roma, cuando publica y escribe su carta a los Corintios, dice "presbíteros": eso no es obispo. Todavía en Roma no hay obispo, solo presbíteros. Pero se organizó el esquema episcopal. Es probable que para las luchas contra las herejías, contra el gnosticismo, se necesitaba una autoridad más fuerte, para poder enfrentar el gnosticismo y todas las nuevas religiones sincretistas que aparecen en aquel tiempo.
Y la Iglesia como institución universal, ¿cuándo aparece?
Hubo en el siglo III concilios regionales: obispos de varias ciudades que se reunían. Pero una entidad para institucionalizar todo no existía. Quien inventó esta Iglesia universal fue el emperador Constantino. Él reunió a todos los obispos que había en el mundo con viajes pagados por él, alimentación pagada también por él y toda la organización del concilio fue dirigida por el emperador y los delegados del emperador. Esto constituye un precedente histórico. Hasta hoy no estamos libres de eso: que la Iglesia universal como institución haya nacido por el emperador.
Después en la historia occidental cayó el emperador romano y allí progresivamente el papa logró llegar a la función imperial. Se dieron muchas luchas en la Edad Media entre el papa y el emperador, pero siempre el papa se estimaba superior al emperador. En las cruzadas, el papa era generalísimo de todos los ejércitos cristianos; era una personalidad militar: comandante en jefe del ejército cristiano. Y dentro de la línea de los Estados pontificios, todavía esto se mantiene.
Cuando el papa perdió el poder temporal, allí reforzó su poder sobre las Iglesias: y gobierna a las Iglesias como un emperador, o sea todos los poderes son centralizados en una sola mano y con todas las ventajas de una corte: porque si no hay nada de democracia en la Iglesia. ¿Quiénes son los que orientan al papa? ¡La corte! Los cortesanos, los que están allí cerca. Claro que él no puede hacer todo, pero en fin una corte separada del pueblo cristiano. Todavía estamos sufriendo las consecuencias de aquello.
El papa Pablo VI dijo en algunos momentos que realmente había que cambiar la función actual del papa o sea de lo que hace el papa. Juan Pablo II en la "Unum sint" dice también hay que darse cuenta de que el gran obstáculo en el mundo de hoy es esa concentración de todos los poderes en el papa; habría que encontrar otra manera de ejercer eso. Eso para decir que todo esto pertenece a la religión.
Tarea de la teología: en el evangelio y en la religión
A partir de eso, ¿cuál es la tarea de la teología? Es compleja, justamente porque tiene una tarea en el Evangelio y una tarea en la religión. La teología fue durante siglos la ideología oficial de la Iglesia. Su papel era justificar todo lo que dice y hace la Iglesia con argumentos bíblicos, con argumentos de tradición, liturgia, y un montón de cosas que yo aprendí cuando estaba en el seminario. Claro que no lo creía (risas), pero todavía la mayoría lo cree. Entonces, ¿qué pasa?
Primera tarea: ¿qué dice el Evangelio?
Entonces primero: primera tarea, el Evangelio, ¿qué dice? ¿Qué es lo que es de Jesús? ¿Qué es lo que es penetración del judaísmo, penetración de otra cultura, penetración de otro tipo de religión? ¿Qué es lo que viene de Jesús según el Nuevo Testamento? Todo el Nuevo Testamento no viene de Jesús: no; las epístolas pastorales que hablan, por ejemplo, de los presbíteros: eso no viene de Jesús. Entonces la tarea de la teología consistirá en decir qué lo que es de Jesús, qué es lo que realmente quiso, qué lo que realmente hizo y en qué consiste realmente el seguimiento de Jesús.
Viendo en la historia, ¿cuáles fueron las manifestaciones, dónde, en formas diferentes, porque las situaciones culturales eran diferentes, dónde podemos reconocer la continuidad de esa línea evangélica? Porque si queremos penetrar en el mundo de hoy y presentar el cristianismo al mundo de hoy, todo lo que es religioso no interesa. Lo que puede interesar es justamente el Evangelio y el testimonio evangélico. Nadie va a convertirse por la teología: usted puede hacer todas las mejores clases, nadie va hacerse cristiano por motivo de la teología. Por eso me pregunto: ¿por qué en los seminarios se cree que la formación sacerdotal es enseñar la teología? Yo no entiendo, no entiendo. ¿No hay otra cosa que hay que hacer para evangelizar? No es mucho más complejo. Por eso hace 30 años que he decidido en presencia de Dios nunca más trabajar en seminarios (risas). Porque, eso ya no.
Entonces la línea evangélica es esa! San Francisco. San Francisco era un extremista. No quería que sus hermanos tuvieran libros: nada de libros. Con el Evangelio basta: no se necesita nada más. El mismo decía: "Yo, lo que enseño, no lo aprendí de nadie, ni del papa; lo aprendí de Jesús directamente, por su Evangelio". Bueno, eso es lo que puede convencer al mundo de hoy que está en una perturbación completa y que se aparta siempre más de las Iglesias institucionales antiguas, tradicionales. Todas las grandes religiones han nacido casi como entre 1.000 y 500 años antes de Cristo, salvo el Islam que apareció después; pero es como un ramo de la tradición judeo-cristiana. Entonces, primero eso.
Segundo la religión: ¿qué hacer con la religión?
Hay que examinar en todo el sistema de religión, qué es lo que ayuda, qué realmente ayuda a entender, a comprender, a actuar según el Evangelio. ¿Eso habrá nacido por inspiración del Espíritu en monjes, por ejemplo? Si usted ve la vida de los monjes del desierto en Egipto, eso no es un mensaje: no es un mensaje y no viene del Evangelio tampoco. O sea muchas cosas vienen no se sabe de qué tradición, tal vez puede haber sido del budismo u otras cosas así. Entonces examinar qué es lo que todavía vale hoy, y sinceramente.
Jesús no ha instituido 7 sacramentos. Hasta el siglo 12 se discutía si eran 10, 7, 5, 9, 4: no había acuerdo; finalmente han decidido que había 7. Bueno, por motivos de 7 días del Génesis, 7 pero hay cosas que visiblemente ya no hablan para¼planetas, el número 7 la gente actual, por ejemplo, el sacramento de penitencia con confesión a un sacerdote. ¿Cuántos se confiesan actualmente? Hace 20 años yo atendía en la Semana Santa, en una parroquia popular, a 2.000 confesiones y el párroco también 2.000 confesiones. Hoy día: 20, 30, o sea que la gente ya no responden. Eso ha sido definido en el siglo XII, XIII: ¿por qué mantener algo que ya no tiene ningún significado y, al revés, que provoca mucho rechazo? O sea que uno necesite hablar con alguien, que al pecador le gusta hablar con alguien, pero no justamente al sacerdote: hay muchas personas, hay muchas mujeres que pueden hacer ese oficio mucho mejor, con más equilibrio, sin atemorizar como hacen los sacerdotes. Eso es una cosa.
Pero hay un motón de cosas que es necesario revisar porque no tienen porvenir. Entonces es inútil querer defender o mantener algo que ya es obstáculo a la evangelización y que no ayuda absolutamente en nada. En las liturgias hay muchas cosas que cambiar. La teoría del sacrificio ha sido introducida por los judíos naturalmente. En el templo se ofrece sacrificios, los sacerdotes son personas sagradas que ofrecen el sacrificio. Toda esa teoría, hoy día no significa absolutamente nada. Que el padre sea dedicado a lo sagrado para ofrecer el sacrificio y que la Eucaristía sea un sacrificio: ¿todo esto viene de Jesús? Ah, no viene de Jesús. Entonces hay que ver si eso vale o no vale. ¿Para qué mantener algo que no vale?
Y después hay también la otra parte:
lo que no ayuda, lo que ha sido infiltración de otras tendencias, otras corrientes, por ejemplo, la vida ascética de los monjes irlandeses. Irlanda fue la isla de los monjes. Allí los obispos no tenían autoridad; solamente servían para ordenar sacerdotes; pero, por lo demás podían descansar. Los que mandaban eran los monjes: los monasterios eran los centros, lo que era la diócesis actualmente. Esos monjes irlandeses vivían una vida ascética, pero tan extraordinariamente deshumana para nosotros que eso es imposible que venga de Jesús, es imposible que eso ayude, porque esos hombres allí eran súper-hombres, pero no existen mas hombres semejantes hoy. Un ejercicio de penitencia que hacían, por ejemplo, era entrar en el río -en Irlanda los ríos son fríos- y quedarse allí desnudo para Esa manera de entender la vida, no; no¼rezar todos los salmos (risas) hay que considerar que eso es cristiano; no es marca de santidad tampoco; no es así que se manifiesta la santidad. Examinar todo lo que viene de allá.
Todas las congregaciones femeninas saben cuánto hay que luchar para cambiar costumbres, tradiciones que no son evangélicas. ¡Cuántos debates! Yo conozco una serie de congregaciones femeninas y ¡cuánto tiempo que se gasta en discusiones, disputas! entre las que quieren conservar todo y las que quieren abandonar lo que no sirve más y encontrar otro modo de vivir más adaptado a la situación actual.
Claro que es cambiar, eso cambia la tradición, deja de ser la ideología de todo el sistema romano: pero esa no tiene porvenir. Ese tipo de teología ya hace tiempo que ha sido progresivamente abandonada.
En América Latina apareció algo: hemos conocido un nuevo franciscanismo, o sea, una nueva etapa, pero radical, de vida evangélica. ¿Cuándo nació? He hablado de los obispos que han participado en eso y que animaron Medellín y de la opción por los pobres, los santos padres de América Latina. Y ustedes los conocen. Si hay que marcar el origen del nuevo evangelismo de la Iglesia latinoamericana, yo diría, -no se olviden- el 16 de noviembre de 1965.
En ese día, en una catacumba de Roma, 40 obispos, la mayoría latinoamericanos, incitados por Helder Cámara, se juntaron y firmaron lo que se llamó "el Pacto de las Catacumbas". Allí se comprometían a vivir pobres, en la comida, en el transporte, en la habitación. Se comprometen; no dicen lo que habría que hacer; se comprometen y de hecho lo hicieron después, una vez que llegaron a sus diócesis. Y después; a dar prioridad en todas sus actividades a lo que es de los pobres, o sea, dejando muchas cosas para dedicarse prioritariamente a los pobres y una serie de cosas que van en el mismo sentido. Esos fueron los que animaron la Conferencia de Medellín. O sea, aquí nació.
Y tuvieron un contexto favorable: el Espíritu Santo ya en aquel tiempo había suscitado una serie de personas evangélicas. Las Comunidades Eclesiales de Base habían nacido ya. Religiosas insertas en las comunidades populares ya había. Pero, eran pocos y se sentían un poco como marginados en medio de los otros. Medellín les dio como una legitimidad y al mismo tiempo una animación muy grande, y se expandió. ¿Fue toda la Iglesia latinoamericana? Claro que no. Siempre es una minoría.
Un día, me acuerdo, un periodista le había preguntado al cardenal Arns - un santo, con quien hemos vivido muy buenas relaciones : "usted, señor cardenal, aquí en Sao Paulo tiene mucha¼de amistad - suerte, toda la Iglesia se hizo Iglesia de los pobres, las monjas todas al servicio de los pobres: ¡qué cosa magnífica!". Ahí, Dom Paulo dijo: "Sí pues, aquí en Sao Paulo 20% de la religiosas se fueron a las comunidades pobres; 80% se quedaron con los ricos". Era mucho. Hoy día no hay 20%.
Esto fue una época de creación, una de esas épocas que hay a veces en la historia donde una efusión muy grande del Espíritu. Pero tenemos que vivir esa herencia: es una herencia que hay que mantener, conservar preciosamente porque eso no va a reaparecer.
A veces me preguntan: ¿Por qué hoy día los obispos no son como en aquel tiempo? Porque en aquel tiempo es la excepción, o sea, en la historia de la Iglesia es la excepción: de vez en cuando el Espíritu Santo manda excepciones.
Y ¿quién va a evangelizar el mundo de hoy?
Para mí, son los laicos. Y ya aparecen muchos grupitos de jóvenes que justamente practican una vida mucho más pobre, libres de toda organización exterior, viviendo en contacto permanente con el mundo de los pobres. Ya hay; habría más si se hablara más, si fueran más conocidos. Puede ser una tarea también auxiliar de la teología: divulgar lo que está pasando realmente, dónde está el Evangelio vivido en este momento, para darlo a conocer, para que se conozcan mutuamente, porque de lo contrario pueden perder ánimo o no tener muchas perspectivas.
Una vez que se unan, formen asociaciones, cada cual con su tendencia, su modo de espiritualidad. No espero mucho del clero. Entonces es una situación histórica nueva.
Pero sucede que, en este momento, los laicos han dejado de ser analfabetos, eso ya hace tiempo: tienen una formación humana, una formación cultural, una formación de su personalidad que es muy superior a lo que se enseña en los seminarios. O sea, tienen más preparación para actuar en el mundo, aunque no tengan mucha teología. Se podría dar más teología, pero es otro asunto. Ahora no vamos a pensar que mañana quienes que van a realizar el programa de Aparecida, van a ser los sacerdotes?
Yo no conozco todo, pero los seminarios que yo conozco, las diócesis que yo conozco, se necesitaría 30 años para formar un clero nuevo: y ¿quién va a formarlo? Para los laicos es distinto: hay muchísima gente dispuesta, y gente con formación humana, con capacidad de pensar, de reflexionar, de entrar en relación y contactos, de dirigir grupos, comunidades, grupos. Pero muchos todavía no se atreven, no se atreven. Pero ahí está el porvenir.
Para terminar con una anécdota: me llamaron a Fortaleza, en el nordeste de Brasil. Ahora, Fortaleza es una ciudad muy grande: un millón de habitantes. La Santa Sede había apartado, marginado al cardenal Aloiso Lorscheider, mandándolo al exilio en Aparecida que es un lugar de castigo para los obispos que no han agradado. Entonces allí vino un sucesor, Dom Claudio Humes que ahora es cardenal en Roma.
Claudio Hummes suprimió todo lo que había de social en la diócesis, despidió a todos: 300 personas con la larga trayectoria de servicio, con capacidad humana; así, sencillamente. Un día me llamaron: eran 300, llorando, lamentando: "y ahora no podemos hacer nada; y ahora, ¿qué pasa?". Yo les dije: "pero, ustedes son personas perfectamente humanizadas, desarrolladas, con una personalidad fuerte. Han tenido éxito en su familia, han tenido éxito en sus carreras, en sus trabajos profesionales. ¿De qué ahora se preocupan si el obispo quiere o no quiere? ¿Por qué se preocupan si el párroco quiere o no quiere? Ustedes tienen toda la formación suficiente y la capacidad: ¿Por qué no actúan, no forman una asociación, un grupo, en forma independiente?
Porque el derecho canónico -como muchos católicos no saben-, el derecho canónico permite la formación de asociaciones independientes del obispo, independientes del párroco -eso no se enseña mucho en las parroquias, pero es justamente algo que sí, es importante. Entonces ustedes pueden muy bien juntar 4, 5 personas para organizar un sistema de comunicación, un sistema de espiritualidad, un sistema de organización de presencia en la vida pública, en la vida política, en la vida social: 300 personas con ese valor. Si paga, si tiene que pagar a 5, cada uno va a gastar ni siquiera el 2% de lo que gana, o sea pueden muy bien mantener a 5 personas dedicadas a eso. Y van a escogerlos entre 25 y 30 años porque esa es la época creativa. Hasta los 25, el ser humano se busca. A partir de este momento termina sus estudios, ya ha conseguido un trabajo.
Entonces ya quiere definir su vida: estos son los que tienen capacidad de inventar. Todas las grandes invenciones se han hecho por gente con esa edad. Pero no lo hicieron: ¿Por qué? ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta timidez? Ustedes que son tan capaces en el mundo, ¡en la Iglesia nada! No se sentían capaces, necesitaban del obispo que les diga qué hacer, necesitan sacerdotes que les digan: ¿Cómo es posible? A lo mejor no se les enseñó: pueden ser adultos en la vida civil y niños en la vida religiosa.
¡Pero nosotros podemos!
Nosotros podemos hacerlo y multiplicarlo en todas las regiones que vamos a conocer. Entonces el porvenir depende de grupos de laicos semejantes, que ya existen aunque todavía estén muy dispersos. El porvenir está ahí: es nuestra tarea a todos, empezando por los jóvenes. En Brasil hay en este momento 6 millones de estudiantes universitarios; 2 millones son de familias pobres -son pobres los que ganan menos de 3 sueldos vitales, porque con menos de 3 sueldos vitales no se puede vivir decentemente-. Dos millones. Y ¿cuál es la presencia del clero? Poquísimos; algunos religiosos. ¿De las diócesis? Nada. Y allí está el porvenir. Son jóvenes que están descubriendo el mundo.
Claro, hay unos que entren en las drogas, que se corrompen, pero es una minoría, o sea, el conjunto son personas que quieren hacer algo en la vida. Si no conocen el Evangelio no van a vivir como cristianos: hay que explicar, pero no explicar con cursos de teología, sino explicar haciendo, allí participando de actividades que de hecho son realmente servicios a los pobres. Eso sí, se puede.
Entonces habrá que cambiar la tarea de la teología un poquito: menos académico, más orientado hacia al mundo exterior todos los que no están más en la red de influjo de la Iglesia, que no reciben. Pero, presencia en eso. Y una teología que se pueda leer, sin tener formación escolástica, porque anteriormente si no se tenía formación aristotélica no se podía entender nada de esa teología tradicional. Bueno, la filosofía aristotélica ha muerto, o sea, los filósofos del siglo XX la han enterrado. Entonces, ahora tenemos libertad a ver en el mundo como nos abrimos. Gracias por su atención. (aplausos).

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EVANGELIO Y RELIGIÓN

Me parece que es importante la distinción entre "evangelio" y "religión".

Me da pena pensar en la cantidad de cristianos, bautizados, practicantes, personas de buena voluntad y de las mejores intenciones, que ni siquiera se han detenido a pensar, alguna vez por lo menos, en la diferencia radical que existe entre el evangelio y la religión. El teólogo J. Comblin lo dice de la forma más sencilla posible: "El evangelio viene de Jesucristo. La religión no viene de Jesucristo".

Y esto, ¿qué tiene que ver con lo que nos está pasando en la Iglesia? Muy sencillo: en la vida y el funcionamiento de la Iglesia, ocupa más espacio y tiene más importancia la religión que el evangelio. Así de claro.

Me explico. El evangelio expresa la voluntad de Dios que busca al hombre. La religión expresa la voluntad del hombre que busca a Dios. Por tanto, de entrada, evangelio y religión son dos movimientos radicalmente contrapuestos. Por eso, la religión es un "hecho cultural", mientras que el evangelio es un "hecho contra-cultural".

La religión, por más que tenga como punto de arranque alguna teofanía, es siempre un hecho que nace dentro de una cultura y siempre está marcado por esa cultura. Las religiones orientales tienen sus peculiaridades muy condicionadas por las culturas orientales. Como ocurre con las religiones africanas, etc. Por el contrario, el evangelio es siempre un movimiento que interpela a los oyentes de la Palabra (que es Jesús) a enfrentarse con no pocos elementos propios de la cultura, como son, por ejemplo, el ejercicio del poder, las leyes sobre la propiedad de los bienes, los privilegios de los notables, el uso del dinero, la relaciones de parentesco, etc.

Esto explica por qué, en el cristianismo, la presencia de la religión tiene más presencia y es más determinante que el evangelio, que tendría que ser la fuerza de contestación y transformación de nuestra cultura de Occidente, que es, hasta hoy, la cultura dominante en un mundo sobrecargado de desigualdades, injusticias y violencias.

El hecho es que, como dice Comblin, Jesús se ha convertido más en "objeto de culto" que en "modelo de seguimiento". Y sabemos que el culto no cambia la vida de la gente, sino que más bien la tranquiliza. Sólo el seguimiento - que es lo que Jesús les pidió a los discípulos - sería capaz de movilizar a la gente para reorganizar una Iglesia más de acuerdo con el evangelio, aunque eso tuviera el enorme coste del enfrentamiento con tantos elementos anticristianos que han marcado la cultura en que vivimos.
El seguimiento de Jesús no es posible si no se vive una espiritualidad muy honda, una fe fuerte unida al Padre del Cielo, como lo vivió Jesús. Hay que asumir que nos sobran ritos y ceremonias; y nos falta la mística para seguir a Jesús.
Josè M. Castillo
Teólogo de la liberación español, jesuita hasta mayo de 2007, en que abandonó la Compañía de Jesús.

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No se puede servir a Dios y al dinero

Ante declaraciones de algunos miembros de la Iglesia, que -reiteramos- no son «la Iglesia», nosotros como Curas en la Opción por los Pobres, miembros también de esa Iglesia, queremos dejar clara nuestra opinión:

Ya hemos vivido en nuestro país diferentes modelos y propuestas socio-económicas. Y hemos podido ver que, guiados por razones más económicas que ideológicas, los empresarios de nuestro país adhieren -quizás con matices- al modelo capitalista, del que son fervientes defensores. No siempre con metodologías democráticas. La imposición a sangre y fuego de un capitalismo liberal radicalizado en marzo de 1976 -con la excusa de combatir a la guerrilla- es el más trágico de estos ejemplos.

Así, muchos empresarios aplaudieron cuando el entonces ministro Cavallo les quitó los aportes patronales, pero no se escandalizaron cuando –“Banelco” mediante- se aprobaron leyes de precarización y flexibilización laboral que los beneficiaron en perjuicio de los trabajadores. No es de extrañar, por lo tanto, que el capital defienda a ultranza modelos capitalistas y haga todos los movimientos a su alcance para impedir que se le toque el órgano más sensible, que es el bolsillo. No aceptamos, por tanto, las campañas que buscan demonizar a los sindicatos y no son sino disimulados intentos de tener la mayor libertad posible de obrar a su antojo. Si hay mafias, patotas o negociados, son éstos casos concretos, los cuales deben combatirse y esclarecerse en la justicia; pero esto no significa eliminar el derecho inalienable a la libre asociación de los trabajadores en gremios o sindicatos.

Somos miembros de una Iglesia que tiene un magisterio social, que de un modo casi invariable desde hace más de 100 años, relativiza la propiedad privada, condena el capitalismo tanto como antaño al marxismo, destaca la prioridad del trabajo sobre el capital, opta preferencialmente por los pobres ante la sociedad, y señala la urgente necesidad de preservar los recursos de la naturaleza contaminados, agredidos y depredados por el lucro desmedido.

Como cristianos, rechazamos la lógica capitalista como responsable del genocidio que se produce y producirá si no hay justicia en la distribución de los bienes de la vida. La lógica del capitalismo es transformar todo en mercancías, ganancias y acumulación del capital. Somos hermanos y hermanas, la tierra es para todos y, como aprendemos de Jesús de Nazaret, no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero (Lc 6,13); y citando también a un discípulo de San Pablo, “la raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Tim 6,10). Hoy en día “el dinero” es el capital amasado a través del lucro omnipotente, del mercado total, de la exclusión de las mayorías y a favor del beneficio exagerado de unas minorías.

Por todo esto, queremos dejar en claro nuestra opinión:

1. Consideramos que el modelo capitalista es perverso en todas sus expresiones, aunque haya sub-modelos más inhumanos que otros;

2. Consideramos que deben reimplantarse los aportes patronales, y buscar activa y claramente los medios para que se achique la brecha de la muy injusta distribución del ingreso;

3. Reclamamos que se regularice la situación de los trabajadores en negro, ya sea en las empresas, el Estado nacional, los Estados provinciales y de ciudades, como la C.A.B.A, reconociéndoles un justo salario digno;

4. No nos parece suficiente que se proponga una participación de los trabajadores en las ganancias, con la que estamos claramente de acuerdo, sino que también debe haber participación de los mismos en las decisiones de las empresas, conforme ha dicho habitualmente el Magisterio Social de la Iglesia (cf. Laborem Exercens 8.14; Juan Pablo II a los empresarios Argentinos el 11 de abril de 1987 en el Luna Park, lo cual fue aplaudido por los mismos);

5. El capital financiero avanza sobre la agricultura y el sistema alimentario. Desde la privatización de las semillas y la venta de agrotóxicos, hasta la compra de la cosecha, el procesamiento de los alimentos, y su transporte, distribución y venta al consumidor, todo está ya en manos de un número reducido de empresas. El modelo sojero genera miles de familias de pobres rurales, y el proceso de acumulación crece. Vamos hacia una agricultura industrial y sintética, sin agricultores.. A esto debemos añadir el maltrato a campesinos constatado en provincias como Santiago del Estero o Chaco y otras, donde el silencio complice del gobierno va de la mano con el accionar de policias que hacen "trabajo extra" a mano armada. Se producen así fenomenales migraciones de desocupados que terminan viviendo en las periferias de las ciudades y sobreviven con planes asistenciales, criticados –paradójicamente- por los empresarios industriales y rurales. Reclamamos que se escuche la voz y se haga justicia con los pequeños agricultores y tamberos, y se dé urgente solución definitiva a la situación de desnutrición de niños en Misiones y en otras partes de nuestro país;

6. Lamentamos, asimismo, que haya voces de la Iglesia que parezcan hacer suya la voz de los empresarios que se niegan a compartir sus (desmesuradas) riquezas, e incluso se hacen asesorar por ellos, en lugar de ser -como se decía antes- "voz de los que no tienen voz", o -como decimos hoy- "estar presentes en la causa del pobre" (Juan Pablo II);

7. No queremos dejar pasar esta declaración sin repudiar, sin pero alguno, el asesinato de Mariano Ferreyra, víctima también él, de aquellos que son reprimidos por el capital en su legítima búsqueda de justicia. Esperamos confiadamente que todos los responsables materiales e intelectuales de este crimen reciban todo el peso de la ley, sea quién fuere, y se pongan todos los medios para enfrentar, asimismo, las causas que enlutan nuestro país con una nueva muerte.
La acumulación de ganancias -licitas o no- parece olvidar o pretender negar, que el capital no puede crecer si no es a costa del trabajo. La conocida plusvalía, trabajo acumulado o como quiera llamarse. En nombre de una divinización de la propiedad privada, los empresarios siguen viendo cómo engrosan sus arcas tratando de tener la menor cantidad posible de trabajadores, al menor costo posible, sea teniendo trabajadores total o parcialmente en negro, tercerizando personal, ofreciendo contratos basura, o muchas inmoralidades por el estilo. La solidaridad no parece figurar en los diccionarios del capital; aunque a veces se la confunda con la dádiva. Sabemos muy bien que la llamada teoría del derrame nunca llega a los trabajadores, ya que los empresarios misteriosamente hacen crecer día a día el tamaño de sus copas.

No renunciaremos a soñar y construir una sociedad más justa y humana, desde los pobres, como aprendemos de Jesús.

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Redes Cristianas escribe una carta al Papa con motivo de su visita a Compostela y Barcelona

“La Iglesia ha dejado de ser el referente moral de la sociedad”

"Contrariamente a lo deseado por el Concilio, la voz de nuestras comunidades ha sido secuestrada por la única voz de una Conferencia Episcopal, que de ninguna manera refleja la riqueza de la diversidad de las iglesias locales ni el pluralismo en los creyentes".
Con motivo de la próxima visita de Benedicto XVI a Compostela y Barcelona, Redes Cristianas ha escrito una carta abierta al Papa, en la que denuncian cómo "el divorcio entre la cúpula de los obispos y las iglesias de base es alarmante", hasta el punto de que la institución "ha dejado de ser el referente moral de la sociedad y a nuestro mismo colectivo en ocasiones le ha hecho sentir extranjero, en exilio en nuestra propia casa".
"Usted se verá envuelto en masas, sólo se tratará de un fenómeno fugaz y muy mediático, de muy dudosa repercusión en un cambio del comportamiento religioso", afirma la carta. De ahí, la necesidad de escribir al Pontífice para explicarle, "desde nuestra fe, desde el sentirnos plenamente Iglesia y en coherencia con las enseñanzas que de la misma Iglesia hemos recibido", la situación de la Iglesia en España.
Desde un doble referente: "el seguimiento de Jesús de Nazaret y la preocupación por los pobres". En este sentido, Redes Cristianas insiste a Ratzinger que "Galicia y Catalunya, a pesar de formar parte del mismo Estado, tienen identidades muy singulares, forjadas a lo largo de los siglos, que se expresan en una lengua y con cultura propias; con tradiciones y santuarios propios -como los que visitará en estos días-, que configuran personalidades colectivas muy ricas y diferentes, con derechos históricos todavía no plenamente reconocidos que siempre hemos pedido a la jerarquía de la Iglesia que reconozca en todas las dimensiones de la vida religiosa, pastoral, litúrgica e institucional".
Dos comunidades, al igual que el resto del Estado español, azotadas por "el profundo proceso de secularización y la crisis económica". "En el pasado, el cristianismo fue un elemento esencial en la configuración de nuestras identidades en lo personal y familiar y dentro la sociedad civil. Pero hoy ya no es así", constata la carta, que incide en que la sociedad actual se ve capaz de "construir la historia sin acudir a la religión".
En cuanto a la crisis económica, los firmantes denuncian "la debilidad e injusticia de nuestras sociedades y la perversidad del sistema". Una bases que quisieran se reflejara en el viaje papal, que estuviera marcado por "unos límites de austeridad económica y no diera el más mínimo motivo de crítica. Y al mismo tiempo desearíamos de Usted una palabra de impulso para aquellos colectivos que trabajan por conseguir unas estructuras sociales más justas. Es hora ya de que la Iglesia de un paso en la dirección de su reconciliación con nuestras sociedades".
Cincuenta años después del Vaticano II, desde Redes Cristianas se constata que, "contrariamente a lo deseado por el Concilio, la voz de nuestras comunidades ha sido secuestrada por la única voz de una Conferencia Episcopal, que de ninguna manera refleja la riqueza de la diversidad de las iglesias locales ni el pluralismo en los creyentes. En nuestras sociedades, hoy, el divorcio entre la cúpula de los obispos y las iglesias de base es alarmante". Y de nada sirve "el trabajo sacrificado y silencioso de miles y miles de cristianos y cristianas de base", cuya voz "va quedando progresivamente ahogada ante el continuado ruido de los obispos en la calle".
El escrito también se refiere a términos como laicidad y multiculturalidad, advirtiendo cómo, en muchas ocasiones, los criterios de actuación se convierten "en inquisición y terror", signos de etapas muy alejadas del postconcilio. "Hemos visto cómo -añade Redes Cristianas-, alejada progresivamente de la gente y refugiada en las seguridades del propio grupo, la Iglesia corría el riesgo de convertirse en gueto. Para muchas personas ha dejado de ser el referente moral de la sociedad y a nuestro mismo colectivo en ocasiones le ha hecho sentir extranjero, en exilio en nuestra propia casa".
La carta culmina con algunas reflexiones en torno a la crisis económica, sus causas y consecuencias. En este punto, el colectivo asegura que "vivimos dentro de unas estructuras económicas perversas y de pecado, que para subsistir necesitan pobreza y de las mayorías: crisis alimentarias provocadas por el aumento abusivo de los precios, la deuda externa de los países pobres, el comercio de armas, la imposición de ventajas comerciales desiguales, paraísos fiscales, el negocio de la droga, la explotación infantil, tráficos de seres humanos, especialmente en mujeres, niños y niñas, el despilfarro de los recursos de la naturaleza, etc. en un sistema que lo convierte todo -necesidades básicas y relaciones personales- en objeto de negocio o de compra-venta".
Ante esta estructura de pecado, afirman, "no bastan las apelaciones a la conversión individual. Como cristianos y cristianas compartimos este trabajo por unas estructuras más justas con amplios sectores no creyentes de la sociedad", y lamentan que "nos encontramos todos sin referentes institucionales, políticos, éticos, organizativos". "Echamos en falta la voz profética de la Iglesia, una voz fuerte contra la injusticia en la que los desheredados y desheredadas se sientan comprendidos y comprendidas".
"La apreciación creciente es que le falta sensibilidad y que ha dejado de ser aquel lugar profético de encuentro y acogida de los pobres. Al contrario, la única voz de Iglesia que se escucha gira casi siempre alrededor de los mismos temas: presión política para alcanzar mayores cotas de poder económico o cultural y en temas de moral, se reduce el necesario discurso de la ética y de los valores al monotema de sexualidad", culmina la carta.

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