Las duras luchas internas en el Vaticano

por Pedro Siwak

Así como la Primera Guerra Mundial no finalizó en términos muy claros y determinó que el conflicto armado continuara dos décadas después, el Concilio Vaticano Segundo es la imagen de una lucha intestina en la Iglesia Católica que evidencia en estos días una serie de tensiones internas que encubrieron problemas muy graves y que hoy comienzan a salir a la luz.

Tarcisio Bertone
Quizá el más importante de ellos es la lucha por el poder. Durante el Concilio Vaticano II se logró desplazar a la mayoría de los integrantes de la Curia Romana, que eran italianos. La aparición de los vuelos comerciales posibilitaba el rápido desplazamiento de los prelados desde los lugares más alejados y permitía que la internacionalización de la Curia tuviera una visión de la Iglesia mucho más abierta. Pero esa pelea fue feroz. Los obispos conciliares debieron afrontar una dura pelea para lograr su propósito de internacionalizar la Curia. Es que los cargos en el Estado Vaticano suponen ingresos y estabilidad económica para sus integrantes.

Pero curiosamente, la internacionalización curial no logró evitar que los italianos fuesen los que comandaran la Curia Romana. Un muy alto prelado allegado a Juan Pablo II confesó que el Papa reveló a un grupo muy pequeño de sus allegados que “no había podido con la Curia” y que por ese motivo se decidió a viajar por todo el mundo. Consideró que era la forma de lograr ubicar a la Iglesia en un plano destacado.

Y si bien a Juan Pablo II se le reconoce como uno de los grandes papas de los últimos siglos, desde algunos sectores intelectuales se le cuestiona al haber frenado la renovación conciliar, que según Wojtyla era la única forma de gobernar en una Iglesia sometida a severos cuestionamientos por parte de estos grupos. Pero el factótum curial fue el cardenal Angelo Sodano (84), un italiano al que Juan Pablo II le confió esas funciones en 1991 y que retuvo el cargo hasta 2006. Su sustituto fue el actual cardenal argentino Leandro Sandri (68) a quien desde algunos sectores se lo promueve a “papabile”, lo cual constituiría la continuación sodadiana. Pero Sodano fue una figura controvertida. Nuncio en Chile, cultivó una gran amistad con el presidente Augusto Pinochet y se lo cuestionó por no haber respaldado al cardenal chileno Raúl Silva Henriquez que cumplió un destacada gestión en la defensa de los derechos humanos. Además se le objetó desde algunos sectores por el nombramiento de algunos obispos, incluso en nuestro país, con trayectorias amigas del dinero y el poder.

Sodano y Sandri mantuvieron una estrecha relación con Esteban Caselli, que entre 1997 y 1999 fue embajador argentino ante la Santa Sede, amistad que le permitió facilitar varias entrevistas que Menem tuvo con Juan Pablo II.

Durante la elección del sucesor de Juan Pablo II fue muy comentada la renuncia de nuestro cardenal Jorge Bergoglio a ser elegido papa. Quienes se oponían al cardenal Ratzinger buscaban el avance de la renovación propiciada por el Vaticano II, pero por lo bajo admitieron que por el desconocimiento de los entresijos de la Curia Romana, Bergoglio iba a ser incapaz de lograr esa renovación.

Benedicto XVI mantuvo a Sodano durante algo más de un año de su gestión, pero en septiembre de 2006 lo suplantó por su hombre de confianza, Tarsicio Bertone, una cardenal salesiano que fue su secretario en la Congregación de la Doctrina de la Fe. Y a Sandri lo elevó a la dignidad cardenalicia y lo nombró Prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales en 2007.

Anbelo Sodano
Pero ni Ratzinger ni Bertone –al que le confiaron un cargo diplomático sin tener dominio del tema- fueron bien recibidos por la Curia todavía manejada por Sodano y sus discípulos. En esta instancia Ratzinger y Bertone sufren presiones de todo tipo, que buscan por sobretodo el alejamiento de Bertone, a quien responsabilizan del nombramiento de los últimos 22 cardenales a quienes consideran ratzinguistas.

Junto a la búsqueda de la renovación conciliar por parte de algunos sectores, se le cuestiona al duo Ratzinger-Bertone su afán por hacer prevalecer a Europa como centro de la Iglesia universal. Entre los 22 cardenales hubo un solo latinoamericano, el brasileño Joao Bras de Aviz, ex arzobispo de Brasilia, y actual Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, cargo que años atrás ocupó nuestro cardenal Eduardo Pironio. Este prelado de 64 años, integrante del movimiento focolar –de tendencia renovadora- y simpatizante de la teología de la liberación, sostiene: “Europa debe bajar de las alturas y tener una actitud fraternal con los otros continentes y dejar de mirar a los demás desde lo alto", expresó. "No se puede dejar de tener en cuenta que América Latina, Asia y África han cambiado y seguir pensando que son colonias o del Tercer Mundo", agregó. Este pensamiento ya se avizoró en el Vaticano II pero ahora resurge con más fuerza aunque es resistido por los europeos y especialmente por los italianos que en el colegio cardenalicio tienen 30 representantes sobre 125 y aspiran a que el nuevo papa, después de un polaco y un alemán, vuelva a ser italiano.

Como se puede apreciar, son muchas y muy complicadas las vertientes que evidencia el profundo conflicto que se vive en el Vaticano. Y Benedicto XVI con su sabiduría supo expresar el trasfondo en su alocución a los 22 cardenales: “Dominio y servicio, egoísmo y altruismo, posesión y don, interés y gratuidad: estas lógicas profundamente opuestas -dijo el Papa- se baten en todo tiempo y en todo lugar”.

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