Llegó con la crisis de 2001, y el viernes lo despidió la comunidad en la que se arraigó.
Por Rosa Bertino
En un primer momento, el alejamiento del médico y sacerdote Oscar Audisio (52), tras ocho años en la parroquia Nuestra Señora del Trabajo, de Villa El Libertador, despertó suspicacias. En una etapa de crisis espiritual y doctrinaria como la que se vive hoy, en la que la Iglesia perdió la preeminencia de otrora, ya no son tan comunes los curas involucrados como el padre Oscar.
El viernes tuvo tres casamientos al hilo, de jóvenes parejas que querían ser unidas por él antes de que partiera a su destino en Villa del Rosario. Recién a la medianoche pudo apersonarse en la fiesta de despedida que un grupo de fieles le había organizado en el club vecinal. Se vivieron momentos muy emotivos. No es fácil separarse de alguien que se hizo carne en la zona. Para muchos, Audisio es el emblema de una comunidad que no se resigna a abandonar la dignidad de la pobreza, y día tras día lucha contra la marginalidad, la droga y la corrupción.
A escasas 20 cuadras, barrio Comercial despedía a Santos Moyano (también de 52 años), quien reemplaza a Audisio en Villa El Libertador por decisión del Arzobispado. El adiós fue igualmente sentido, pero menos efusivo, acaso más acorde con el bajísimo perfil del padre Santos. Éste tampoco se va tan lejos, luego de haber cumplido 17 años de vida y sacerdocio en Comercial. Para todos los que lo conocen, y aún para los que no, el "curita de la bicicleta" es el santo y seña.
A su vez, Moyano es reemplazado por Mario Mangiaterra, un cura de un año de antigüedad que llega a una vecindad problemática y heterogénea.
A título ilustrativo, baste decir que, en una barriada con horarios y enclaves peligrosos (lo cual hoy dista de ser excepcional), como Villa El Libertador, el padre Audisio hacía tranquilamente sus visitas nocturnas a enfermos y afligidos. Entre los buenos recuerdos que se lleva, están las veces que, de regreso a la parroquia y en medio de la oscuridad, "la muchachada me llamaba desde las esquinas, para preguntarme por Jesús". Y no era broma, ni treta, asegura.
Pero acaso el balance más alentador es que quedan "más de 300 laicos, trabajando para la comunidad, y entre ellos hay muchos bolivianos". La colorida bandera precolombina del Tiwanaku es uno de los contados objetos que Audisio se lleva a Villa del Rosario. También deja una relación estable con "cinco o seis pastores evangélicos", con los cuales ha logrado el acercamiento entre la Iglesia Católica y su "principal competencia".
"Conste que lo de ‘competencia’ es cosa suya y no mía", le aclara a la cronista.
Volviendo a las suspicacias, Oscar aclara algunos mitos que rodean a su persona y su traslado.
Nacimiento: "Soy nacido en Los Molinos y no en Villa del Rosario. Somos dos varones y dos mujeres, y nos criamos en Córdoba".
Vocación: "No es verdad que estudié Medicina para darles el gusto a mis padres, y después pude meterme de cura. Me recibí de médico en 1980. Estuve muy de novio, pero sentí que la vocación sacerdotal, que venía desde mi adolescencia, era más fuerte y no podía casarme. La ruptura fue dolorosa, pero inevitable. Tenía 30 años cuando ingresé al Seminario, en 1986. Nunca tuve un conflicto vocacional".
Elección: "Villa El Libertador fue mi elección, y estoy feliz de haberla cumplido. En 2001 le pedí al obispo venir acá. En ese momento la crisis era brutal. En 2002 yo recorría los hogares y me recibía el hombre. Estaba sin trabajo. La construcción ocupó a muchos, y la situación cambió. Pero el trabajo en negro no dignifica, ni resuelve el tema de la pobreza estructural. Con changas no se puede pelear contra la droga y la corrupción. Cuánta alegría hay en la frase: ‘Padre, estoy en blanco, tengo mutual, me hacen aportes, mi señora puede tener familia en una clínica’. Y qué poco se escucha".
Males sociales: "Muchos se podrían solucionar, y rápido. En Villa El Libertador viven más de 60 mil personas. La mayoría trabaja, aunque sea informalmente. Paga tasas e impuestos. Lo que se recauda en el CPC debería ser redistribuido aquí mismo, como fuente de ingreso, pero todo va a parar al centro".
Pecado estructural: "El argentino es solidario, pero suele quedarse en la caridad. Como cristianos, durante siglos nos atuvimos al ‘no fornicar’, como si fuera el único pecado. Todo lo llevamos al terreno del sexo, desatendiendo el peor de los pecados: la injusticia, que viene desde el Antiguo Testamento. Conocemos los mandamientos, pero no las ocho bienaventuranzas de Cristo. Cayó el tabú del sexo, y la injusticia sigue intacta".
Celibato: "La crisis sacerdotal no pasa exclusivamente por ahí, aunque la soledad es difícil de sobrellevar. Creo que la Iglesia debería admitir curas casados. En lo personal, si mañana me dieran permiso para casarme, no sé si lo haría".
Alejamiento: "La única razón por la cual pedí traslado, y el obispo (Carlos Ñáñez) me lo concedió lo más rápido que pudo, es que sentí que había cumplido un ciclo. El físico ya no me sostiene como antes. Además, quisiera estar con mi madre, en su vejez y enfermedad. Eso es todo. Aquí queda alguien absolutamente comprometido con la dureza de la calle, como el padre Santos. No me van a extrañar".
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1 comentarios:
Es cierto que el Padre Oscar Audusio hizo muchisimo, a nivel social y comunitario, por Villa El Libertador, por lo que se le está eternamente agradecidos aqui en el barrio, pero como la gran mayoría de los Sacerdotes Católicos, descuido la parte espiritual, tan o más importante que lo otro, pues está en juego, nada más y nada menos, que la salvación de las almas!!!
De todos modos, agradezco a Dios la vida, ministerio y servicio del Padre Oscar y levanto una oración al cielo para que él, y todos los Sacerodtes Católicos, vuelvan a ocuparse con todas sus fuerzas de lo espiritual que, en definitiva, es en lo que más deberían trabajar!!!
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